viernes, 18 de junio de 2021

80. La cruzada de la moda

La Defensa Social, órgano de la Junta Diocesana de Acción Católica [18 de junio de 1921, año I, número 25, página 7], se publica los sábados, con censura eclesiástica, redacción y administración en el Palacio Episcopal, director don Restituto Tenés, Teniente Coronel de Artillería retirado e Ingeniero Industrial; colaboradores: veintidós hombres. Y como muchos, obviamente, eran religiosos, a medida que leía el artículo “La cruzada de la moda” (que se corresponde literalmente con la transcripción subsiguiente) me acordé de las declaraciones del tal Padre Báez, ese infausto personaje que puso la guinda, hace un par de días, en el desgraciado suceso que nos ha tenido en vilo durante las últimas semanas. Lo que pone de manifiesto que un siglo después queda mucho camino por recorrer. Lamentablemente.

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La cruzada de la moda

Tengo ante mi vista una invitación a un baile de etiqueta. En ella hay una nota para los caballeros, indicándoles que han de ir con frac o de uniforme, y yo entiendo que esta advertencia es un tanto depresiva.

Dentro de esa etiqueta caben varias prendas que deben tolerarse, como se toleran para el sexo débil, que no necesita prevensiones.

El traje de baile es muy elástico para la mujer, y en esa elasticidad, cada cual se viste o se desnuda, como mejor le place.

Espero no se atreverá ninguna a quebrantar la regla, presentándole en el salón con traje de calle.

Y para visitas o paseos tampoco se le ocurrirá a ninguna usar el traje de baile o el que tiene para dentro de casa, ni en esta se permitirá la libertad de recibir a nadie en traje de baño.

Que la mujer se forme el propósito de asistir a un baile de trajes o de máscaras, y con mucha anticipación se estará ocupando del modelo, la tela y el tipo que trata de imitar.

Y en todos esos vestidos suele sujetarse a la regla de la moda, mas o menos exajerada, pero se sujeta por aquello del qué dirán, por no ser extravagante.

De manera que, obediente a la costumbre, a la moda o al que dirán, la mujer no se atreve a hacer un papel ridículo en la sociedad.

Para donde no se muestra tan sumisa, ni le importan reglas ni advertencias, es para ir al templo. El Papa, los Obispos y el Clero, y todos los periódicos católicos, han emprendido una campaña contra los trajes indecorosos, contra las indecencias de la moda, que va despojando a la mujer del pudor y la vergüenza.

El Papa Benedicto XV ha dicho recientemente: una buena madre, no debe permitir que sus hijas sean esclavas de una moda que desdice de la honestidad.

Y sin embargo, de tantas exhortaciones, para que se respete la santidad del templo, la Iglesia de Cristo, y que para visitarla no se olviden los saludables preceptos de la modestia cristiana, la mujer se hace la sueca, desdeña todas las advertencias y tiene el valor cínico, por no usar otras palabras, de presentarse en la Casa de Dios, y acercarse a la Sagrada Mesa, tan deshonestamente vestida, creyendo sin duda que agrada, y provoca pasiones nobles, cuando en realidad sucede todo lo contrario.

Precisamente aquella que dijo el poeta: por donde quiera que voy…

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Cuando terminé de transcribir, pensé en varios medios de comunicación audiovisuales de rabiosa actualidad y me pregunté si la denominada Edad de Piedra seguía en vigor. O si algunos personajes fueron hibernados y les arrimaron la chispa, bastantes décadas después, por lugar equivocado. Lo mismo sí, porque explicación lógica no parece haber. Sean felices, que ya queda menos para cobrar. Por cierto, ¿alguien se acuerda de los retornos, que era como una paga extra para los trabajadores de la platanera?

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