miércoles, 11 de agosto de 2021

103. Pueblo fuerte, sano, noble y leal

Nos damos un salto de un año (menos un día), y el 9 de julio de 1911, el mismo periódico (Las Canarias y nuestras posesiones africanas), año XI, número 892, y en su página 2, reproduce un nuevo artículo bajo el titular Lucha canaria, firmado en esta ocasión por un tal P.P. Dejando connotaciones políticas al margen (no seamos suspicaces, que eso que estás pensando vino mucho más tarde) y hagámonos eco de su interesante contenido:

“La lucha ha sido siempre en Canarias, desde los tiempos antiguos, el juego predilecto, el ejercicio obligado en todo público regocijo, porque los luchadores con su gallardía, su poder y su arte, eran el orgullo del pueblo, porque daban una maravillosa muestra del vigor de su raza.

Pueblo fuerte, pueblo sano, pueblo noble y leal fué siempre el pueblo canario, y en su ejercicio clásico y hermoso, que tiene actitudes gallardas y rasgos de una belleza y arte insuperables, predomina esa nota admirable de la lealtad y de la nobleza de que sus atletas, valientes y poderosos, hacen alarde ante las multitudes, en el terrero público.

Solo en los pueblos fuertes y vigorosos pudo haber luchadores. Los hubo en Grecia y Roma mientras no degeneró la raza. Los hubo en las Canarias cuando la raza de los orientales canarios y la raza de los guanches occidentales eran fuertes y asombraban á los castellanos con sus estupendos rasgos de valor, y aún queda, para orgullo nuestro, como un recuerdo de aquel pueblo maravilloso, y como una muestra de que el vigor de muestra sangre no se ha extinguido, y aún alientan en el pueblo canario, sano y fuerte, los sentimientos nobles y generosos que convierten en leales amigos á dos hombres que miden en la lucha su poder y su fuerza; lucha singular en que la maña, la agilidad y el arte, haciendo primores de actitudes gallardas, de complejas figuras, de juegos interesantísimos, vencen á la fuerza y hacen triunfar entre las aclamaciones de la multitud, al arte y á la lealtad, soberanos en este noble ejercicio que tanto admira á los extraños, y entusiasma á los canarios, hasta convertir en ídolos á sus atletas predilectos. Grandes fueron en la lucha y como ídolos aclamados en tiempos de Andamana y de Tenesor, Doramas, Bentaguaire y Maninidra. Ídolos de este público han sido más tarde Matías Giménez, Juan Castro…

Pero la lucha había decaído hasta el extremo de que á la afición al juego por el arte y la gloria sucedió la ambición de lucro, que mató todo entusiasmo, y el olvido de aquellas reglas que convertían el noble ejercicio en una comedia donde la lealtad, que era su principal aspiradora, fué suplantada por el engaño.

A resucitar el noble ejercicio canario á todo lo que tiene de interesante y hermoso, aspiran ahora personas de buena voluntad, amantes de la tierra y entusiastas de las luchas, organizando y reglamentando el espectáculo para que podamos volver á ver en el Circo, con todas sus gallardías, haciendo derroches de poder y de arte, á los atletas más famosos del archipiélago.

La empresa merece los mayores aplausos y el apoyo de todos los canarios entusiastas.

Podemos afirmar que las luchas que muy en breve se inaugurarán en el Circo, constituirán un acontecimiento y tendrán el mejor de los éxitos”.

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La historia es cíclica. Los vaivenes de la vida se reproducen cada equis tiempo. El deporte no es ajeno a tal casuística. Y la lucha canaria, en concreto, según vuelve a incidir este comentario de hace 110 años, se ha visto involucrada en los dictados que todopoderoso caballero don dinero tema recurrente en estos dos pasajes que llevamos en esta vuelta a las hemerotecas impone con sus golosas apetencias. Por ello, y no es poco, hay que aplaudir las iniciativas de las escuelas de formación, que luchan (qué otro verbo mejor) con denuedo por mantener viva la llama de la esperanza. Y es harto complicado en momentos en los que hasta el olimpismo ha perdido mucho de su esencia original por mor de espurios intereses. En fin, seguiremos.

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