Aclarado lo cual –no vaya a ocurrirnos lo
que al folleto del Cabildo de Tenerife, el del error humano que se publicó por
error; sí, échame a mí la culpa–, y como te estarás preguntando el porqué de la
foto con Ángel Víctor y Yaiza Castilla, entremos en el meollo y diseccionemos,
o séase, analicemos:
Sostiene el señor presidente de la
autonomía canaria que estaremos a final de año entre el 70% y 80% de la previsión
económica para este 2021. A saber, si teníamos un barrunto (que suelen hacerse
a medio plazo) para este ejercicio económico en el supuesto de que el virus no
hubiese hecho acto de presencia, ahora, con el bicho en su apogeo, volvemos a
conjeturar que si alcanzamos el 70% de vacunados en el verano (¿principio,
durante o final?), es posible, hay indicios o señales, se presume que en el
último trimestre del año no quepan los turistas en estas peñas atlánticas.
Porque si a pesar de la que está cayendo, se logra ese porcentaje tan elevado,
habría que desechar la propuesta de los expresidentes Paulino y Jerónimo en su
apreciación de que hay que ‘resetear’ Canarias. Y como aún la RAE no recoge ese
derivado del inglés reset, se
convendrá que deberemos recurrir a reponer o reiniciar.
Por lo que, me temo muy mucho, no van los
tiros en la dirección, tantas veces glosada, de diversificar la economía, sino
que, en definitiva, más de lo mismo. Seguiremos dependiendo del turismo e importando
papas, millo, carne y ese largo etcétera en el que tú englobarás todo aquello
que ahora mismo estás pensando. Y si me apuras un poco, hasta bananas, porque
al plátano, al paso que vamos, le pasará lo que a la cochinilla, caña de azúcar
y viñas de buen ver (y mejor beber).
¿Hasta cuándo? Tranquilos que cualquier
otro virus nos volverá a jugar una mala pasada y begin to begin. Con las rentabilidades a corto plazo, sin políticos
que planteen programas de largo recorrido y que tanto echamos de menos, es
decir, planificaciones que marquen los derroteros de Canarias en las próximas
décadas, se impone la inmediatez. Porque es lo que resulta rentable
electoralmente. La visión de un archipiélago en un futuro que no mire el horizonte
de mayo del 23, parece no estar en programa alguno. Y si por un casual se
presenta cualquier bosquejo de la autonomía del 2050 para adelante, por
ejemplo, transcurrido ese plazo: rien de
rien. Cuando lleguemos, acuérdate y volvemos a charlar un fisco.
Ni cambios climáticos ni calentamientos
globales. El día a día. A escapar y poco más. Se nos llena la boca de transiciones
ecológicas y seguimos quemando combustibles a tutiplén. El viento y el sol,
entre otras posibles energías alternativas, siguen siendo, para nuestra
desgracia, entelequias, pues esa introducción a paso de tortuga no augura
mayores esperanzas.
¿Qué solución nos queda? Lanzar al aire
expectativas de que los guiris nos saquen del atolladero. Porque, esa impresión
da, nos hemos vuelto tan acomodaticios que las ideas se obnubilaron. Y cuando
nos vienen mal rodadas, a esperar sentados que nos saquen las castañas del
fuego mediante ayudas. Por consiguiente, la dependencia es total. En todos los
sentidos.
En suma, voy a dar tiempo para que el
Imserso abra la veda y en junio, lo más tardar, ya estaremos viajando rumbo a
Mallorca (la patronal así lo reclama) y que la ministra del ramo se ponga las
pilas para que en septiembre la caza mayor (resto de destinos) quede, asimismo,
expedita. Únase este expediente con los emitidos por Castilla y cuando cerremos
este 2021 y nos zampemos las doce uvas, seguiremos bailando hasta las tantas de
la madrugada (año 2022), ya que los millones de turistas esparcidos por plazas
y rincones de estas perlas atlánticas seguirán aflojando euros y brindando con
espumosos de prestigio. De fondo, Los Sabandeños interpretarán su pasodoble y
yo, embelesado, no daré crédito a lo que mis ojos vislumbran, por lo que me
quitaré el sombrero, iré al ordenador y me cargaré el disco duro a martillazos.
Despertaré a mi mujer, subiremos a la azotea y bajo la tenue luz de la luna
(para coadyuvar a la campaña anticontaminante), bailaremos hasta que nos
sorprenda el amanecer. En el ínterin, para colaborar en ese resurgir económico,
habremos lanzado, dentro de nuestras modestas posibilidades, unos fueguitos de los
Toste. Seguro que alguien, con el bicho ya desaparecido, me felicitará efusivamente.
The end.
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