Por ello, “hemos activado una importante inyección de
recursos que estoy seguro que dinamizarán en mercado laboral de la isla y que
supondrán la creación de 800 puestos de trabajo este año”. Por si Curbelo se
quedó corto en la apreciación, me atrevo a incrementar tal cantidad y de ahí el
título del presente.
Creo que fue Alfonso Guerra el que prometió allá por los
ochenta del pasado siglo –ya viajaba el gomero en coche oficial– unos
ochocientos mil puestos de trabajo en España. Concluido aquel mandato se
comprobó que las previsiones habían sido demasiado optimistas. Por lo que, ipso
facto, alguien, jocosamente, vino a corregir el aserto del número dos de Felipe
González alegando que él solo había prometido 800 o 1000.
Vuelve el presidente de aquel Cabildo Insular a machacar el
mismo hierro de cada año. Es una constante que viene repitiendo cada primavera
desde que, si me apuran, Hautacuperche le dio el mochazo a Peraza. En la
presente ocasión serán once los millones destinados a dinamizar el mercado
laboral a través de programas de empleo y formación.
Ya se han programado, indica Casimiro, actuaciones
vinculadas a la recuperación de bancales, la adecuación de senderos, el
mantenimiento de espacios públicos, la restauración de áreas degradadas y la
incorporación de jóvenes desempleados a infraestructuras del sector primario.
Echo en falta la limpieza de cunetas. Que es el oficio en el
que más destacan los chalecos amarillos. Sobre todo cuando se sientan, allá a
media mañana, para zamparse el bocadillo. Porque presume La Gomera de tener las
márgenes mejor conservadas de toda Canarias. Y que viene a constituir el grueso
de todo el empleo –temporal– que se genera en cada ejercicio económico y con
cargo al presupuesto anual. Seis u ocho meses de curro suave (a las dos y algo
en casa), el resto hasta los doce anuales en el paro. Para el siguiente, tres
cuartos de lo mismo. Y el voto asegurado.
Porque mira que se lleva tiempo con idéntica cantinela. Y
jamás se crean empleos fijos. Porque no son rentables, ya que una vez se haya
estabilizado la posición, puede que se dediquen a pensar cosas feas, como
podría ser el hipotético desvío en la línea política a seguir. Lo que implica
mucho peligro. Es por lo que no interesa cambiar de táctica. Solo se necesita un
repaso a la prensa durante unas décadas. Aquí no valen espacios temporales más
cortos, pues en La Gomera hay que medir con una vara mayor.
Somos el territorio insular que menos empleo ha destruido el
último año, además de ser la isla que más empleo creó el pasado mes de marzo,
insiste Curbelo. Que sí, tienes toda la razón. Pero deberías acudir a los
medios allá por el otoño y explicarle bien clarito a los supuestos periodistas
que todos los ocupados primaverales han vuelto a los rediles del SEPE (Servicio
Público de Empleo Estatal; lo que antes era el INEM, para entendernos). Y
cuando comience la floración de 2022, to
begin anew o, si lo prefieres, recommencer.
Así, in secula seculorum.
Luego se nos llena la boca con lo de diversificar la economía.
¡Ah!, y lo de adecuar los bancales –ya lo adelantaste tiempo atrás, puede que
sin percatarte de la contradicción en la que incurrías– será un atractivo
turístico al que yo mismo sacaré un par de fotos en las próximas visitas y
punto pelota. Porque lo de incorporar jóvenes al sector primario no podrá jamás
cumplirse. Tu propia política del subsidio permanente marcha en sentido
contrario. Y nadie se va a molestar en mojarse el culo en busca de la pesca, si
tú le pones el pescado en la puerta de la casa. Gomeros bobos, que yo sepa, ni
uno.
No espero coherencia de los políticos, porque visto lo visto
no sé si el enfermo tiene cura. Pero me repatea que el periodismo haga oídos
sordos y acepte a pie juntillas y con total laxitud, sin espíritu crítico y con
un ‘sí, bwana’, más que preocupante.
Tengo unas ganas de que me pongan la segunda dosis, y se
rebaje el nivel en esta isla, para darme el consabido salto. El cuerpo me lo
está pidiendo a gritos. Espero pasar desapercibido. Aunque con los espías nunca
se sabe. Son tan buenos como cualquier GPS. Sin poner la pata en el muelle, la
señal ya llegó a la Torre del Conde. Y alrededores.
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