Pero hoy, 16 de diciembre, y después de muchos años sin
hacerlo, me apetece enviar mis más cordiales saludos al amigo de la foto. Me
chiva el Facebook este que cumple 73 años. Sesenta y trece, que dirían los
franceses. Y todavía el personaje se muestra activo. Lo mismo escribe un artículo
de opinión, que enjareta unas cuantas décimas o se camina varios miles de pasos
a pesar de dos fracturas en la pierna derecha. Cuando no sube a Las Abiertas y
se pone a quitar hierbas en los poyos de las calas (orejas de burro) o de las
hortensias (flor de mundo). Ahora con mucho más cuidado para no volver a medir
cierta pared, de la que bajó directamente para que lo metieran en una
ambulancia con rumbo al Hospital del Norte y luego a Hospiten Bellevue (San
Fernando). Al primero de los establecimientos regresó hace unos días para
vacunarse y, al tiempo, echar una visual con más fundamento, porque la vez
anterior solo columbró las luces del techo. Ir en camilla implica ciertos
inconvenientes.
Sugiero al amigo que me conceda licencia, ya que estoy, para
demandar de quien proceda que habiliten unos aparcamientos decentes en ese
centro médico icodense. Bien está el que se incrementen las prestaciones
ambulatorias. Pero ello conlleva, inexorablemente, que se aumente, asimismo, el
número de visitantes. Y estos días pasados con motivo de las terceras dosis,
meter el pobre coche en aquel descampado de tierra constituye toda una odisea.
Había un bache (o socavón; la mala palabra hoy no la escribo) que menos mal que
el fotingo es bastante alto, que si no me deja los bajos más raspados que el
bolsillo a final de mes.
Como me debo a los incondicionales y muchos de ellos no
están al cabo de saber el porqué se merece el señor de la foto el que yo le
dedique una de las entradas (o post) de este blog (que se iba a denominar ‘el
del sombrerito’, pero que se quedó en ‘el del sombrero’ para que no me tacharan
de poco original, y hasta aquí puedo leer) te diré que se jubiló el 30 de junio
de 2009. No, no hace falta que hagas números. Dice que se acogió a cierta
normativa que permitía –creo que sigue vigente– a los funcionarios (chiquito
chollo) sumarse al gremio de las clases pasivas si cumplía estas dos
condiciones: haber cumplido 60 años y contar con más de 35 de servicios.
Me contó, además, que después de haber estado metido en
diversos berenjenales, o fregados, ha decidido no escribir un libro de memorias
que poder sumar a otras publicaciones. Los tiempos han cambiado tanto que la
aparición del cartelito “ver más”, supone un sacrificio difícilmente superable.
Quédale la magua, no obstante, de no poder contar las viejas andanzas de cuando
nacieron los movimientos asociativos. Primero, los de padres y madres. Más
tarde, los vecinales. De todas esas aventuras –quizás mucho más de las
primeras– largo y tendido habría que explicarle a los colectivos actuales con
sus flamantes locales. Que se construyeron, parece, por generación espontánea. La
cultura del esfuerzo y la dedicación pasaron a mejor vida.
Puede que algo vea la luz si un grupo de jóvenes realejeros
tiene éxito en su intento de plasmar peripecias de los exalcaldes del
municipio. Es una idea, me dijeron, que deberá contar con el apoyo financiero
del ayuntamiento. Con este, me señala, no tendrán mayor problema los actuales
dirigentes porque es tan poco el tiempo que estuvo que lo suyo cabe en página y
media. Así que como no piensa cambiar su manera de pensar acerca de lo que
llama política moderna, se echa a un lado y deja paso a quienes ocuparán varios
capítulos. O todo el libro. Porque el muro de La Montaña, por ejemplo, da para
un centenar de planas. Y doscientas más de fotos.
Transita, pues, el joven de la foto, por el decimotercer
curso sabático. Mal que a nadie le desea porque hay días en que no tiene tiempo
de terminar la tarea. Ya que a lo señalado unos párrafos atrás, deben ustedes
sumarle los oficios de chófer, cuidador de nietos, regar las plantas, limpiar
la azotea (incluyan cenizas volcánicas), rampa del garaje, patio… Y recorrer
las islas siempre que puede. Ahí lo tienen, verbigracia, con el volcán palmero.
Esperando, claro, que Casimiro lo nombre visitante ilustre de La Gomera. Deja
ver si coincide con Angela Merkel –ya que ella ahora tiene más tiempo libre– y
se saca una foto para presumir como uno que dice conocer bien y que si antes no
lo veía, ahora menos.
Bueno, compañero, disfruta todo lo que puedas. Ya sabes que
los sagitarios son de lo más positivo del zodíaco. Leo que son versátiles y les encanta la aventura y lo desconocido. Tienen la
mente abierta a nuevas ideas y experiencias y mantienen una actitud optimista
incluso cuando las cosas se les ponen difíciles. Son fiables, honestos, buenos,
sinceros y dispuestos a luchar por buenas causas. No te podrás quejar.
Cuidado con las celebraciones –solo la familia cercana– pues el bicho sigue
haciendo de las suyas y no es cuestión de estropear lo hasta ahora conseguido.
Reitero las felicitaciones. Cuídese. Y siga escribiendo, carajo, que al menos
me entretiene de lunes a viernes. Y algún sábado en que el fotogénico… Vale ya.
Hasta mañana.
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