miércoles, 23 de junio de 2021

84. La borrachera es libre

Hurga aquí, hurga allí, me tropiezo con un artículo de Ildefonso Maffiotte Castro (escritor, periodista, guionista; 1890-1939), publicado en El Progreso (viernes 23 de junio de 1911, año VI, número 1745, página 1) y en el que zigzaguea, cual borracho, con una particular protesta para denunciar ante la sociedad la persecución al pobre infeliz que a nadie hace daño. Curioso, como mínimo, su planteamiento.

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Avelino González, á quien tengo el gusto de presentar á ustedes, anuncia con una candidez inenarrable, unos polvos abracadabrantes para terminar con los borrachos. Yo no sé hasta que punto hay derecho á quitarle los vicios al prójimo, sobre todo cuando el prójimo no tiene el menor interés en que se los quiten. Tampoco sé si esos polvos están debidamente autorizados; es decir, si han sido ensayados en personas cuya opinión sobre ellos merezca el más entero crédito.

Yo creo que los vicios constituyen una propiedad tan legal como la que representan los guantes ó los calzoncillos. Y de aquí deduzco que cualquier atentado en contra de los vicios del prójimo, es un atentado formidable é indiscutible á la propiedad.

El vicio de emborracharse es una inclinación perfectamente humana y muy parecida á la de patinar ó ir al cine por las noches. Y estas últimas manifestaciones de vida tan estrechamente adaptadas á la costumbre del vivir, de seguro que no ejercen un imperio tan dominante como lo ejerce la necesidad de alcohol en los borrachos. Y si aquellos pequeños caprichos son satisfechos con el beneplácito de todos, este que es un capricho mayor, con más motivo debe de ser satisfecho y acatado.

Bonito sería que yo anunciara unas ampollas, cuyo suero hiciera aborrecer el cinematógrafo ó los patines.

El maestro Benavente ha dicho así: “¿La virtud de qué se compone?... De los vicios que no tenemos”.

Naturalmente. Y los vicios, de las virtudes que nos faltan. Por eso, como vicios y virtudes son libres manifestaciones humanas, y humanidad es vida, ¿quién afirma que hay derecho á corregir ni unos ni otras, ni mucho menos á significar protesta ó alharaca en su desaprobación?

También ha dicho Benavente en otro momento encantador. “Si yo hubiera sido la madre Eva, la Humanidad no se hubiera condenado, porque yo no puedo ver las manzanas ni en pintura; pero no por eso se me ocurre criticar á quienes las comen”.

Y es claro, ¿sólo por el hecho de que existan personas antialcohólicas es lógico que se pretenda perseguir á las que no lo son?

Yo estoy indignado. A este paso hemos de colocarnos á la altura de Albania, donde se dice que los borrachos tienen sangre de mono, de león y de cerdo. Quien dijo tal es seguro que tendrá sangre de cerdo únicamente.

Para mí es tan respetable el distinguido borracho que hace un eterno zig-zag por las calles, como el dandy de frac que regresa sudoroso y cansado, de un baile. Los dos han satisfecho plenamente una necesidad ó una inclinación, bajo el amparo de todas las leyes.

Tal cual está hoy instituido el régimen social, hemos de respetar religiosamente la propiedad ajena y hasta guardarla casi tanto como nuestras cabezas, pues si en ello pecamos, con nuestras cabezas hemos de responder de tal desacato.

Los vicios son una propiedad tan legítima como la del apellido, y por tanto el de emborracharse es innegable y legalmente indestruible.

La venta y vulgarización de esos polvos abracadabrantes, sólo es admitida en España, en donde los Gobiernos permiten semejantes atropellos para eterna vergüenza nuestra.

Yo, creyendo interpretar los deseos de todos los respetables borrachos de mi pueblo, protesto del maleficio que se les quiere hacer con esos polvos. Y estoy seguro de que esos honrados ciudadanos, si en algo pensaran aparte de sus francachuelas, ya hubieran asesinado á Avelino, por atentar á lo que es suyo indiscutiblemente y al mismo tiempo constituye su personalidad.

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Ciento diez años después uno puede pensar en vacunas, prohibiciones, vicios y hasta en esos debates morrocotudos con que nos sorprenden sesudos analistas en diversos medios de comunicación. Pero como esta semana me dio por repasar, dejo las observaciones para otro momento. O a tu consideración.

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