miércoles, 28 de abril de 2021

43. ¿Para cuándo?

Hace unos días (fue el 21 de los corrientes) publiqué en este mismo medio el artículo titulado Desgraciado suceso. Aludía al accidente sufrido en la costa realejera por unos vecinos de La Longuera (hoy Toscal-Longuera). Ahora, siguiendo con esa manía de escudriñar periódicos de años idos, me tropiezo con esta reseña publicada en Semanario de Orotava (periódico ilustrado, de intereses generales y noticias) el día 20 de noviembre de 1897, página 10. Como siempre, va una transcripción literal:

“El Domingo último, una infeliz joven que tranquila y jovial caminaba por la carretera del Realejo en unión de otras compañeras, al llegar al punto denominado Barranco de la Torre, una de las muchas piedras que con frecuencia se desprenden allí desde lo alto, dió con ella en tierra dejándola muerta instantáneamente.

La impresión y comentarios del doloroso suceso durarán algunos días.

La familia de la inocente victima, llorará por algún tiempo la pérdida de un ser querido.

Y quizá alguna amiga piadosa señale con tosca cruz el lugar del acontecimiento.

Y, andando el tiempo… todo será relegado al olvido.

Las agrietadas peñas continuarán amenazando con aplastar al inocente transeunte que, desconociendo el peligro, discurra por aquellos lugares, extasiado ante la amenidad del paisage; hasta tanto que otra nueva victima venga á pagar con su vida apatías y descuidos y á escribir con su sangre nueva protesta contra quienes, debiendo hacerlo, no han procurado quitar el peligro.

E.P.D. la pobre joven cuya muerte deberas lamentamos”.

Precisamente, en el precitado Desgraciado suceso concluíamos con: “Como es harto conocido, los desprendimientos continúan un siglo después. El tramo de autovía entre Los Realejos y San Juan de la Rambla sabe mucho de tal particular”. El próximo mes de noviembre se cumplirán 124 años del accidente de la joven y los derrumbes (ver foto) no cesan.

Tengo conocimiento de que se ejecuta el proyecto del tramo comprendido entre Buen Paso y Las Aguas. Con lo que, únicamente, restaría para el tan ansiado cierre el trecho más peligroso, el que está ocasionando mayores quebraderos de cabeza, porque cualquier anomalía causa un monumental desaguisado en el tráfico de imprevisibles consecuencias. Urge, por lo tanto, que las administraciones implicadas adopten las medidas que menester fueren. Salvo que sigamos empeñados en que mueran de ostracismo las poblaciones que se hallan entre Los Realejos y Buenavista.

Los túneles bajo la cumbre de Erjos avanzan, eso leo, a buen ritmo. Lo mismo ocurre con los que desde Agaete hasta El Risco permitirán que llegar a La Aldea deje de ser una odisea. Aunque desde San Nicolás a Mogán también tiene su miga. Uno, que presume de viajar por las islas (maldita pandemia que me tiene amarrado) cada vez que la pensión deja un resquicio (ya que nadie me contrata como personal de confianza), siente sana envidia de contemplar el estado de las carreteras por el resto del archipiélago canario.

Se ha llegado a un punto en que los lamentos y echar culpas a los predecesores en la gestión pública, no solo no remedia la problemática y agiliza el procedimiento, sino que lo enquista más aún. Lo malo es que leyendo las declaraciones de los alcaldes norteños en relación con el posible trazado del tercer carril desde La Orotava hasta La Laguna, me asaltan terribles dudas acerca de la posibilidad de llegar a ponerse de acuerdo en cuestión tan fundamental o, por el contrario, creen algunos que los intereses partidarios –por mor de puñados de votos– pueden anteponerse al interés general, que es el de una población que demanda soluciones y no postureos y pataletas de niño chico.

¿Para cuándo, pues, noticias de mejor porte? Un servidor también es usuario de la cuestionada vía. En mucha menor medida de quienes su tránsito es medio de vida, pero asimismo expuesto a que una linda piedra me ponga en serio aprieto. Así, que, señores de los gobiernos autonómico e insular (y ÚNANSE alcaldes implicados), a ponerse las pilas hoy mismo, que mañana es tarde. Qué feliz me harían si no tuviese que volver a escribir de este particular. Mi agradecimiento sería tal que… seguiría garabateando y exigiendo todo aquello que crea de interés para el ciudadano.

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