martes, 15 de febrero de 2022

246. Ferrocarril de circunvalación (6)

¿Queréis, lectores, convenceros de lo que os decimos? ¿Queréis disfrutar de las emocionantes delicias del contraste? Pues cruzad el Norte de Tenerife, tomad el tren en Icod; ¿qué decimos?, un coche; ¿qué decimos, una... ¡bestia!, y á horcajadas sobre el bruto, venid á recorrer el Sur de la Isla, que es donde lo que acabamos de exponer en mala pintura y á grandes rasgos tiene sus relieves más salientes; sus perfiles más atrevidos; su expresión más colorista. Pero es que á esta región no vienen del extranjero sino alguno que otro sabio en viaje de investigación científica y que, en aras de su amor á esta clase de estudios, arrostran todas las penalidades que trae en sí aparejadas el montar á caballo por vericuetos.

Conocido el deplorable estado de las comunicaciones en el Sur, y considerando que las del Norte no pueden llenar las necesidades de un movimiento enorme de pasajeros, causas de que esta isla no arribe el viajero en grandes masas. ¿Cuál es la obra indispensable, inmediata, que debemos acometer como medio de dar su mayor amplitud al desarrollo del turismo en nuestro país? Si la respuesta no holgara, diríamos que el tendido de una vía férrea de circunvalación. Esta, la construcción de algunas carreteras y las reformas de los caminos de herradura, nos darán completo el servicio de locomoción de que antes hablábamos.

Por fortuna, el patriótico pensamiento de dotar á la isla de un extenso ferrocarril que la circunde, no ha caído esta vez en el vacío, pues como ya hemos dicho en anteriores artículos, en Barcelona se estudia actualmente el magno proyecto.

A nadie se esconde la multitud de diligencias, la diversidad de trámites, que han de preceder á la realización de la obra: por lo tanto, es necesario, repetimos hoy, que todos los tinerfeños de valimiento pongan sus energías, sus actividades, su influjo, en favor del proyecto, haciendo que aquellas diligencias y tramitaciones, sean lo menos dilatorias posible, á fin de que, en breve plazo, mediante el establecimiento de esa extensa vía de hierro, entre Tenerife en una nueva era de esplendor, de grandeza y de enriquecimiento.

De nuevo, y ahora rodeada de todas las simpatías, de todas las seguridades de éxito que le presta el popular ó ilustrado campeón que la encauza, ha vuelto á agitarse la patriótica idea del fomento del turismo.

Nosotros, en el caso, no podemos aventurar una palabra, porque ignoramos cuanto trae en cartera aquel valiosísimo hijo de Santa Cruz, para hacer viable la realización de sus muy laudables deseos; pero teniendo en cuenta cuanto pueden sus energías, su inteligencia, su genio organizador... de todo lo que, por otra parte, ya dio altas muestras en días aciagos para la isla, tenemos la convicción, la seguridad de que, lo que en aquel sentido se propone, ha de obedecer á un plan vasto, completo, mediante el cual, los frutos del turismo lleguen en su día á todas partes; pues quien, como el hombre que nos ocupa, posee cualidades cívicas insuperables, no habrá de reducir su patria á determinada región, sino que la ha de abarcar en su mente y en su corazón, del mismo modo que la ciñen toda los mares en amoroso abrazo.

Por lo tanto; nosotros creemos que el Sr. D. Juan Marti y Dehesa habrá pensado en esta magna obra del ferrocarril de Tenerife, como base indispensable para encausar hacia nuestro país el turismo en su más amplio desenvolvimiento.

Ya hemos dicho que el turismo y la vía férrea de circunvalación, han de ser grandes veneros de riqueza para la isla, pero nos falta añadir que aquél, al par, ha de ser fuente de incalculables ingresos para el ferrocarril; y he aquí el por qué estos dos asuntos se hermanan, pues cada uno es complemento del otro.

Vamos á terminar, por creerlas un adecuado resumen de este trabajo, con las mismas palabras con que dimos fin al informe de este pueblo, uno de tantos de los que por nuestro conducto, y de lo cual ya tienen conocimiento los lectores, se han pedido desde Barcelona á varias localidades de la isla.

A pesar de lo que expuesto queda, y por lo que venimos en conocimiento de que el ferrocarril cuenta en toda la isla por anticipado con una gran suma de intereses creados que le auguran vida propia, consideramos que su más halagüeño porvenir, sus más amplios horizontes, están en el turismo ─ansioso de que se abran cómodas vías de comunicación en Tenerife, para visitarnos─ en toda clase de viajeros; porque no arribará nadie medianamente acomodado al puerto de Santa Cruz, que no circunvale la isla á los pies del coloso, del gigantesco Teide níveo, bruñido en invierno; desnudo, horrible como mito infernal en el verano, para admirar á través del viaje, entre el confuso torbellino en que se agita el paisaje al paro del tren, sus diversas facetas, su movilidad de ciclope, ora hundiéndose tras la profunda sima de los valles, ya surgiendo de las cubiertas cumbres para enseñorearse altivo de los cielos”.

No le podremos negar al tantas veces citado Manuel Álvarez que no deje detalle al albur en sus meticulosos artículos. Y seguiremos.

(continuará)

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