Como uno es un antiguo y se quedó en este asunto en los
tiempos en que Jaime cargaba una escalera por el pueblo y se trasladaba, por
ejemplo a Icod el Alto, en la guagua porque el ayuntamiento no disponía de
vehículos, ignora cómo se efectúa en la actualidad esta labor. Pero como
existen mecanismos para detectar las fugas de agua, verbigracia, piensa que con
una aplicación informática –las famosas app– capaz de chivar al electricista de
turno en qué lugar del municipio se halla la avería, se solucionaría el
desaguisado. Aunque me da que no, pues, de lo contrario, no se producirían los
cortes y consiguientes apagones que han venido constituyendo, para nuestra desgracia,
el motivo de conversación frecuente en los mentideros políticos del pueblo.
Dado que nunca es tarde si la dicha es buena, mil gracias a
quien se hubo preocupado, síntoma inequívoco de que alguno me lee. Puede que a
la escondida –por si le tiran de las orejas– pero si el resultado es el
adecuado, miel sobre hojuelas.
La pasada semana, igualmente, los mismos jóvenes (Islenium)
que elevaron sentida queja ante la supuesta apropiación indebida por parte del
ayuntamiento de su idea para crear una marca personalizada para cada una de las
múltiples fiestas que acaecen en nuestro municipio, se congratulan de que el
concejal delegado de esa área los haya invitado a la charla de rigor, con el
fin de acercar posturas a través, como no podía ser de otra manera, del
oportuno intercambio de opiniones.
Me alegro de que se ponga en práctica algo tan elemental
como es aquello de que hablando se entiende la gente. Tan simple y tan complejo
a veces por la cerrazón de quienes ostentando un cargo público parecen olvidar
a sus representados, relegándonos al ostracismo. Como si estuviesen dotados de
una capacidad superior a la del resto de mortales y no entendiesen de que
cuatro ojos ven más que dos.
Espero y deseo que no se trate de un mero espejismo. Lo
mismo se debe el cambio de postura –y esto ya es fruto de una simple suposición
de quien estas líneas suscribe– a una próxima retirada de Manuel Domínguez. No
olvides que uno rubrica artículos de opinión, y estas son libres, y, por lo
tanto, no sujetas a los cánones informativos. Así que entiendo –un suponer– que
el actual alcalde se ha percatado de que crecen las contestaciones populares,
ante el evidente abandono de sus quehaceres para con la Villa de Viera y sus
aspiraciones (legítimas, por supuesto) a seguir escalando peldaños en la
escalera popular. Por lo que abona el camino para el relevo. Y con este gesto
del joven concejal de Fiestas, lo mismo quedan descolocados otros que acompañan
a Domínguez desde ha bastante. Incluidos los que debieron haber dado un paso al
lado por incorrectas interpretaciones de su gestión. Pero, tranquilos, que el
tiempo pondrá las cosas en su sitio. Y dará y quitará razones.
Así que, estimados amigos y seguidores de uno que porta
sombrero, comenzamos la semana siguiendo los dictados musicales de Palito
Ortega. O de Marisol. Qué obsoleto es uno. Como esta tarde iba a asistir (el
nivel 3 la aplazó) a una reunión en la Sociedad Valle de Taoro –o Casino de La
Dehesa– porque va a cumplir en unos meses la friolera de cien años, pensaba ir
mucho más relajado. Y, a lo mejor, entraba silbando, ahora que está de moda
entre gomeros y herreños. Puede que hasta el viejo piano, marca Chappell,
adquirido el 6 de febrero de 1934, por 450 pesetas, se pusiera (o pusiese) como
yo, contento.
A modo de aclaración.
Como es lógico deducir, esta entrada –al igual que las otras– se redacta hasta
con varios días de antelación al momento de su publicación. Y como esta se
puede dejar programada, máxime cuando las de la pasada semana se limitaron a
reproducciones de informaciones periodísticas de un siglo atrás, lo que lees
ahora salió del magín el martes día 22. Y esa misma noche, víspera de las
hogueras de San Juan, volví a descontentarme. Y mandé a Marisol y a Palito
Ortega a freír chuchangas (expresión que se emplea para despedir a alguien con
aspereza o enojo) porque la farola seguía erre que erre. Encendió, como
siempre, pero cuando me levanté a mear (malsonante de orinar: expeler la orina)
a eso de las 4 de la madrugada, otra vez como los sobacos de un grillo. Pero
hubo movida el miércoles 23. Y el alumbrado público de toda la urbanización
estuvo activo durante toda la mañana. Mi farola también. Debieron ponerla a
prueba. Porque a la una de la tarde llegaron dos operarios a escanear la
situación. Incluso tuve la oportunidad de intercambiar unas palabras con ellos.
El hecho es que la situación se ha normalizado. Por fin. Y me alegré de nuevo.
Tanto que voy a enviar un comunicado al grupo socialista en el ayuntamiento
para que en la próxima sesión plenaria presente una moción por si el grupo
popular estima conveniente aclarar (verbo más que ilustrativo) qué demonios
ocurre con Effico: ¡¡¡eficiencia en servicios!!! Y haz el favor de no reírte,
porque me enciendo otra vez.
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