--------------
Las desgracias del día: MUERTE
DE UN CURA.
El tranvía mata á un sacerdote. Como ocurrió el hecho.
Levantamiento del cadáver. Fué suicidio. Las responsabilidades.
El tranvía que anoche salió de esta Capital para La Laguna á
las 8 causó la muerte en las inmediaciones de Santa María de Gracia y sitio
conocido por "Macario", al sacerdote D. Juan González, que desde hace
tiempo, hostigado por las persecuciones de ciertas camarillas clericales, vivía
en la mayor miseria, entregado por completo al alcoholismo y arrastrando una
vida de vagabundo por las carreteras y los caminos, donde era muy frecuente encontrarle,
en completo estado de embriaguez, escandalizando muchas veces y dando
espectáculos poco edificantes.
El desgraciado suceso que damos á conocer á los lectores
puso fin á las miserias del infeliz sacerdote y á las persecuciones de las
camarillas clericales. Descanse en paz D. Juan González y al relatar el triste
suceso lamentemos que odios é impiedades arrastraran á un hombre hasta
obligarle á arrojarse entre las ruedas del tranvía...
El suceso
El coche del tranvía que subió á las ocho de esta capital
para La Laguna era el señalado con el número 4 y lo conducía Juan Morales,
conductor de larga práctica y muy cuidadoso en el desempeño de su obligación.
Como cobrador iba Rafael Morales.
Al llegar el coche-tranvía al sitio de nominado
"Macario", á poca distancia del cruce, el sacerdote D. Juan González,
que se hallaba, según parece, sentado en el muro que hay á la derecha de la
carretera y á muy corta distancia de los railes, se arrojó violentamente al
centro de la vía, siendo arrollado por el coche.
El conductor, que vio perfectamente libre la via, pudo
apreciar que en el momento de pasar el coche el cura se colocó rápidamente en
el centro de los railes. Inmediatamente paró el coche, poniendo el freno
eléctrico, pero ya el sacerdote había sido arrollado, quedando bajo el tranvía,
en el sitio comprendido entre las ruedas delanteras y las traseras.
Acto seguido, y comprendiendo que era imposible extraerle y
que había quedado muerto instantáneamente, avisóse al Juzgado de La Laguna y á
la estación central de la Cuesta personándose al poco rato en el sitio del suceso
el Juez de La Laguna, la ambulancia de la Cruz Roja, el director de la Empresa
de Tranvías D. Alfredo Rensonnet y todos los empleados que, francos de
servicio, se encontraban á aquellas horas en la estación de la Cuesta.
Levantamiento del
cadáver
Como ya hemos indicado, el cadáver se encontraba entre las
ruedas traseras y delanteras del coche; aprisionado por uno de los frenos que
está colocado á muy poca distancia de los railes. Era, pues, completamente
imposible extraerle, haciéndose necesario levantar el tranvía.
Para esta operación, que dirigió muy hábilmente el Sr.
Rensonnet, se necesitó utilizar unos gatos y gran cantidad de maderas y
tablones, invirtiéndose bien cerca de dos horas en suspender el coche. Entonces
pudo apreciarse la posición del cadáver, que se encontraba colocado de espaldas
sobre la via con la cabeza hacía al muro. Según pudimos ver, las ruedas del
tranvía le pasaron por la cintura, seccionándole por completo. El resto del
cuerpo lo tenia casi completamente destrozado. Ordenado el levantamiento del cadáver
por el Juez de instrucción, fué conducido á La Laguna en un furgón que se pidió
á la estación de la Cuesta.
El cadáver
Vestía traje talar, sumamente raido y manchado, D. Juan
González.
Llevaba dos botellas, una vacía y otra llena de vino, que
adquirió pocos momentos antes en el mesón que en la Cuesta posee D. Hermógenes
Domínguez.
