“Se le reconocía
a González Díaz su implicación, desde las columnas de la prensa y desde la
tribuna, en diferentes campañas de las que formó parte o se constituyó en
portavoz. Numerosos son sus artículos en apoyo del turismo, apenas incipiente
en aquellos años; pero también en favor de la educación y de los maestros; de
la mejora de los transportes y las comunicaciones; en apoyo de una corriente
regionalista que superara el enfrentamiento "pleitista"; del
infortunio de la emigración, lacra de aquellos años; su preocupación por el
maltrato hacia los animales, pero sobre todo, la constante propaganda, durante
más de cuarenta años, en pro del fomento y conservación del arbolado”.
Nuevamente en dos
de los periódicos ya citados en anteriores entregas (El Tiempo, 11 de diciembre de 1907, página 1 y Las Canarias, 9 de enero de 1908, páginas 1 y2), nos sorprende
González Díaz con este comentario sobre la lucha, un esport canario:
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Yo voto en absoluto por la lucha isleña, aunque no me cuente
entre sus apasionados partidarios. Apenas sé lo que es un desvío, una
agachadilla, una burra, un cango: sólo advierto y confirmo que los héroes de
nuestra arena, aclamados por la multitud frenética, alzados sobre el pavés de
los entusiasmos populares como triunfadores cívicos, como hijos beneméritos de
la patria, representan el culto del hombre á si mismo, á las cualidades que
determinan su dominio sobre la naturaleza. La lucha canaria debería aprenderse
en los gimnasios.
Hoy resurge después de un largo período en que estuvo
olvidada por causas diversas. Sus devotos la recordaban con ardiente simpatía,
pero no pensaban en promover su restauración y ha sido preciso rehabilitarla en
parte que se constituyera una falange de luchadores jóvenes, formados por los
viejos maestros, quienes han conseguido infundirles su fé militante, debilitada
con los años, mas no muerta.
La decadencia de las luchadas debíase principalmente al
carácter mercantil, al bajo espíritu de lucro con que algunos las habían
explotado degradándolas. Hablábase de conciertos previos para inclinar en un
determinado sentido el resultado de las partidas, el éxito de las apuestas:
insistíase en que no se jugaba limpio, en que se efectuaba acomodamientos
venales á espalda de la autoridad y con escarnio de toda justicia. Algo y aún
algos creo que hubo de esto, todavía se asegura que lo hay; pero ya se va en
camino de regenerar el espectáculo convirtiéndolo en sistema educativo popular,
en magna escuela de energía.
Las luchas forman hombres. La educación física desenvuelve
la fuerza cooperadora de la inteligencia, resorte supremo invocado por las
sectas materialistas modernas para vencer en los pugilatos del struggle for life. Sin aceptar esta
exageración impía, reconocemos que es indispensable vigorizar á los individuos
y dar temple titánico á los pueblos. La vida es lucha ─se ha repetido miles de veces─, y toda lucha tiene su aspecto físico.
Nuestro pueblo ha vuelto á tomar rumbo al circo, donde
antaño había gozado tanto frente á la exhibición de soberbias siluetas
masculinas, de espléndidos torsos, de cuerpos nervudos y aventajados que se
enlazaban con flexibles movimientos serpentinos ó con feroces violencias,
acusando en imponentes pugnas todo su vigor.
Una nivelación plebeya confunde á todo el público en
manifestaciones idénticas de regocijo ó de descontento... Se grita, se patea,
se silba, se aplaude, se agitan manos y pies con un brío monstruoso, lo mismo
que en las plazas de toros. La muchedumbre se torna soberana en el tumulto. El
héroe triunfador y el atleta favorito suben á su pedestal adoptando gestos
imperiales. Las cabezas se doblan como espigas á un viento huracanado que viene
de las profundidades de la Historia.
La eterna Roma resucita.
Coincide esta renovación de las luchas isleñas con la
inauguración de otros sports
novísimos, de otros espectáculos de fuerza, destreza y resistencia. Aquí un
grupo de adolescentes ha fundado un Club gimnástico que practica las carreras
humanas á la americana y hace cada vez mayores recorridos. En Santa Cruz
cultívase el sport de las regatas
marítimas en las cuales intervienen distinguidas señoritas de aquella sociedad
en competencia con vigorosos y entusiastas. El Club Náutico Tinerfeño es además
foco de grandísima cultura donde se centralizan las actividades sociales de
Canarias.
Y allí sí que la Belleza le dá la mano á la Fuerza.
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Si me atrevo a manifestar que con el paso del tiempo el
periodismo ha perdido, ¿me crucificarán como hicieron con mi tocayo siglos
atrás?
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