viernes, 23 de abril de 2021

39. Tal día como hoy (1)

Hoy es el Día del Libro. Y he contado con la inmensa fortuna de presentar alguno de ellos –mis criaturas– en tan señalada fecha. Como ya ando por la edad de riesgo (en tiempos de pandemia, más aún) y me temo que de no haber un golpe de suerte con la Primitiva, varios proyectos queden en el baúl de los recuerdos para siempre jamás. Máxime cuando uno sigue asomándose cada día a eso denominado opinión pública, con lo peligroso que resulta a la hora de pedir perras a los presuntos implicados. No entro en más detalles porque se trata de una efemérides a celebrar y no pretendo convertirla en una sesión lacrimógena, cual programas de la tele canaria de máxima audiencia.

Me apetece reproducir, por lo tanto, unas letras que un servidor manifestó hace hoy once años en el cine de La Perdoma, reconvertido –qué buena remodelación– a la flamante Sala Francisco Álvarez Abrante. Vamos allá:

“No es la primera vez que tengo la oportunidad de verme en un fregado así el día 23 de abril, el Día del Libro. Porque en el año 1993, en la Casa Municipal de la Cultura de Los Realejos, se presentó Jugando a ser maestro. Años después, en 1998, el 3 de octubre, vieron la luz, en una edición casera, doméstica, estos dos chiquillos que hoy ya se visten de largo en una edición revisada, mejorada y ampliada. Por lo pronto cuenta con  otro capítulo, que siguiendo fiel a la letra elle lleva por título De gira por El Castillo.

Para conocer a estos dos personajes, aparte de recomendar, obviamente, la lectura del libro –qué otra cosa podría pedir yo– les remito, si les place, al poemilla, en cuartetas, del mismo título, es decir, Pepillo y Juanillo, y que inserté en el libro Entropía, página 95, y que presentó hace cuatro años (20 de abril de 2006), Margarita Rodríguez Espinosa, también en la Casa de la Cultura realejera. [Lo añado al final como anexo al presente]. Edificio donde el amigo Rayco, por cierto, realiza una importante labor que glosé en un artículo periodístico hace unos años y por el que conseguí algún rapapolvo de otros empleados del ayuntamientos –celosos, tal vez– pero que me conmovió cuando Dulce, su madre, me confesó cómo le caían las lágrimas cada vez que lo leía. Debe ser que los viejos nos ponemos sentimentales. Lo digo por mí. [Ahora hubiese escrito sementales, parodiando a un amigo; perdomero, por más señas]

¿Por qué un realejero presenta este libro en La Perdoma, en La Villa? Los logos que se hallan en la contraportada y en la invitación lo explican perfectamente. Pudo haber sido en Los Realejos, porque Savasa es una empresa del pueblo; porque Cándido, de Producciones OYE, no solo es realejero sino, además, de la zona donde corrieron por las plataneras Pepillo y Juanillo; y porque Antonio de la Cruz, en representación de Agriten, sabe, y mucho, de esa zona de La Gorvorana. Pero Francisco Linares, cuyo ayuntamiento ha colaborado siempre que se lo he solicitado continuamente, me señaló que la presentación donde yo quisiera. Y yo he querido que fuera aquí. Así se lo manifesté desde un principio a Ediciones Idea. Porque uno, por mil andanzas anteriores, es también medio perdomero. Tanto es así que muchos de los aquí presentes fueron testigos del ‘cachimbazo’ que me dieron el día seis del pasado mes de marzo. Aquí mismo, en este escenario.

Dije aquel 3 de octubre de 1998, cuando estos chicos vieron la luz: Me declaro gratamente sorprendido, altamente satisfecho y medianamente acongojado (no de entristecer, sino de preocupar). Y, asimismo, expresaba: Ha sido, debo decirlo, una edición atípica. En la que los únicos ejemplares puestos a la venta son los que ustedes han visto a la entrada de este salón de actos. Pero ello no me preocupa, al contrario, puede, quizás, servir de acicate para futuras empresas. Eso decía. Y aquí estamos otra vez. ¿Fue una premonición? Puede.

A la hora de los agradecimientos, destacaré algunas casualidades. Pero permítanme que comience este capítulo por los que hoy se han dado cita en este otrora cine perdomero: familiares, amigos de los diferentes sectores en los que uno ha estado metido en estas primeras seis décadas de existencia (en la docencia, en el estudio, en la política, en el folclore, en festejos y movimientos asociativos, en el deporte…), exalumnos (hago el inciso para destacar la importancia de estar jubilado), y el etcétera consabido, en el que cabe incluso aquellos que me transmitieron las razones de su ausencia.

A los patrocinadores, a los que aportaron los euros y apostaron por la cultura, a la par que las más sentidas gracias, el consejo de que nunca las mañas pierdan. Savasa se sumó otra vez a esta aventura. Y para que Jorge me dijera que sí a la petición, no hizo falta ni dos minutos. Y arriba me valió de intermediario ante Agriten. Es decir, dos pájaros de un solo tiro. Para Antonio de la Cruz, igualmente, mi más franco reconocimiento. Con Cándido, tres cuartos de lo mismo. Muchacho, en vez de regalar un disco, regala un libro, dije yo. Dalo por hecho, dijo él. Y ya está, sin más. Y arriba lo comprometo para que sea el que presente a las criaturas en sociedad. No hay problema, fue su respuesta. Por último, a Francisco, mi doble gratitud por su colaboración, de una parte, y de otra, por facilitar el uso de esta sala para el acto que nos concita. Gracias a todos por hacerlo posible.

A los ilustradores, Leocadio Gómez, de las que se hallan en cada uno de los capítulos, y a Marianella Aguirre, artífice de la portada, mi afecto más sincero.

Un especial recuerdo al prologuista de estos relatos, Adrián Alemán, que nos dejó el 21 de noviembre de 2008, y que supo retratar su ambiente rural-urbano lagunero haciendo una extrapolación con las peripecias de Pepillo y Juanillo, para hacerse eco del cambio radical de la sociedad a partir de la década de los setenta del pasado siglo.

Acabo con la Agrupación Folclórica de Higa, a cuya directiva impliqué cuando se prestaron sus componentes a concederme la Cachimba de Plata y yo me empeñé en comprometerlos para que ahora ustedes se olvidaran de los rollos que les hemos lanzado con unas perras de buena música. De la tierra. De esa en la que Pepillo y Juanillo eran unos especialistas.

Si algo se me quedó en el tintero, repróchenmelo después de bajar de aquí. Y finalizo, señoras, señores, amigos todos, con la reiteración de mis más expresivas gracias. Espero verlos muy pronto, si Ediciones Idea no indica lo contrario, con un Potajito de cuentos. Hasta la próxima”.

Sala Francisco Álvarez Abrante (La Perdoma), 23 de abril de 2010.

(finalizamos mañana)

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