Allá por los ochenta del pasado siglo, tras la inauguración
de la Casa de la Cultura, se esbozó la posibilidad de “hacer algo” en su parte
trasera. Incluso la alternativa de cubrir el Barranco de Godínez para establecer
en aquella zona un parque o zona recreativa. Todo quedó en nada. Las arcas
municipales solo contenían telas de araña y en más de una ocasión constituyó
una auténtica odisea el poder abonar las nóminas del personal funcionario y
laboral.
Ahora, cuando es factible llevar a cabo infraestructuras
impensables en aquel entonces, se echan en falta acciones que conviertan al pueblo
en algo más que asfalto y cemento. Darse una vuelta, verbigracia, por La
Matanza, y comprobar cómo con un presupuesto mucho más reducido que el nuestro,
con una población cuatro veces menor que la de Los Realejos, haya sido capaz de
contar con un espacio ─El
Montillo─ que es la
admiración de cuantos lo visitan, debería causar más escozores a los dirigentes
de otros municipios.
Por estos lares parece que seguimos empeñados en llevar el
camino contrario. Un triste ejemplo puede ser el Bosque de La Gorvorana, que,
al igual que la Casona, constituye el paradigma de la desidia y el abandono.
Este –el bosque– que fuera lugar de recalada del turismo en aquellos años que
comenzaba a descollar en Puerto de la Cruz, no vale ni una perra gorda. Allí no
fueron a hacerse la foto los estudiantes universitarios (privados todos ellos).
Hasta Gabriel, el cura, uno de sus principales valedores, fue trasladado. Lo
mismo don Bernardo consideró conveniente el alejamiento. Y al señor alcalde
dejó de molestarle un grano en ciertas partes.
Hace unos meses –creo que fue en un duelo– hablé unos minutos
con un realejero afincado en Los Silos. Con Pedro González (Pedro Barranco) coincidimos en varias facetas,
profesionales y académicas. Y como no nos cobran por pensar (al menos todavía),
cuando tropezamos por ahí damos rienda suelta a ideas. Como ya uno es mayor, te
confieso que no recuerdo si esta –de él– que hoy saco a colación en el blog fue
publicada con anterioridad. Yo creo que no, y en caso contrario, a perdonar el
chocheo.
Esa zona marcada con ese polígono estrellado de seis puntas
y de color rojo (lo pude haber puesto azul, lo mismo cuela más), en la captura
de pantalla que brinda Google Maps, podría (condicional) ser otro Montillo
realejero. Ignoro cuál es la situación actual del planeamiento urbanístico de
ese lugar. Pero no será ello inconveniente para el cambio pertinente en caso de
así ser exigido. Porque Los Realejos, con un descenso poblacional importante en
la última década, no necesita de más desarrollos a la caza y captura de hipotéticos
habitantes. Y no se me aluda a que en tiempos de crisis regresan los que un día emigraron en busca de trabajo, porque
si ello fuera cierto, La Gomera estaría petada. Y aunque Casimiro asfalte
cuantas veces sea menester, lo accesos a Erque y Erquito, sus pobladores siguen
en Tenerife. O el caso de Tejiade, Gerián o Jerduñe. Pero como le votan y “disfrutan”
del entierro gratis… A lo que íbamos. Necesitamos, urgentemente, más
naturaleza, más aire libre, más ocio y esparcimiento.
En los tiempos de José Vicente se cometió, a mi modo de
entender, un desaguisado en La Fuente (costado del poniente de la Playa de Los
Roques). Bueno, el de El Horno (costado del naciente) tampoco está para echar
voladores. Como contrapartida a las conejeras allí fabricadas, se nos vendió un
gran parque. Que hoy contiene un acceso al sendero de la costa (¿ya está
abierto?) , y bajada a la playa, cuya imagen es lastimosa. En este pueblo parece
que es El Socorro el único punto que merece atención. Olvidando que el paisaje
protegido de Rambla de Castro es mucho más que los palmerales y el mirador de
San Pedro.
Como las (los) votantes entienden que por dos besos se deben
perdonar los pecados de omisión, sigan bailando al compás de quien tiene tantos
calderos que atender… y la casa sin barrer. Lo de Gordejuela, por la que ahora
se preocupa el grupo popular gobernante, indecencia elevada a la enésima. Si la
pandemia ha paralizado casi todo, ¿cómo es posible que siga habiendo concejales
liberados cuando sus cometidos han quedado reducidos a la mínima expresión y
cobrando íntegramente los generosos sueldos? ¿Y a dónde van? También es verdad.
Aunque la oposición, inquiero, ¿va por los barrios dando a conocer estos hechos
y sus propuestas o se limita a dos pinceladas en las redes sociales? Te lo
pregunto a ti, estimado lector, porque me deben tener vetado. Con lo que le
encanta a un servidor el “me gusta”.
Somos tan dados a los eslóganes que aquel “Los Realejos,
Natural…mente” quedó sepultado por los cascos de los caballos (del hipódromo).
Hasta “Los Realejos con el deporte” va la par que el tartán del Iván Ramallo.
Mañana más.
No hay comentarios:
Publicar un comentario