Una de dichas botellas, según se nos dice, encontróse
intacta. La otra rompióse en el momento del suceso, viéndose aún hoy los
pedazos en la carretera.
Antecedentes
D. Juan González, que como ya hemos indicado se embriagaba
frecuentemente, tenía, según parece, la manía de suicidarse arrojándose ante
los tranvías y automóviles.
No hace aun mucho tiempo, se le encontró una noche acostado
sobre la vía en las inmediaciones de la "Cruz del Señor" á las 10 de
la noche, salvándole milagrosamente de la muerte la poca marcha del coche y la
serenidad del conductor, que paró instantáneamente, hecho del que dimos cuenta
en este diario. En esa noche fué necesario meterle en el coche y llevarlo á la
Laguna, porque cuantas veces se intentaba poner en marcha el tranvía se arrojaba
nuevamente sobre los railes.
No hace mucho tiempo intentó también matarse arrojándose
ante el automóvil de D. Juan Yanes, obligando al chauffer á realizar una rapidísima maniobra.
En otras ocasiones, y aún anoche mismo, ante los coches de
las 7 y las 8 intentó atravesarse, no pudiendo consumar su obra. Luego,
escondióse en el lado derecho de la carretera y como ya hemos dicho, se arrojó
á la vía en el momento preciso de pasar el tranvía, siendo imposible evitar que
este le arrollara.
Trátase, pues, de un suicidio, idea que, según parece
desprenderse de lo que dejamos dicho, abrigaba hace algún tiempo y
principalmente cuando se encontraba en estado de embriaguez.
El conductor
El conductor llámase, como ya indicamos, Juan Morales, y es
un empleado modelo, que sabe cumplir perfectamente su obligación. En este desgraciado
suceso de nada puede acusársele, y comprendiéndolo así el Juez instructor lo
dejó en libertad, citándole para declarar, en unión del cobrador, hoy á las
once de la mañana.
Don Juan González
Don Juan González, á quien generalmente se conocía por el cura
de Fasnia, sufrió grandes persecuciones, instruyéndosele varios expedientes en
el Obispado y quedando en la miseria.
Como recordarán nuestros lectores hace próximamente un año
penetró violentamente en la Secretaría del Obispado incautándose del expediente
que se le seguía, por lo cual sufrió un proceso del que resultó absuelto,
haciendo su defensa de un modo muy brillante por cierto, nuestro querido amigo,
don Ramón Gil Roldán.
Tenía el vicio del alcohol por lo que en diferentes
ocasiones EL PROGRESO llamó la atención de las autoridades eclesiásticas,
solicitando se le recluyera para evitar los poco edificantes espectáculos que diariamente
daba en mitad de la calle y de los caminos.
Detalles curiosos
El coche número 4, que como anteriormente decimos fué el que
causó la muerte del sacerdote D. Juan González, tiene fama de ser el "más
desgraciado" de los que posee la empresa del tranvía.
Casi todas las víctimas, muy pocas en verdad, que han muerto
arrolladas por los tranvías lo han sido por el coche número 4.
Las responsabilidades
No son ciertamente, las responsabilidades del desgraciado
suceso de anoche para el conductor Juan Morales, que no pudo evitar que el
tranvía arrollara al infeliz sacerdote D. Juan González.
Son por entero de las camarillas clericales que le
persiguieron, de quienes le desesperaron, condenándole al expediente perpetuo y
á la miseria. Son de quienes no supieron ó no quisieron recogerle del escarnio
en nombre de la dignidad profesional, ya que no de la caridad por ellos tan
frecuentemente invocada.
Esos son los moralmente responsables de la muerte de D. Juan
González.
--------------
¿Qué puedo añadir yo, si el pobre hombre “tenía, según
parece, la manía de suicidarse” arrojándose ante todo lo que se moviera? Y a perdonar
la extensión. Mañana: otro accidente. Bonita manera de comenzar la semana.
No hay comentarios:
Publicar un comentario