Pero yo mismo me cojo los dedos porque no sé taparme los
ojos ante lo que no requiere espejuelos. Cuando observo que la casa natal de
Pedro García Cabrera, en el casco de Vallehermoso, no acaba de arrancar como pretendido
espacio cultural ─allá por
febrero de 2021 se nos informaba de una dotación de 600.000 euros para su
puesta a punto (sí, en La Gomera, nada de mezquindades)─ y ahora se nos vuelve a comunicar que se destinarán dos millones de
euros (peccata minuta) para rehabilitar la denominada Hacienda de Ayala, en
Chipude, y convertirla en museo turístico (¿?), amén de otros tres para la
recuperación de bancales (segunda ocasión), no me queda más remedio que
señalarle a Curbelo que ya está bien de sepultar dinero público en faraónicas
infraestructuras que duermen el sueño de los justos. Con el añadido sempiterno
de la generación de puestos de trabajo. Doscientos en esta ocasión. ¿Indefinidos?
Quita, que eso no interesa. Lo mismo se acomodan y se equivocan al coger la
papeleta.
Claro, y como no
le gusta –él se entera de todo y más porque tiene la mejor agencia de espionaje
de todo el mundo mundial– debo tener signada en la frente la marca roja del
veto. En esta isla no existe lo del contraste de pareceres. Conmigo o contra
mí. Si no piensas como yo, cállate. Para luz, la mía; ni el faro de San
Cristóbal. El de la foto. Que no es de ahora, porque entre la calima y la
tierra que llovió, lo mismo debo darme otro salto cuando la posibilidad del
encuadre sea más adecuada. Aunque alguna traje. En la cámara y en el móvil,
pero no me ha dado tiempo de visionarlas un fisco. Disparé, no obstante, en
otra (mega)estructura: la del mirador del Cristo del Machal. Obra en la que se
trabaja actualmente, tras muchos años de idas y venidas. Y espero que
planifiquen adecuadamente su funcionamiento y no se convierta en otro pufo más.
¡Ah!, y que tengan previsto la desaparición de las diferentes antenas que afean
la vista a la capital e instalaciones portuarias.
Por cierto, me imagino
que tendrán a buen recaudo la obra del escultor bilbaíno José Larrea Echániz,
bendecida allá por julio de 1964 por el Obispo Franco Gascón. Me congratularía
que en la reinauguración no se halle presente el actual, Bernardo Álvarez, pues
sería señal inequívoca de que el Papa se lo haya cargado por lenguaraz, amén de
otros piropos de igual o mayor porte.
Mañana es festivo en mi pueblo (San Vicente) y pasado,
domingo 23, se cumplirán 37 años que hubo pleno extraordinario en el
ayuntamiento realejero (actual biblioteca), sesión en la que se contó con la
presencia del vicepresidente del gobierno canario, Juan Alberto Martín,
fallecido en diciembre de 2020, y en la que el portavoz del grupo opositor
(bueno, uno de ellos, porque aunque eran seis concejales de AP-PDP-UL, al final
acabaron bailando sueltos), ya lotero por ese entonces, me puso a caer de un
burro cuando ni siquiera un servidor había comenzado a ‘rebuznar’. ¿Más
detalles? En las memorias.
Así que, estimados, hasta el lunes. En unos días, san cobro.
Y en una semana, fin de la cuesta.
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