jueves, 3 de junio de 2021

69. Los Realejos: entre el abandono y el desprecio

A perdonar el extenso titular. No es mi costumbre recurrir a tales enunciados. Pero debo confesar que hoy he pecado gravemente: me he copiado. Y la culpa –alguien debe pagar el pato– es del señor de la foto. Que a la vasta (que no basta) nómina de cargos, tantas veces citada en este medio por el que te traslado mis pareceres, le ha sumado el de escritor. O periodista. O comunicador. O articulista. Lo que prefieras. Y al igual que mi amigo Casimiro Curbelo, ahora también se alonga Domínguez a las páginas de Diario de Avisos con una columna dominical. Lo entiendo: no iba a ser menos que el gomero.

Cuánta capacidad la de ‘ambos dos’. Me tienen asombrado. Saben ustedes, estimados amigos, que ya transito por la plácida etapa de la jubilación y disfruto –al menos en teoría– de todo el tiempo para hacer lo que me dé la realísima gana. Y te juro que a veces me acuesto, a eso de las once de la noche, lamentándome amargamente por no haber finalizado la tarea que tenía programada para resolver durante el día. Con lo que me entra tremenda frustración y me siento inútil. Menos mal que luego sueño y se me pasa. Y en los brazos de Morfeo siempre me pongo en la piel de los ilustrados (¿o superdotados?) y la adrenalina se dispara. Resuelvo en un par de horas todo aquello que se me había quedado en el tintero. Cuántos escritos se han pergeñado durante las tinieblas a las que Effico nos tiene acostumbrados. Déjalo. No dijiste que ya se sustituyeron las bombillas fundidas. Vale. De acuerdo. Ja, ja, y ja. La de mi calle aguantó una noche. Otra vez en tinieblas. A lo que iba.

Este último domingo, el presidente del PP en Tenerife (o la negra de turno; sí, ¿por qué debe ser siempre un negro) escribió el artículo de marras bajo el siguiente epígrafe: Canarias: entre el abandono y el desprecio. En él arremete inmisericorde contra Pedro Sánchez. Apunta bien alto. Nada de intermedios. A la yugular. Por inepto. Mira que no venir a las islas, aunque sea para sacarse la foto. No lo podemos permitir. Hay que echarse a la calle porque este gobierno ‘progre’ de los socialistas y comunistas no mueve un dedo por Canarias. Nos tienen abandonados y, asimismo, el Gobierno de Canarias, “amordazado por un silencio cómplice, calla”.

Por un ejercicio de lógica elemental, deduzco que don Manuel (o la negra) escribirá esas líneas desde la cómoda poltrona parlamentaria. Durante los muchos instantes en que olvida –se le va el santo al cielo– que es alcalde de la muy noble Villa de Viera. Porque si se hubiese detenido a pensar, siquiera cuatro segundos, antes de remitir al Diario su perorata (discurso, arenga, qué rico nuestro idioma), se habría percatado de que él mismo podría ser retratado por ese abandono y desprecio con que nos trata a los realejeros. Siempre tropieza con la misma piedra y parece no darse cuenta de que la tortilla se le sigue virando. Me extraña que nadie de su entorno –vaya asesores– le haya indicado nada al respecto. ¿Tan torpes y cegatos son todos? ¿Cómo no le advierten de que cuanto dice y plasma es completamente reversible? La obediencia ciega no es –no debe ser– óbice para que pongan en práctica alguna vez aquello de que amor no quita conocimiento. ¿Dónde están las secretarias particulares? ¿Valen solamente para disparar fotos y adecuar horarios para los cursillos de parapente?

Que sí, Manolo, ¿cómo se te ocurre poner en solfa al adversario político con un planteamiento con el que te pueden dar por los bezos? Piensa un fisco, ya que la cohorte que tienes a tu lado no vale un pimiento. Rodéate de gente valiosa y no de simples palmeros en busca de las prebendas de rigor. Cuánta mediocridad. Cómo puedes permitir estos deslices –ya sé que tú no dispones de tiempo– que dañan la honorabilidad de todo un  Licenciado en Dirección y Administración de Empresas en la especialidad de Marketing por la Escuela Superior de Management y Master MBA por la Universidad de Wyoming. Échalos a la calle. Yo, de hallarme en tu pellejo, hubiese contratado a un par de maestros de escuela. No poseerán la altísima cualificación de otros, pero son capaces de razonar. Y eso en la actualidad es todo un valor.

Sabes que no te voy a cobrar nada por los consejos. Ya voy servido a estas alturas de la vida. Pero espero y deseo que en el artículo del próximo domingo te muestres más cauto, seas más precavido. No me hagas caso a mí, pero piensa en Ortega y Gasset. Primero debes ser yo (a saber, el alcalde) y luego tus circunstancias (los añadidos). Tenlo siempre presente cuando vayas a estampar la firma en cualquier documento. Lo hayas escrito tú (raro, pero siempre hay resquicios para la inspiración) o, lo más probable, que te lo brinden realizado. Cuídate de tus amigos, que los enemigos no te van a traicionar. A mandar.

No hay comentarios:

Publicar un comentario