Comencemos con El Progreso:
“Plausible medida. Contra el erotismo precoz.
Hace pocos días que se acercaron á nuestra Redacción algunos
honrados padres de familia, rogándonos que por nuestro conducto hiciéramos
llegar á oídos del señor Gobernador las abusivas mañas y torpes argucias de que
se valían las sacerdotisas de Príapo que se ocultan en cierto templo de la
calle de la Curva de esta Capital, para atraerse la voluntad de imberbes
jovenzuelos que á falta de dinero con que pagar los lúbricos halagos que
recibían, merodeaban en las gavetas de sus casas y cargaban con valiosos
objetos de los establecimientos de sus padres, todo lo que después ponían á los
pies de las flacas diosas.
También nuestro estimado colega La Prensa denunció que en la
calle del Humo existía otro refugio de pecadoras, las cuales ponían en práctica
semejantes medios á los empleados por sus hermanas de la Curva.
Ante estas repetidas denuncias, y ante la magnitud del abuso
cometido con los menores que además de enfangados en un vicio precoz atentaban
contra la propiedad de sus padres para saciar el egoísmo de unas cuantas bagasas,
el Gobernador civil de la Provincia señor Eulate, una vez comprobada la
veracidad de los sueltos publicados por nosotros y La Prensa ha ordenado la
clausura de los dos citados antros de corrupción, entregando al Juzgado á la
dueña del establecido en la calle de la Curva.
Nosotros, en nuestra sincerísima imparcialidad, mil veces
demostrada, nos complacemos hoy en enviar un aplauso entusiasta al General
Eulate. Así debe precederse cuando la desgracia en que hayan podido caer unas
cuantas mujeres, se trueca en egoísmo y maldad, y la carroña en que se
envuelven amenaza hacer presa en inocentes hijos de familia convirtiéndose
ellos y sus padres en víctimas de semejantes monstruosidades.
Y si esta lección de ahora no fuera bastante, no olvide el
Sr. Gobernador que en muchos templos que aun permanecen abiertos, también han
ido menores y también han sido admitidos. Pero desde luego suponemos que el
triste caso no se repita”.
Y su colega La Prensa:
“Voces de la calle.
Para nuestras autoridades.
Nuevamente se acercan á nosotros algunos vecinos de la calle
del Humo para lamentarse de las cosas que ocurren en aquel lugar.
Uno de los vecinos nos relata escenas y episodios que demuestran
el gran abandono en que se tienen aquí la higiene y la moralidad pública.
Hace días se habló en La Prensa de los escándalos que se
promueven en la casa de lenocinio número 26, pero las cosas continúan lo mismo,
si no peor. Grupos de mozalbetes sitúanse en las puertas de ese lupanar, y con
sus palabrotas obligan á los vecinos á encerrarse en sus casas, ó se dedican
otras veces á tirar piedras á las ventanas del edificio en cuestión, que
presenta un aspecto por todos conceptos lamentable.
La infancia de aquel barrio se está pervirtiendo con los
espectáculos impúdicos é indecorosos que allí se desarrollan todos los días,
sin que nadie se ocupe en evitarlos.
No menos censurable es lo que ocurre en materia de higiene
en la calle del Humo. La suciedad es enorme, y lo mismo en las viviendas que en
la calle, la salud se halla en constante peligro.
De noche, la calle del Humo resulta poco menos que
intransitable. El matonismo, la embriaguez, la insolencia se adueñan de todo, y
los vecinos tienen que recluirse en sus casas desde las primeras horas.
Como se ve, es una delicia vivir en la calle del Humo.
Para el gobernador
La moral vuelve á andar por los suelos en algunos barrios de
la población. No es solo la calle del Humo; son todas donde el vicio tiene sus
guaridas, las que piden una enérgica compaña moralizadora.
Hace días denunció El Progreso ciertos escandalosos
‘reclamos’ para atraer á la infancia á tempranas liviandades. Estos hechos se
repiten con frecuencia y llega ya á limites inconcebibles la procacidad
callejera.
En tanto, las autoridades, la policía y los padres de
familia, permitiendo con su abandono esos espectáculos de corrupción.
Sr. Gobernador, esperamos que U. S. dicte órdenes severas y
adopte medidas radicales para evitar esos escándalos”.
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Mañana dejaré a un lado estos rescates de hemeroteca y haré
un alto en el camino porque debo felicitar a un buen amigo. Hasta entonces.
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