Me tiene ‘satinando’ esa expresión de la inmunidad del
rebaño. Soy consciente de que alguno de nosotros (bípedos) nos merecemos, y con
creces, que nos cambien de bando y nos incluyan con los cuadrúpedos. No solo
por la escasez de cierta sustancia que suele alojarse en el cerebro, sino por
la enorme ligereza con que nos tomamos cualquier mensaje que nos llegue al
móvil. Hace un par de días volvió a circular el bulo de las dosis sobrantes en
puntos de vacunación y allá apareció el ganado con la camisa remangada. Escuchado en la SER mientras conducía. Lo de
las reses viene determinado porque fueron a La Gañanía. Será por eso entonces.
Pero al que hace correr el mensaje habría que pincharlo en cierto sitio. Que le
duela un rato.
El Comité Ejecutivo de la Asociación Hotelera y
Extrahotelera de la provincia de Santa Cruz de Tenerife ha solicitado a su
presidente, Jorge Marichal, que continúe al frente de la organización, pese a
su condena por fraude fiscal, al considerar que se trata de un asunto de ámbito
estrictamente particular. A uno no le queda más remedio que recordar ciertos
pasajes habidos en Arona y que guardan estrecha relación familiar. Y se
pregunta si los miembros de este colectivo actúan con idéntico rasero si el
implicado fuese un cargo público, un político. Al que aún sin ponerle la
etiqueta de investigado (antes imputado) ya se le ha crucificado para siempre
jamás. Deben ser las servidumbres a pagar en una sociedad demasiado hipócrita.
Falsos, que somos unos falsos.
Son esos lazos familiares antes aludidos los que me conducen
de nuevo a La Gomera. Que sí, hay que leer y estar atentos. Yo me entiendo: cosas
de Arure y potajes de berros. En La Colombina se ha vuelto a destapar el caso
de unas oposiciones a Enfermería convocadas por el Servicio Canario de Salud y
en las que una hija de Casimiro (amén de una amiga suya y su pareja) aprobó sin
fallo alguno. Y eso que la participación en las mismas superó los diez mil
candidatos. Mientras la Justicia no diga lo contrario, colijamos que iban muy
bien preparados los tres afortunados. Pero cierta información al respecto me ha
sumido en un mar de dudas. Leo que “la hija de Casimiro acertó 113 respuestas y
no contestó a siete, una menos que sus compañeros, que atinaron 112”. Deduzco
que esos otros no contestaron ocho, una más que la que contestó 113 de manera
correcta y que, por lo tanto, dejó en blanco siete. No sé por qué este
galimatías me trae a la memoria las pruebas (test) sicotécnicas a las que nos
sometieron para el ingreso en la IPS. Vamos, que la hija de Casimiro fue la
mejor. ¿Y qué? ¿La pescaron copiando? ¿Sabía las preguntas de antemano? ¿Se ha
presentado denuncia? ¿Sí o no? En caso afirmativo, a esperar. En caso negativo,
a llorar a la plaza (de las Américas). O a la Torre del Conde.
Nota aclaratoria: No fue un bulo lo de las vacunas en La Gañanía, sino un malentendido, según leo en la prensa, de la subdirectora del centro de salud realejero, quien debió obviar los protocolos a seguir y llamó a la emisora de radio municipal. Tan raro me parece este proceder que sigo sin entender gran cosa, y bien haría el señor alcalde en comentar algo al respecto. Si a bien lo tiene, claro, y sus múltiples ocupaciones le dejan un resquicio. No quisiera pensar que se trata de otra muesca más en ciertos aconteceres de este medio de comunicación, cada vez menos público y más privado (muy contento, lleno de gozo) en determinada franja horaria. Aunque no me extrañaría lo más mínimo, porque todo se contagia. ¿O todos?
(continuamos mañana)
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