“El Domingo último, una infeliz joven que tranquila y jovial
caminaba por la carretera del Realejo en unión de otras compañeras, al llegar
al punto denominado Barranco de la Torre,
una de las muchas piedras que con frecuencia se desprenden allí desde lo alto, dió
con ella en tierra dejándola muerta instantáneamente.
La impresión y comentarios del doloroso suceso durarán
algunos días.
La familia de la inocente victima, llorará por algún tiempo
la pérdida de un ser querido.
Y quizá alguna amiga piadosa señale con tosca cruz el lugar
del acontecimiento.
Y, andando el tiempo… todo será relegado al olvido.
Las agrietadas peñas continuarán amenazando con aplastar al
inocente transeunte que, desconociendo el peligro, discurra por aquellos
lugares, extasiado ante la amenidad del paisage; hasta tanto que otra nueva
victima venga á pagar con su vida apatías y descuidos y á escribir con su
sangre nueva protesta contra quienes, debiendo hacerlo, no han procurado quitar
el peligro.
E.P.D. la pobre joven cuya muerte deberas lamentamos”.
Precisamente, en el precitado Desgraciado suceso concluíamos
con: “Como es harto conocido, los desprendimientos continúan un siglo después.
El tramo de autovía entre Los Realejos y San Juan de la Rambla sabe mucho de tal
particular”. El próximo mes de noviembre se cumplirán 124 años del accidente de
la joven y los derrumbes (ver foto) no cesan.
Tengo conocimiento de que se ejecuta el proyecto del tramo
comprendido entre Buen Paso y Las Aguas. Con lo que, únicamente, restaría para
el tan ansiado cierre el trecho más peligroso, el que está ocasionando mayores
quebraderos de cabeza, porque cualquier anomalía causa un monumental
desaguisado en el tráfico de imprevisibles consecuencias. Urge, por lo tanto,
que las administraciones implicadas adopten las medidas que menester fueren.
Salvo que sigamos empeñados en que mueran de ostracismo las poblaciones que se
hallan entre Los Realejos y Buenavista.
Los túneles bajo la cumbre de Erjos avanzan, eso leo, a buen
ritmo. Lo mismo ocurre con los que desde Agaete hasta El Risco permitirán que
llegar a La Aldea deje de ser una odisea. Aunque desde San Nicolás a Mogán
también tiene su miga. Uno, que presume de viajar por las islas (maldita pandemia
que me tiene amarrado) cada vez que la pensión deja un resquicio (ya que nadie
me contrata como personal de confianza), siente sana envidia de contemplar el
estado de las carreteras por el resto del archipiélago canario.
Se ha llegado a un punto en que los lamentos y echar culpas
a los predecesores en la gestión pública, no solo no remedia la problemática y
agiliza el procedimiento, sino que lo enquista más aún. Lo malo es que leyendo
las declaraciones de los alcaldes norteños en relación con el posible trazado
del tercer carril desde La Orotava hasta La Laguna, me asaltan terribles dudas acerca
de la posibilidad de llegar a ponerse de acuerdo en cuestión tan fundamental o,
por el contrario, creen algunos que los intereses partidarios –por mor de puñados
de votos– pueden anteponerse al interés general, que es el de una población que
demanda soluciones y no postureos y pataletas de niño chico.
¿Para cuándo, pues, noticias de mejor porte? Un servidor
también es usuario de la cuestionada vía. En mucha menor medida de quienes su
tránsito es medio de vida, pero asimismo expuesto a que una linda piedra me
ponga en serio aprieto. Así, que, señores de los gobiernos autonómico e insular
(y ÚNANSE alcaldes implicados), a ponerse las pilas hoy mismo, que mañana es
tarde. Qué feliz me harían si no tuviese que volver a escribir de este
particular. Mi agradecimiento sería tal que… seguiría garabateando y exigiendo
todo aquello que crea de interés para el ciudadano.
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