Cuando Ayuntamiento y Cabildo habían alcanzado un principio
de acuerdo para poner término al culebrón (recuerden lo de la ordenanza provisional),
y nos vendieron que el conflicto quedaba resuelto, debieron olvidar ambas
corporaciones que tal requisito, al afectar al Espacio Natural Protegido
Montaña de los Frailes, requería la intervención de la Consejería correspondiente
del Gobierno de Canarias. Que no, hombre (o mujer), que no. Sí lo sabían, pero
lo mismo le dieron el visto bueno para ver si colaba. ¿Que por qué lo pienso?
Por las declaraciones que he leído en prensa de la concejala de Urbanismo en el
ayuntamiento realejero. Luego las mencionaré.
A este torpe maestro de escuela, un rebenque de la
platanera, criado y ensolerado en medio de una enorme finca de La Gorvorana, y
que hoy transita por los plácidos senderos de la jubilación, ya no le restan
más capacidades de asombro. Pero cuando ve que cualquier concejal lo es de un
ramo determinado en un mandato, en el siguiente abarca una nueva competencia (o
delegación) y en el tercero (o cuarto, quinto…) sigue del tingo al tango, piensa
que la osadía en la política no tiene límites. Cuánta capacidad. Que luego no
se refleja en hechos constantes y sonantes.
Entiendo perfectamente lo de ir acompañado el proyecto con
esa memoria ambiental aludida, al tratarse, como asimismo mencioné, de un
Espacio Natural Protegido. Es que de lo contrario esa rimbombante denominación
de Consejería de Transición Ecológica, Lucha contra el Cambio Climático y
Planificación Territorial no tendría razón de ser. Ni, por supuesto, toda la
pléyade de cargos que conforman su organigrama. Entre los que se halla el de viceconsejero
de Lucha por el Cambio Climático, responsabilidad que recae, precisamente, en el
realejero Miguel Ángel Pérez. Lo que bien podría facilitar el diálogo que
reclamamos, máxime cuando también en el cabildo tinerfeño deberá haber alguien
cercano. Lo digo, sencillamente, para que puedan reunirse con más frecuencia y
acelerar una solución que ya tiende a eternizarse. Lo podrían hacer en El
Monasterio. No, por nada, porque si es la propiedad quien deba correr con los
gastos de la obra, ahorramos muchísimo. Hasta en llamadas telefónicas o sellos
de Correos.
“Las administraciones implicadas deberían colaborar para
encontrar una alternativa”, alega Laura Lima. Claro, estimada concejala. ¿Qué
otra cosa podría esperarse? ¿Pretende, acaso, por hipotéticos réditos
electorales, que sigan las riñas y los ciudadanos paguemos la entrada para
contemplarlos? Porque si uno se atiene a las declaraciones habidas en estos
largos meses, casi año y medio, no le queda más remedio que pensar en que ha
faltado diálogo. Que ha habido enquistamiento y un servidor, al menos, cree que
por diferencias ideológicas, cuando lo que se impone es la gestión de un
problema que ya debe causar sonrojo y vergüenza. ¿O no? ¿Se conforman con
pasarse la pelota?
De la información que leí en la prensa, rescato igualmente este
pasaje de la concejala: “El Cabildo se encargará de elaborar esa memoria para
tratar de convencer al Gobierno de Canarias”. En la frase se condensa la
alegría en el reparto de competencias. Que serán premiadas en un futuro con
otras bien diferentes. Porque el que vale, vale. Ya saben lo otro. Eso, para
maestro de escuela. ¿Cómo se le ocurre, señora (o señorita) concejala
manifestar semejante barbaridad? ¿Significa su aseveración que por ser más
afines políticamente las instituciones insular y regional (vale, pon
autonómica), la memoria persuadirá un fisquito más que si la redacta el
ayuntamiento? ¿Qué es eso de convencer? O es legal o no lo es. O se sujeta a la
normativa en vigor o es una chapuza.
¿Será posible? Y tanta gente valiosa por esos mundos y
echaditos a perder por no tener padrinos. Yo mismo, sin ir más lejos. Qué buen coordinador
de cualquier distrito sería. Menos mal que Hacienda ya me devolvió los 1345,50 euros
que me debía. Y ya sabes, mañana el sexto resumen semanal. Cómo pasa el tiempo.
Que se lo digan al muro y a los que sufrimos sus adversidades.
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