jueves, 29 de abril de 2021

44. 800 o 1000

Escribió Casimiro –o el/la negro/a, para seguir con el cachondeo del lenguaje inclusivo y la escritura de la gilipollez– este pasado fin de semana que los empleos no crecen en los árboles. Porque si ello fuese posible, bastaría con subir a El Cedro para que la lacra del paro acabara para siempre jamás y pasara a ser mera anécdota en la historia reciente de este país. Y de La Gomera, por añadidura.

Por ello, “hemos activado una importante inyección de recursos que estoy seguro que dinamizarán en mercado laboral de la isla y que supondrán la creación de 800 puestos de trabajo este año”. Por si Curbelo se quedó corto en la apreciación, me atrevo a incrementar tal cantidad y de ahí el título del presente.

Creo que fue Alfonso Guerra el que prometió allá por los ochenta del pasado siglo –ya viajaba el gomero en coche oficial– unos ochocientos mil puestos de trabajo en España. Concluido aquel mandato se comprobó que las previsiones habían sido demasiado optimistas. Por lo que, ipso facto, alguien, jocosamente, vino a corregir el aserto del número dos de Felipe González alegando que él solo había prometido 800 o 1000.

Vuelve el presidente de aquel Cabildo Insular a machacar el mismo hierro de cada año. Es una constante que viene repitiendo cada primavera desde que, si me apuran, Hautacuperche le dio el mochazo a Peraza. En la presente ocasión serán once los millones destinados a dinamizar el mercado laboral a través de programas de empleo y formación.

Ya se han programado, indica Casimiro, actuaciones vinculadas a la recuperación de bancales, la adecuación de senderos, el mantenimiento de espacios públicos, la restauración de áreas degradadas y la incorporación de jóvenes desempleados a infraestructuras del sector primario.

Echo en falta la limpieza de cunetas. Que es el oficio en el que más destacan los chalecos amarillos. Sobre todo cuando se sientan, allá a media mañana, para zamparse el bocadillo. Porque presume La Gomera de tener las márgenes mejor conservadas de toda Canarias. Y que viene a constituir el grueso de todo el empleo –temporal– que se genera en cada ejercicio económico y con cargo al presupuesto anual. Seis u ocho meses de curro suave (a las dos y algo en casa), el resto hasta los doce anuales en el paro. Para el siguiente, tres cuartos de lo mismo. Y el voto asegurado.

Porque mira que se lleva tiempo con idéntica cantinela. Y jamás se crean empleos fijos. Porque no son rentables, ya que una vez se haya estabilizado la posición, puede que se dediquen a pensar cosas feas, como podría ser el hipotético desvío en la línea política a seguir. Lo que implica mucho peligro. Es por lo que no interesa cambiar de táctica. Solo se necesita un repaso a la prensa durante unas décadas. Aquí no valen espacios temporales más cortos, pues en La Gomera hay que medir con una vara mayor.

Somos el territorio insular que menos empleo ha destruido el último año, además de ser la isla que más empleo creó el pasado mes de marzo, insiste Curbelo. Que sí, tienes toda la razón. Pero deberías acudir a los medios allá por el otoño y explicarle bien clarito a los supuestos periodistas que todos los ocupados primaverales han vuelto a los rediles del SEPE (Servicio Público de Empleo Estatal; lo que antes era el INEM, para entendernos). Y cuando comience la floración de 2022, to begin anew o, si lo prefieres, recommencer. Así, in secula seculorum.

Luego se nos llena la boca con lo de diversificar la economía. ¡Ah!, y lo de adecuar los bancales –ya lo adelantaste tiempo atrás, puede que sin percatarte de la contradicción en la que incurrías– será un atractivo turístico al que yo mismo sacaré un par de fotos en las próximas visitas y punto pelota. Porque lo de incorporar jóvenes al sector primario no podrá jamás cumplirse. Tu propia política del subsidio permanente marcha en sentido contrario. Y nadie se va a molestar en mojarse el culo en busca de la pesca, si tú le pones el pescado en la puerta de la casa. Gomeros bobos, que yo sepa, ni uno.

No espero coherencia de los políticos, porque visto lo visto no sé si el enfermo tiene cura. Pero me repatea que el periodismo haga oídos sordos y acepte a pie juntillas y con total laxitud, sin espíritu crítico y con un ‘sí, bwana’, más que preocupante.

Tengo unas ganas de que me pongan la segunda dosis, y se rebaje el nivel en esta isla, para darme el consabido salto. El cuerpo me lo está pidiendo a gritos. Espero pasar desapercibido. Aunque con los espías nunca se sabe. Son tan buenos como cualquier GPS. Sin poner la pata en el muelle, la señal ya llegó a la Torre del Conde. Y alrededores.

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