viernes, 5 de noviembre de 2021

170. Cronista oficial

En octubre próximo pasado, el alcalde de Los Realejos, Manuel Domínguez, según leo en la web municipal, recibió en el Ayuntamiento al cronista oficial de Icod de los Vinos y actual presidente de la Junta de Cronistas de Canarias, José Fernando Díaz Medina (de quien poseo dos de sus publicaciones: Icod de los Vinos, historias y tradiciones y Desandar el pasado), donde se abordó la intención del consistorio realejero de volver a convocar la recogida de propuestas de candidatura para designar a la figura de cronista oficial del municipio. Todo ello debido a que durante el plazo abierto al efecto en 2019 no se presentó, o presentaron, pretendiente alguno.

Estoy convencido de que aspirantes a ostentar dicho cargo existen en la Villa de Viera con méritos más que suficientes y con la debida preparación para responder a las tareas que conlleva, y que luego se detallarán. ¿Por qué resultó fallido este primer intento, esta primera convocatoria? ¿No se le dio la debida información a la ciudadanía a través de los diversos canales de los que el propio alcalde se vale para sus reiteradas campañas de promoción política y autobombo? No sé, algo me falla. Sí que he tenido la oportunidad de intercambiar algunas palabras con gentes del municipio que bien podrían encajar en el perfil demandado y no palpo entusiasmo desmedido por dar un paso al frente.

Pueden pensar ustedes que me gusta darle la vuelta a la tortilla –no lo niego, es más, tienen toda la razón– pero dado que me lo tomo en formato obligación como periodista aficionado, seguí leyendo la nota de prensa del ayuntamiento y:

“El citado título honorífico, sin derecho a percepción de retribución económica, tiene carácter vitalicio, pudiendo cesar por decisión propia o, en caso de incumplimiento de sus obligaciones, o por la realización de cualesquiera actos que fueran en contra de los intereses generales o de la imagen del municipio, mediante acuerdo del Ayuntamiento pleno”.

Tal cual, aunque he destacado en negrita lo que yo entiendo como el meollo de la cuestión. Porque, salvo que el susodicho cronista esté felizmente jubilado y decida, motu proprio (sin la preposición de, que ya está bien), consagrarse a nobles causas para matar el tiempo y cultivarse un fisco entreteniendo la mente, ¿qué ciudadano en su sano juicio se va a dedicar a las tareas, que después se especifican, por amor al arte y observando que cualquier concejal, con mayor o menor voluntad de servicio, pero con carencias más que evidentes, cobra un buen pastón a final de cada mes, sin retrasos ni mermas?

Ya sé que me van a hablar del honor y prestigio que el título conlleva. De que ocupará lugar preferente en los actos oficiales y se codeará con la beautiful people. Que llevará chaqueta y corbata (que se deberá costear) y le impondrán medallas y condecoraciones. Vale. ¿Y por qué resultó fallido el primer intento?

Vamos con las tareas que deberá asumir el cronista oficial. En el texto al que vengo haciendo referencia se indica que destacan:

“Emitir su opinión y consultas sobre temas relacionados con la historia del municipio o aquellos que la corporación, por la Alcaldía Presidencia, estime oportuno someter a su consideración.

Redactar una memoria anual que se denominará ‘Crónica de Los Realejos’, que recoja los principales acontecimientos sociales, culturales, políticos y de todo tipo relacionados con la ciudad.

Conservar para el futuro recuerdos del pasado municipal, ya sea en su forma documental, tradiciones, costumbres, etc.

Conservar para el futuro todo lo que, ocurriendo en la actualidad, pueda tener interés para generaciones futuras”.

Si las señaladas son las que destacan, entiendo que deba existir alguna más. Pues me da que va a tener que dedicarle muchas horas. Porque si a la Alcaldía-Presidencia se le cruzan los cables y comienza a pedir por su boquita todo aquello que estime oportuno (mientras sus asesores se echan el cortado en la cafetería Gabana) y que le pueda servir de ayuda para sus campañas de imagen, manda Trillos, que diría un huevo.

Espero y deseo, no obstante, que de haber una segunda convocatoria se pueda alcanzar un final feliz. Dejo, sin embargo, en el aire viejos amagos (con firmas de petición y propuesta con nombre y apellidos) no sea que me introduzca en terrenos resbaladizos. Y ya puestos en los espacios etéreos de la suposición, lo mismo está esperando el señor Domínguez a que pasen unas décadas más para que el cronista oficial se vea en la obligación de reconocer en su ‘Crónica de Los Realejos’ que a él, y solo a él, se debe… todo. Faltaría más.

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