jueves, 22 de abril de 2021

38. Fiestas de Mayo

Nada tengo en contra de las fiestas. Es más, reconozco que son un gran aliciente para que la economía se mantenga activa. Son muchos los sectores que se mueven en torno a tales celebraciones y la paralización ha supuesto un duro varapalo. Pero no es menos cierto que esta pandemia ha venido a trastocar tantos planes, que deberá aún pasar algún tiempo para evaluar en profundidad las consecuencias negativas del estancamiento. Y, además, con tantas ayudas que hemos debido arbitrar para que una importante cantidad de personas puedan, sencillamente, vivir (escapar, mejor), la hipoteca que pesará sobre nuestras espaldas (sí, ¿para qué están los impuestos?) en un futuro inmediato será de órdago. Es lo que hay, y no le demos más vueltas.

Presume mi pueblo, la Villa de Viera, de ostentar récords en este capítulo fiestero. Y aunque uno ya anda renqueante en ánimos bailongos y tenderetes varios, no puede obviar el que amplios sectores poblacionales requieran amplias dosis de esparcimientos, con jarana incluida. Se dice que cada cosa a su edad. Cuando uno transita por arriba del umbral de los setenta, comprueba en propias carnes que ante aquel hecho de risa (un señor mayor que tropieza, o se da un golpe contra una farola, y tú cuestionabas extrañado que cómo era posible tanta torpeza), han cambiado las tornas para pasar a ser tú mismo el protagonista. No, no me encuentro en estado pesimista a la enésima, pero lo que está a la vista no requiere espejuelos. Qué sabios eran los abuelos. Ahora menos. Aunque se presuma de poseer aún cierta agilidad, mental y física, cada vez se recurre más a utilizar la marcha atrás. Para casi todo. Y no te rías, que a mis años llegarás.

Se presentó días atrás el cartel de las Fiestas de Mayo. Que volverán a estar marcadas por la emergencia sanitaria de la Covid-19, según manifiesta el concejal del ramo. Lo hicieron en la presencia del ilustre polígrafo nacido en la Calle del Agua. He escuchado que los artistas (los autores del mismo) también tienen derecho a ganarse la vida. Faltaría más. No será un servidor quien lo cuestione. Pero me pongo en el pellejo de don José de Viera y Clavijo –presente, en espíritu, en dicho acto– y me temo que no debió quedar contento. Claro, cuento a mi favor con la perspectiva histórica. Un defensor acérrimo de la naturaleza, entre otras muchas facetas, se cuestionará si este colectivo animal –y supuestamente racional– está haciendo bien la tarea. Máxime ahora cuando toda precaución es poca.

Amén del gasto que la organización de los eventos virtuales ocasiona (la cartelería juega un papel fundamental, no solo por la importancia visual, sino por el desmedido afán del equipo de gobierno en lucir palmito; Manolo ha creado escuela) en tiempos que los dineros se antojan escasos para paliar tantas necesidades sobrevenidas, me pregunto si no estaremos invitando a la población para que se desmadre aún más y traslade sucedáneos a recintos cerrados –únanlos a las celebraciones de comunión características de esta época– con el peligro evidente de contagios. Porque no estamos para echar más voladores de los necesarios. Cuando redacto estas líneas en la tarde del miércoles 21, acabo de echar una visual a los datos sobre el coronavirus que publica el Gobierno de Canarias en su página web, y que el amigo Pancho G. Palmero nos muestra cada día en su perfil de Facebook. En Los Realejos nos encontramos con el panorama siguiente:

420 contagiados, de los que siguen activos 58: 53 en domicilio y 5 hospitalizados (3 en planta y 2 en UCI). Ello supone 1,579 activos por mil habitantes, cerca de ese 1,787 que marca la Consejería para entrar a formar parte del ‘selecto’ club de municipios con mayor índice de contagios. Hace tres días estuvimos en 1,634. Por lo tanto, en el filo de la navaja. Máxime si de los 199 nuevos contagios de ayer en Canarias, 107 en Tenerife.

Como personal de riesgo dentro del rebaño, declaro con total rotundidad que no estoy contento con la gestión que se lleva a cabo desde el Consistorio. Un buen gobernante debe ser capaz de sopesar pros y contras. Y aquí se anteponen intereses de mercadotecnia barata a las pautas que el sentido común demanda. Cuando caigamos en una espiral hospitalaria de imprevisibles consecuencias, recurriremos, como siempre, a buscar culpables allende nuestras fronteras. Porque tampoco ha movido un dedo el Partido Popular realejero en salir a la opinión pública para informar de los numerosos contagios en apenas unos días. ¿Había cazadores de por medio? No obstante, la mayoría de realejeros (más realejeras), abducidos (más abducidas) por candilejas y postureos, aun sumergidos en la vorágine de los hidrogeles, aplaudirán a rabiar aunque tengamos al bicho tocando en la puerta de nuestras membranas pituitarias. Somos así. Y esos (más esas) que encomian y elevan a los altares al ausente, y le atribuyen todos los logros habidos en esta villa desde el día de la capitulación del pueblo guanche, especificarán en sus últimas voluntades, momentos antes de que el virus haya provocado un daño irreversible en sus pulmones, que pongan junto a su tumba la novela San Manuel Bueno, mártir. Que así sea.

Acabo. Como se inundan las redes con lo de “Sentimos Mayo”, me declaro insumiso y grito bien alto que me importa más el volver a sentirme libre y poder viajar, hablar con los amigos sin miedos ni cortapisas, hacer la comida de la promoción y volver a ser, en definitiva, el que era antes. Eso es lo que siento. Y si los que sienten mayo me vuelven a jugar una mala pasada sin que podamos salir del nivel 3, te juro que me voy a enfadar. Avisados quedan. Lo siento.

No hay comentarios:

Publicar un comentario