miércoles, 24 de noviembre de 2021

183. Si tú volvieras...

Si tú volvieras al escenario político, ¿qué harías?, me preguntan. No he abandonado nunca ese espacio, respondo. Pero si se hace referencia a ostentar cargo público, como no se contempla esa posibilidad, conteste blanco, negro o gris no valdría de gran ayuda, porque harían caso omiso a las posibles propuestas. Lo de prestar oídos a la voz de la experiencia no se valora lo más mínimo. Ni siquiera por los supuestos tuyos. Pero tendrás ideas al respecto, ¿no? Me sobran, mas chocan todas con los planteamientos actuales, lo que otros llaman orden o poder establecido. Como el agua y el aceite. Así que… ¡ya está!

Oye, y si se tratase, única y exclusivamente, de un puesto en el organigrama del Partido. Menos. Me expulsarían a la semana siguiente. Sería conveniente de que algún compañero de las primeras corporaciones (pongamos que las de 1979 y 1983) relatara de pe a pa a ciertos señoritingos de ahora mismo cómo se consagraba a nobles causas a cambio de poner de su bolsillo… ¿Y el tiempo dedicado a…? Te dije antes que ya está. Pues ya está.

Sí tuvieras ahora 20 años, ¿qué harías?, me preguntan. Como no conozco a nadie que haya sido capaz de poner la marcha atrás en el proceso vital, considero una pérdida de tiempo, amén de una petulancia fuera de lugar, el divagar acerca de tal consideración. Lo vivido se encuentra en cada arruga de la piel y en las hebras que abundan en la visión. Comenzaron en el ojo izquierdo (¿crisis política?) y ahora campan a sus anchas en ambos. Me quedo con mis 72 larguísimos (cumpleaños a la vuelta de la esquina) y solo soy capaz de cantar como Karina: echar la vista atrás es bueno a veces… Siquiera para no meter la pata en el mismo hoyo anterior. O coger idéntico bache a la semana pasada si voy con el coche.

Si volvieras al colegio, ¿qué harías?, me preguntan. Nada, porque ello no es posible. Ser docente jubilado tiene indudables ventajas. El tiempo disponible para prepararte es infinitamente superior al que disfrutabas en tu época de activo, escaso por la excesiva carga burocrática a la que te hallabas sometido. Y compaginar, fue mi caso en varias ocasiones, un cargo directivo con impartir clases, muy problemático. Cualquier tiempo pasado fue… diferente. ¿Arrepentirme? Jamás. ¿Satisfacciones? Muchas. Se colman cuando un exalumno (verbigracia los de la foto) te saludan con un efusivo don Jesús. ¿Miedo? No, respeto. Recíproco. Ahora, desde que se pasó a ser colegas, crecieron las confianzas y tropezamos con Emilio Calatayud predicando en otro desierto. Que deje el mío a buen recaudo. Añadan el que los padres ya no lo son, sino que han devenido en compis de toda la vida…

Si te sacaras la Primitiva, ¿qué harías? Eso sí lo tengo planificado. Por una sencilla y simple razón: está al caer. ¿Tapar huecos? ¿Repartir con la familia? ¿Viajar? ¿Dar rienda suelta a varios caprichos confesables o no? ¿Abandonar el blog y comenzar a ganarme amigos? ¿Sacar a la luz varios trabajos que duermen en la gaveta de objetos casi perdidos?

Sí, tú ríete y cuando llegue el día (aún no previsto, pero llegará) te pondrás a la cola formada por todos aquellos que pasarán a pedirme amistad (no virtual, sino en vivo y en directo) y a pasarme la mano por el lomo a ver si cae algo. Y ahí pienso mostrarme inflexible (rígido, severo, intolerante, tieso como un garrote). Como los encorbatados de los bancos que serán citados un día de lluvia y no pienso salir a dejarles un paraguas.

Como la casa es relativamente nueva y no presenta todavía demasiados desconchados, más que tapar huecos procede acometer algunas reformas, porque con el paso del tiempo uno se da cuenta de lo que pudo haber hecho y no cuadró de entrada.

Cuánto placer produce el viajar e ir descubriendo bellezas de toda índole por esos mundos de pa´ fuera. Ahí sí me van a encontrar. Y generosidad familiar, también. ¿Cómo? Claro, yo soy el único que sueña despierto.

Y concluyo con un soplo, que no rumor. Fuentes dignas de todo crédito –se dice así, ¿no?– me indican que la entrada de ayer fue leída por un alto representante del staff socialista, quien ha considerado oportuno que en el próximo Congreso se hable más de política, de militancia, de afiliación y de intentar parar la sangría de miembros en la congregación. Me ha dado la razón en que no es normal que la inmensa mayoría de compromisarios sean cargos públicos. Es como si convocáramos una reunión en una comunidad de vecinos de un edificio y acudieran solamente los de los pisos altos y no los que viven a ras de calle. Menos mal que lo entendió.

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