Hoy, en los pueblos creyentes, / es el día de Inocentes; /
hoy, para el hombre que crea, / es la conmemoración / de aquella degollación / de
los chicos de Judea.
En este día se engaña / ─cosa clásica en España─
/ a todo bicho viviente. / Se toma a cualquiera el pelo / lanzándole
este camelo: / ¡Pasaste por inocente!
Y yo, con mi poca luz, / comprendo que en Santa Cruz / es
una enorme primada / decir (¿quién lo creería?) / que solamente este día, / es
día de inocentada.
Porque en esta capital, / el ciudadano formal, honrado,
patriota y serio, / está casi diariamente / pasando por inocente: / Esto no es
ningún misterio.
Si se queja un ciudadano, / el concejal don Fulano / dice:
"se arreglará eso"; / y el ciudadano se va, / sin suponerse quizá / que
han de dárselas con queso.
Yo, el infrascrito "Nijota", / chico serio y buen
patriota, / que llevo dentro del casco / ciento cincuenta y un ripio, / creo
siempre al Municipio / y... ¡me llevo cada chasco!
Y como yo, tú, lector, / serás a más y mejor / engañado
arteramente, / y estarás, cada momento, / por mor del Ayuntamiento, / pasando
por inocente.
Si cuando a la Plaza fuiste, / igual que yo te creíste, / pensando
sensatamente / que arreglarían muy pronto / la escalinata, ¡qué tonto! / ¡Pasaste
por inocente!
Si vives en las afueras / y, al pasar por las aceras, / que
se hallan pésimamente / creíste a los que decían / que pronto se compondrían, /
¡pasaste por inocente!
Si en el tranvía has viajado / y has, esperado confiado / que
vaya más velozmente, / y que el precio se abarate, / y el viajero no se mate, /
¡pasaste por inocente!
Aquí, las autoridades / encuentran (valgan verdades) / gente
propicia al engaño, / y hacen días de Inocentes, / para engañar a las gentes, /
todos los días del año.
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Y la segunda: Pedro García Sánchez, nacido en Los Realejos,
padre del gran poeta Pedro García Cabrera (Vallehermoso, 1905 – Santa Cruz de
Tenerife, 1981), estuvo como maestro de instrucción primaria durante varios
cursos en Arure y Vallehermoso. Se había casado en segundas nupcias con Petra
Cabrera Fernández. En 1913 es destinado a Sevilla, de donde regresa a La Gomera
en 1915, para trasladarse en 1921 a la escuela de San Andrés (Santa Cruz de
Tenerife). Hijo, a su vez, de otro maestro, Diego García de la Vega [recuerden
que Diego García Cabrera, que heredó el nombre de su abuelo, era hermano menor
que Pedro, y fue fundador del grupo Los Huaracheros], quien regentara la
escuela de niños de San Juan, o de la Villa Arriba (La Orotava), y casado con
la maestra de la escuela de niñas del mismo lugar, Dolores Sánchez Peña. Tuvo
don Diego cierto rifirrafe con el cura de la parroquia de San Juan, con un
interesante intercambio epistolar, hecho que recogemos en nuestra tesis
doctoral. Lo mismo mañana…
Pero hoy nos ceñimos a un artículo periodístico del citado
Pedro García Sánchez, que publicó La
Opinión, el 28 de diciembre de 1911, en su página 1:
Desde Vallehermoso de La Gomera. Herencia municipal. A los
nuevos concejales D. Ángel Carrillo, D. Pedro Trujillo, D. Daniel González, D. Domingo
Mora, D. Domingo Fariña y D. Alonso Fernández.
«No
proclamados por el voto popular, pero sí en virtud del artículo 29 de la Ley
Electoral, vais desde 1.° de Enero del año 1912, a ocupar los escaños de este
Ayuntamiento, investidos con la autoridad que os dan los poderes públicos, y
encargados de la honrosa y sacratísima misión de velar por los intereses del
pueblo que os vio nacer.
El año que termina huye presuroso, batiendo sus negras alas,
á confundirse con sus pretéritos hermanos y os dejan una herencia municipal tan
pobre y anémica de grandezas, como rica y abundante de desaciertos y abandonos,
tan exhausta de nobles iniciativas, como pletórica de enervador indiferentismo.
Fijad por un solo momento la mirada en esa herencia, sondead
sus antros, y si amáis á vuestro pueblo, si aún laten vuestros corazones á
impulsos de la dignidad local, la tristeza y el dolor os envolverá en su manto.
Tended la vista en derredor y contempláis nuestros caminos
que cual haraposos mendigos, nos enseñan sus desgarrados músculos, llenos de
gangrena, cayéndose á pedazos, revelando la incuria y el abandono más
lamentable. La higiene ríe descarada y sarcásticamente, ante los muchísimos
focos de pestilencia y suciedad que surgen por doquier. Los huesos de vuestros
antepasados, se entrechocan, cual si bailaran danza macabra, al surgir de sus
tumbas, por la estrechez de nuestro ya insuficiente camposanto. La instrucción
pública, oculta en un rincón, llora su soledad y abandono, falta de protección
y sangre vital que la rejuvenezca. El servicio de correos declarado en huelga,
canta la palinodia cual alocado pilluelo, burlándose de nuestra criminal condescendencia.
Las concesiones que de tarde en tarde hacen los gobiernos, como caminos,
carreteras, teléfonos, llegan un momento á las cumbres de nuestras montañas, se
asoman tímidas á este valle y haciendo una mueca burlesca, se alejan y
desaparece, como nubécula de verano. La asistencia gratuita módico facultativa,
aun se está empollando y no sabemos lo que al fin saldrá del cascarón, si una
paloma con el ramo de oliva emblema de la paz, ó un buitre de aceradas garras.
Los proyectos y mejoras que el Municipio debe apadrinar ó impulsar son tratados
como huéspedes inoportunos. Las verdaderas aspiraciones locales, de interés
general, que miden el grado de cultura de un pueblo, pasan, si es que pasan
alguna vez, por la mente de los intelectuales, con la rapidez de estrellas
fugaces. El erario municipal exhausto, la negligencia por oficio, el no me
importa por blasón...
He ahí la triste herencia que se os entrega, la llaga
cancerosa de nuestra administración. Es bochornoso sacarla á la vergüenza
pública y algunos espíritus débiles rugirán indignados del modo de exponer
nuestras vergüenzas, pero yo me he propuesto decir la verdad, pese á quien
pese.
He ahí, señores Concejales, la finca llena de broza que vais
á cultivar, el cenagoso pantano que desecar; he ahí los miasmas deletéreos que
habéis de respirar. La empresa no es obra de titanes, solo requiere una
voluntad decidida y una gran constancia: amor á nuestro suelo. He aquí todo.
¡Que vuestra gestión sea más fecunda que la de vuestros
predecesores y nuevas brisas de regeneración saneen este Valle de añejos y
arraigados prejuicios!»
La expresión
“miasmas deletéreos” era muy utilizada por los maestros del entonces para
protestar ante las autoridades locales por las condiciones lamentables de los
retretes de las escuelas, que despedían olores nauseabundos.
Hasta mañana. Y
cuídense de las inocentadas.
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