miércoles, 22 de diciembre de 2021

204. ¿Langostas o cigarrones?

El Fiscal fue un periódico palmero (político independiente y de intereses generales; se publicaba los días 3, 7, 11, 15, 18, 22, 26 y 30, con suscripción de 1 peseta al mes) que el 22 de diciembre de 1901 (domingo), en su ejemplar número 88 (año II) insertaba una crónica, páginas 2 y 3, del corresponsal en Güímar, que daba cuenta de una terrible plaga de langosta (yo siempre los conocí por cigarrones y en el libro Pepillo y Juanillo hay un capítulo dedicado a esa invasión, porque en 1958 me tocó vivir un episodio de tales características). De esta última (hubo otras menos dañinas, como las de 1988 y 2004) te dejo el siguiente enlace por si te apetece echar una visual al vídeo –debe ser un extracto del NO-DO (acrónimo de Noticiario y Documentales) del entonces, en el que se relata el acontecimiento en algunas poblaciones del sur tinerfeño: https://youtu.be/fp3HN7Efi1s.

Bajo el título de La langosta se incluía el texto que seguidamente se reproduce. Aclaro que era frecuente el que en las cabeceras de la época se copiaran crónicas ajenas, haciendo siempre la aclaración pertinente, como es el caso que nos atañe.

“Con fecha 2 de los corrientes vuelve á escribir sobre esta terrible plaga, á nuestro estimado colega Cronista de Tenerife, su Corresponsal en Güímar, lo siguiente:

El día treinta del pasado se presentó de nuevo la langosta en este pueblo, Arafo y Candelaria, en tanta abundancia, que cundió el pánico por todo el Valle al ver que iban devastando todos los sembrados donde aquella nube de ortópteros se pasaba. Los propietarios adoptaron inmediatamente todas aquellas medidas rudimentarias que son del caso, tales como hacer ruido con cacharros, encender hogueras, etc., y mandando á la costa vigías para ver donde la temible colonia hacía noche. Sus esfuerzos no resultaron estériles, pues sabiendo los vecinos donde acamparon, á una señal de fuego, hecha á la una de la madrugada, se reunió el pueblo provisto de hachones de petróleo y dirigiéndose al sitio indicado por los vigías hicieron una mortandad tan grande que fué imposible calcular el número de quintales que destruyeron. Idéntica operación practicaron en la mañana de hoy logrando el mismo éxito.

Este procedimiento creo sea el más práctico y de mejores resultados para extinguir la plaga y debe servir  de ejemplo a los demás pueblos, aunque me consta que Candelaria y Arafo hace tres días con tres noches que no deja un momento de reposo al enemigo.

Los vecinos del referido pueblo de Arafo, bien penetrados de que el daño afecta á todos los pueblos por igual, mandaron una comisión á esta Villa de Güímar, ofreciendo su cooperación para que cuanto sea necesario, si el caso lo requiere, atacar simultaneamente a la vez, como lo efectuaron en la madrugada de hoy con los resultados brillantísimos que hemos visto.

El día 29 del pasado estuvo en esta Villa el Sr. Ingeniero Agrónomo, el que pudo apreciar por sí mismo la magnitud de la invasión. Dicho funcionario que no disponía de medio alguno para atacar con eficacia y energía la devastadora plaga, porque el Estado parece que ignora los males que pesan sobre esta región, nos recomendó que siguiéramos el mismo sistema de antemano adoptado y que los gastos que se ocasionaran podíamos sacarlos, según la ley, cargando el dos por ciento sobre la contribución territorial y el diez sobre la industrial.

De modo que si éstos son los recursos que el Gobierno proporciona, ¡pobres de nosotros! Con semejante abandono dentro de poco tiempo la langosta será dueña y señora de nuestras devastadas propiedades.

Es necesario que nuestro Gobierno (el de la patria chica) mire con más interés esta plaga; que se fije en esta población tan numerosa que está expuesta a pasar muchos días de hambre en un plazo no muy lejano; pues en cuanto se agoten las existencias de lo recolectado, empezarán á notarse las consecuencias de la indiferencia con que mira el porvenir de sus administrados.

Los pueblos invadidos cumplen con su deber, hacen todos los sacrificios posibles; están prontos al llamamiento de las autoridades, pero no pueden trabajar sin recursos y sin comer”.

Con este relato y las imágenes del vídeo, los más jóvenes del lugar se podrán hacer una idea de cómo estas plagas arrasan con todo lo habido y por haber. Recuerdo en la de 1958, cómo una huerta de papas desapareció en apenas unos minutos ante la voracidad de aquel ejército invasor.

Hasta mañana en que volveré a un pueblo sin alcalde.

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