Me recuerda esta campaña a aquella otra que llevó por los
colegios a una serie de animales para que los alumnos modernos supieran que la
leche, por ejemplo, es producida por un cuadrúpedo que no se llama Mercadona.
Aunque en Icod el Alto y Palo Blanco fueron los escolares los que dieron la
lección por razones más que obvias. Y lo que más me llamó la atención fue que
en las fotos de la publicidad (qué generosas son esas partidas presupuestarias)
aparecían más políticos luciendo palmito que baifos y conejos. Pues la verdad,
burros, lo que se dice burros, no sé.
Pero es la tónica dominante en las sesiones fotográficas a
las que nos tiene acostumbrados Manuel Domínguez cuando se escaquea del
Parlamento, a saber, lunes y viernes. Saben de sobra mis estimados lectores que
en los diecisiete autonómicos y en el ubicado en la Carrera de San Jerónimo, el
trabajo (no te rías) se restringe a una jornada de tres días semanales (martes
a jueves) en aquellas épocas en los que hay algo que debatir (más bien
escasas), ya que en el resto (casi siempre) podrás observar a sus señorías del
tingo al tango. Incluso con reuniones de sus respectivas formaciones políticas,
mientras siguen cobrando del erario público y tú pagando impuestos para que
ellos –y ellas– luzcan palmito.
Volvamos, no obstante, al tema que hoy nos concita. Como se
trata de una nueva línea de subvenciones, me asalta la duda de si podrán
encuadrarme en el apartado de persona física propietaria de una explotación
agraria dedicada al cultivo (en macetas y en poyo) de orejas de burro. Modesta,
eso sí, pero entiendo que con mucho más derecho que al menos tres de los
retratados. Y es que aunque se mencione lo de agraria –y no ganadera, como
debería ser más lógico, ya que de animales se trata– nadie podrá objetarme que
mis plantas guardan relación con ambos sectores. Si así no lo entendiese,
habría recurrido a mencionarlas como foniles o calas. Además, y a los
comentarios de plazas, rincones y bares me remito, orejas de burro son las que
nos prestan demasiados cargos públicos en el ejercicio de sus funciones. No
digo que los aquí reflejados, pero podrían serlo perfectamente.
Sí que me parece oportuno, sin embargo, que la instantánea
se haya llevado a cabo en esta instalación –ignoro su ubicación–, pues la
necesidad de mejora salta a la vista. Sobre todo, en el particular de la instalación
eléctrica, ya que no pasaría una somera revisión al respecto. Me imagino que el
concejal de servicios se halle ahí presente por esa circunstancia.
En este asunto de las fotos del bien quedar, el ayuntamiento
de mi pueblo, mejor, su grupo de gobierno, guarda ciertas concomitancias con la
televisión canaria, que se ha dedicado a premiar a sus corresponsales en las
islas con un viajito a La Palma para ver el espectáculo volcánico y terminar
por caer, como tantos otros medios, en la fiesta del amarillismo. ¿Te pongo
ejemplos? Sí, discrepo de tanta felicitación. Pero ese es otro debate. Que
estoy dispuesto a abrir si fuese menester.
Igual hace Manolo con su nutrida corte palmaria (que da
palmas). Los monta en coche oficial y los lleva a retratar. Como cuando
bajábamos en la guagua hasta el estudio de don Imeldo Bello Baeza en la Punta
de la Carretera. ¿Dónde habrá acabado ese cúmulo de vivencias que guardaba el
fotógrafo-montañero en su vivienda de Los Potreros?
En fin, Manolo, sigue así, en tu línea. Lo tuyo son poses y
boberías. Los temas candentes, los asuntos de calado y enjundia, en esa gaveta
que ya debe rebosar. Desechado el hipódromo –tras tres convocatorias fallidas
en sendos programas electorales– ahora correspondería que añadieses a ese
voluminoso álbum (¿trabajo para el cronista oficial?) unas sesiones en las
ruinas monumentales de nuestra Villa Histórica. Hay para dar y tomar. Algunas
son de propiedad municipal.
En fin, me voy a caminar un fisco para comprobar cómo anda
la calidad ambiental, porque contemplando de nuevo la foto vislumbro que el
bienestar animal progresa adecuadamente.
¿Irónico yo? A ti te lo oigo.
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