jueves, 9 de diciembre de 2021

195. Deriva fiestera

Cuando se está en política, y, sobre todo, si eres cargo público, es conveniente mirarse el ombligo siquiera de vez en cuando. Aparte de recluirse periódicamente para las pertinentes curas de humildad. Bueno, ejercicios espirituales para los creyentes. Que no deban echarte en cara que la prepotencia es mala consejera. Y a fe que algunos van de sobrados. No te miran por arriba del hombro porque su estatura no se lo permite, pero son capaces de subirse a una silla con tal de tocarte las orejas. Ya lo decía mi padre, que en paz descanse: hombre chiquito, hombre currito. De medir de 1,90 para arriba, agüita. Como cuando mi madre, que en paz descanse también, vio la foto de cierto candidato en unas elecciones locales y dijo que si salía elegido tendrían que ampliar la puerta del ayuntamiento.

Viene lo anterior a cuento de ciertas argumentaciones por parte de miembros de una formación política que se halla, verbigracia, en la oposición (el lugar lo puedes fijar a tu libre albedrío), sin prestar la debida atención a lo que acontece en localidad vecina. Porque no es de recibo que si se pone en solfa cualquier actividad del que gobierna, no vaya a ocurrir que mis correligionarios colindantes lleven a cabo, y quizás amplificado, un yerro similar cuando son ellos los aupados a la poltrona. Y si todo se redujera a ópticas y cristales (yo solo me dedico a lo mío), pon más cuidado no sea que te juzguen con idéntica vara de medir. No oses, además, a tildar de sectario a quien pone en tela de juicio tus valoraciones, pues bien deberías conocer sublimes preceptos constitucionales. ¿O valen, única y exclusivamente, para beneficio propio? Leguleyos, los justos y en los ambientes de rigor.

Cada cual elige el líquido en el que nadar. A la mayoría nos basta con unos litros de agua sin contaminar, a ser posible. Pero la minoría del fango hace más ruido. Se nota cuando chapotean. Y como salpican el espejo, no se ven. Entienden, por consiguiente, que todo el monte es orégano. Creen a pie juntillas que todos participamos de ese juego en el limo y no se percatan de que, a lo peor, circulan en sentido contrario obnubilados por la porquería que cubre sus ojos. Debe ser un reflejo, más bien opaco, del fomento de las relaciones interpersonales que propugnan las artes marciales, vietnamitas o no.

Y de preámbulo ya está bien. Ahora corresponde situarnos en una hipotética población (ciudad, villa o pueblo) donde un supuesto partido político (condenado, o no, por papeles y reformas; o por haberse ido a un Bar de cenas, o no) practica su labor de oposición con intervenciones (o notas de prensa) en las que destacan que la máxima autoridad (de otra formación política, of course) basa su gestión en actos lúdicos, cuando no banalidades. Que se saca fotos por lo más nimio e insignificante. Que usa los medios públicos (podrían ser las redes sociales del ayuntamiento o apuntes del gabinete que pagamos todos) para promocionarse de manera continuada. Que aplica constantemente el rodillo (se adjetiva con la ideología pertinente). Que se halla permanentemente de fiestas, lo que no le permite centrarse en el verdadero quehacer municipal. Por lo que se le aconseja abandonar la deriva fiestera y se dedique a lo verdaderamente importante.

Uno debe ser consciente de sus muchas limitaciones. Pero, al tiempo, no correr tupido velo sobre aquello que medianamente domina. Y, modestia aparte, algo sé de mi pueblo realejero. Más por viejo que por sabio, que de esto último renqueo en demasía. Cavilo, asimismo, que no debo ser el único que mientras patea, observa y medita. Por lo que pienso hallarme en condiciones de afirmar tajantemente que si debiéramos poner un retrato a todo lo enunciado en el párrafo anterior, vendría a resultar que, a lo mejor, se le(s) viró la tortilla al imaginario autor (o autores) de los argumentos precedentes. ¿Contrarrestar con ejemplos? Qué ejercicio matemático más simple.

En la fotografía, un operario limpia con la máquina recién adquirida por el ayuntamiento las instalaciones del Lago Martiánez. No atisbo políticos del equipo de gobierno. Bueno, por si acaso, ignoro la identidad del que se vislumbra al fondo. Ahora invito a los realejeros que no se deben, a que ejerzan el derecho de expresar y difundir libremente los pensamientos, ideas y opiniones a través del medio que consideren conveniente. Abstenerse, please, los lameculos (personas aduladoras y serviles). Si por ello tengo una visión sectaria, más de uno requiere espejuelos urgentemente. Echamos de menos tus maneras comedidas, Lope Afonso.

Deriva fiestera, dice. O dicen. Fotos, dice. O dicen. Chiquita falta de ignorancia. ¿Quieres ─o quieren─ un dosier completo?

Mañana más, si no me citan del juzgado. Chanchullos peores se han visto.

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