lunes, 12 de julio de 2021

97. Resurgir de la lucha

Fue Francisco González Díaz escritor y periodista (1866-1945). Conocido como el amigo de los árboles, se prodigó con numerosos artículos publicados en la prensa isleña durante más de cuatro décadas. De la revista Rincones del Atlántico rescato este párrafo:

“Se le reconocía a González Díaz su implicación, desde las columnas de la prensa y desde la tribuna, en diferentes campañas de las que formó parte o se constituyó en portavoz. Numerosos son sus artículos en apoyo del turismo, apenas incipiente en aquellos años; pero también en favor de la educación y de los maestros; de la mejora de los transportes y las comunicaciones; en apoyo de una corriente regionalista que superara el enfrentamiento "pleitista"; del infortunio de la emigración, lacra de aquellos años; su preocupación por el maltrato hacia los animales, pero sobre todo, la constante propaganda, durante más de cuarenta años, en pro del fomento y conservación del arbolado”.

Nuevamente en dos de los periódicos ya citados en anteriores entregas (El Tiempo, 11 de diciembre de 1907, página 1 y Las Canarias, 9 de enero de 1908, páginas 1 y2), nos sorprende González Díaz con este comentario sobre la lucha, un esport canario:

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Yo voto en absoluto por la lucha isleña, aunque no me cuente entre sus apasionados partidarios. Apenas sé lo que es un desvío, una agachadilla, una burra, un cango: sólo advierto y confirmo que los héroes de nuestra arena, aclamados por la multitud frenética, alzados sobre el pavés de los entusiasmos populares como triunfadores cívicos, como hijos beneméritos de la patria, representan el culto del hombre á si mismo, á las cualidades que determinan su dominio sobre la naturaleza. La lucha canaria debería aprenderse en los gimnasios.

Hoy resurge después de un largo período en que estuvo olvidada por causas diversas. Sus devotos la recordaban con ardiente simpatía, pero no pensaban en promover su restauración y ha sido preciso rehabilitarla en parte que se constituyera una falange de luchadores jóvenes, formados por los viejos maestros, quienes han conseguido infundirles su fé militante, debilitada con los años, mas no muerta.

La decadencia de las luchadas debíase principalmente al carácter mercantil, al bajo espíritu de lucro con que algunos las habían explotado degradándolas. Hablábase de conciertos previos para inclinar en un determinado sentido el resultado de las partidas, el éxito de las apuestas: insistíase en que no se jugaba limpio, en que se efectuaba acomodamientos venales á espalda de la autoridad y con escarnio de toda justicia. Algo y aún algos creo que hubo de esto, todavía se asegura que lo hay; pero ya se va en camino de regenerar el espectáculo convirtiéndolo en sistema educativo popular, en magna escuela de energía.

Las luchas forman hombres. La educación física desenvuelve la fuerza cooperadora de la inteligencia, resorte supremo invocado por las sectas materialistas modernas para vencer en los pugilatos del struggle for life. Sin aceptar esta exageración impía, reconocemos que es indispensable vigorizar á los individuos y dar temple titánico á los pueblos. La vida es lucha se ha repetido miles de veces, y toda lucha tiene su aspecto físico.

Nuestro pueblo ha vuelto á tomar rumbo al circo, donde antaño había gozado tanto frente á la exhibición de soberbias siluetas masculinas, de espléndidos torsos, de cuerpos nervudos y aventajados que se enlazaban con flexibles movimientos serpentinos ó con feroces violencias, acusando en imponentes pugnas todo su vigor.

Bandos de atletas de la isla de Hierro y de esta isla de Gran Canaria renuevan el buen tiempo de las luchadas clásicas que conocieron nuestros padres. La pasión crece hasta una temperatura abrasadora, fomentada por incidentes imprevistos. Hace pocos días, en una función emocionante, un jovenzuelo de apariencia débil se dio el lujo de tirar sucesivamente á siete campeones herreños, y quedó el mismo proclamado campeón en una sola tarde. Aquello fué el delirio; el delirio tremendo de una muchedumbre que ruje su entusiasmo y patalea su alegría. Cada vez que sobreviene una sorpresa así, una peripecia inesperada y dramática, vacila el circo sobre sus cimientos, sacudido por las ovaciones tormentosas. Lo propio ocurre en la temporada de las riñas de gallos, el espectáculo que comparte con las luchas el favor de la gente canaria. A los luchadoras maestros también se les denomina gallos de primera.

Una nivelación plebeya confunde á todo el público en manifestaciones idénticas de regocijo ó de descontento... Se grita, se patea, se silba, se aplaude, se agitan manos y pies con un brío monstruoso, lo mismo que en las plazas de toros. La muchedumbre se torna soberana en el tumulto. El héroe triunfador y el atleta favorito suben á su pedestal adoptando gestos imperiales. Las cabezas se doblan como espigas á un viento huracanado que viene de las profundidades de la Historia.

La eterna Roma resucita.

Coincide esta renovación de las luchas isleñas con la inauguración de otros sports novísimos, de otros espectáculos de fuerza, destreza y resistencia. Aquí un grupo de adolescentes ha fundado un Club gimnástico que practica las carreras humanas á la americana y hace cada vez mayores recorridos. En Santa Cruz cultívase el sport de las regatas marítimas en las cuales intervienen distinguidas señoritas de aquella sociedad en competencia con vigorosos y entusiastas. El Club Náutico Tinerfeño es además foco de grandísima cultura donde se centralizan las actividades sociales de Canarias.

Y allí sí que la Belleza le dá la mano á la Fuerza.

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Si me atrevo a manifestar que con el paso del tiempo el periodismo ha perdido, ¿me crucificarán como hicieron con mi tocayo siglos atrás?

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