“En otros pueblos. En la Villa de la Orotava el viento
empezó de 8 a 8 y media de la noche del jueves, con intensidad grande,
rompiendo cristales y derribando algunos techos viejos.
Siguió cada vez más fuerte, al punto que partió a la mitad
la secular palmera del jardín del Marqués del Sauzal, la más alta que había en
la isla y se desplomó la Cruz que es remate de la torre del reloj de la
parroquia de la Concepción. Tuvieron que atar el órgano de la Parroquia de San
Juan, llegando a tal punto que se vieron precisados a tocar a arrebato. El
edificio en construcción por los Hermanos de la Doctrina Cristiana ha sufrido
también grandes desperfectos.
[…] En Tejina, Bajamar y la Punta, el temporal ha causado
muchos daños. El Barranco de la Cueva, de Tejina, ha llegado al mismo sitio que
en el año del gran diluvio que hubo en esta isla.
En el Valle de Guerra también se han dejado sentir los
temporales. La lluvia y el viento comenzaron el jueves al mediodía, continuando
hasta muy entrada la noche.
El agua ha ocasionado en los sembrados grandes daños e
igualmente en las casas, algunas de las cuales quedaron completamente
descubiertas teniendo sus habitantes que abandonarlas para no perecer.
Varias charcas reventaron ocasionando desperfectos en los
terrenos.
La puerta de la iglesia fue abierta y derribada. El viento
hizo de las suyas en el interior del templo. La vidriera del nicho de Ntra.
Sra. del Rosario fue hecha pedazos, cayendo al suelo la hermosa imagen, que
sufrió algunos desperfectos”.
Y del telegrama que el alcalde Güímar envía al Gobierno
Civil, destacar:
“Puedo asegurar V. E. que las noticias que le comunico se
hallan desprovistas de la acostumbrada exageración en estos casos, pues ni un
solo edificio salvóse del temporal, encontrándose los campos completamente
arrasados y por tanto destruidas en su totalidad las cosechas, no teniéndose
memoria de otro tan grave azote.
Ya imaginará V. E. la magnitud de los daños sufridos.
En cuanto a desgracias personales solo se tienen hasta ahora
noticias de algunas personas heridas”.
En la página 1 de La
Prensa, diario de la mañana, de ese mismo día 6 de enero de 1918, también
estas pinceladas:
“Grandes destrozos en Güímar. Entre los kilómetros 35 y 36
de la carretera del Sur, ha sido cortada ésta como unos treinta metros, por
efecto de las corrientes de las aguas afluyentes de la cumbre.
El trozo de la misma carretera, comprendida en la parte llamada
La Ladera, ha quedado intransitable para los carruajes, por los
desprendimientos de enormes piedras.
Por los barrancos, y arrastradas por las corrientes, se han
visto algunas reses vacunas, cabrías y ganado de cerdo, y enseres de labranza.
En Valle Guerra. El temporal ocasionó en los sembrados
innumerables daños e igualmente en las casas, algunas de las cuales quedaron
completamente descubiertas, teniendo sus habitantes que abandonarlas para no
perecer.
Los árboles están casi todos arrancados de cuajo.
Las charcas reventaron, ocasionando desperfectos en los
terrenos.
La puerta de la iglesia, a pesar de tener tres cerrojos de
hierro y un palo detrás como de ocho centímetros de grueso, fué abierta y
derribada.
Abierta la puerta, el viento hizo de las suyas en el
interior del templo. La vidriera del nicho de Nuestra Señora del Rosario fué
hecha pedazos, cayendo al suelo la imagen, rompiéndosele dos dedos de una de
las manos.
Varias vidrieras del templo han desaparecido.
Las pérdidas que los temporales han ocasionado son grandes.
En Tacoronte. Los fuertes temporales de agua y viento,
desencadenados anteanoche han arrancado infinidad de eucaliptos en la carretera
del Norte, interceptando el tránsito y rompiendo los cables del Tranvía .
Fuera de la carretera muchos árboles fueron también
arrancados, sufriendo desperfectos varías casas particulares.
Hasta la presente, no se tienen noticias de que en esta
demarcación, haya ocurrido desgracias personales”.
Y con respecto al accidente del operario en el puerto
santacrucero, ya mencionado en el post anterior:
“El joven de esta capital, Virgilio García Bethencourt,
hallándose ayer en la playa de María Jiménez, junto al sitio donde embarrancó
el Juanito, tuvo la desdichada idea de arrojarse al mar para recoger unos
tablones procedentes de dicho buque, con tan mala fortuna, que fue arrastrado
por el oleaje, desapareciendo a impulsos de las corrientes.
El infortunado joven contaba 20 años de edad y habitaba con
sus padres en la calle de Canales Bajas, número 13.
Antes de arrojarse al mar, dejó en la playa sus ropas, de
las que se incautó el Inspector del distrito del Toscal para entregarlas al
Juzgado.
El padre de la víctima, Marcos García, hállase empleado en
la casa de los señores Hamilton.
D. E P. el desdichado joven y reciban sus familiares nuestro
pésame”.
---------------
Como la información al respecto fue abundante y las
cabeceras existentes en el entonces también diversas, haremos una excepción y
continuaremos con la narración este fin de semana. Por lo tanto, hasta mañana.
No hay comentarios:
Publicar un comentario