martes, 16 de noviembre de 2021

177. Felicidades, Manolo (y 2)

A la espera seguimos a que desde el Cabildo alguien abra la boca para aclarar, o enturbiar, el entuerto. De no haber recurso –a esa esperanza también me agarro, pues se impone sensatez y cordura– el muro volverá a ser repuesto por su propietario en un futuro inmediato. En su trazado original, sin retranqueo y sin aceras. Seguiremos con la cara de bobo durante otra buena temporada, mas el tiempo lo borra todo. El Monasterio se gastará las perras y colorín colorado. ¡Ah!, lo de sacar a la ciudadanía para que se manifieste en la calle, ya se lo había insinuado desde tiempo ha. La apatía vecinal, sin embargo, denota que la participación brilla por su ausencia. A pesar de las denominadas mesas comunitarias, excesivamente tuteladas y sujetas a no morder la mano que les da… el alimento.

No obstante, y a perdonar, señor Domínguez, continúo patinando con lo siguiente:

Prosiguió con la aclaración el alcalde señalando que “no nos negamos a que ésa sea la solución idónea futura para la zona, pero en este momento y desde hace dos años, con el PGO actual vigente y de aplicación, esa posibilidad no se contempla y por tanto ir contra ella sería cometer una ilegalidad y acudir, entonces sí, con responsabilidades penales por parte de este alcalde y técnicos, independientemente de que un PGO futuro ya en tramitación sí contemple un muro retranqueado y tras su aprobación se permita ejecutarlo con posterioridad”.

Vamos a ver. Acláreme. La redacción de un Plan General de Ordenación (PGO) es un procedimiento más engorroso que un trasplante de pelo. La prueba es que vengo oyendo, y leyendo, que el actual equipo de gobierno lleva una purriada (o tonga) de años en la tramitación. Pero le concedo el beneficio de la duda y supongamos que en un corto o medio plazo dispongamos de nuevas normas de planeamiento. Y cuando ello sea una realidad, el muro de La Montaña ya estará repuesto. Vamos, que ya no se llamará de la vergüenza. Y en ese entonces, muy felices y contentos, irá usted con el responsable de Urbanismo, el jefe de Seguridad, el concejal de la zona, el de servicios, gabinete de prensa, fotógrafo, etc., etc. a echarse unos solomillos de res, con salsa Café de París y papas salteadas, o un escalope de cerdo (cochino, en canario) Vienesa con papas fritas, o un Strogonoff de pavo con arroz, todo ello regado con un blanco seco 2019, de Bodega La Haya. A los postres comunicará a la propiedad que van a desgorrifar (deshacerse una cosa por efecto de la presión que se ejerce sobre ella) el muro para retranquearlo tres metros, acometer el acerado hasta la calle Ciudad Jardín (entrada al Colegio Pureza de María) y construir una rotonda que regule el tráfico hacia la Luz y Los Afligidos. Que pagaremos todos los realejeros con cargo a nuestros impuestos y dentro del Plan de Barrios de ese ejercicio económico, puesto que El Monasterio se girará la cabeza para mearse de risa. Un doble gasto de muy difícil justificación. Ya se buscará la manera, o la excusa, para darle la vuelta a la tortilla. Especialidad de la casa. ¿No hubiese sido más fácil, y más rápido, una modificación puntual del actual PGO? ¿O es que no se ha hecho antes en otros supuestos, quizás de menor enjundia? ¿Cabezón versus cabezón?

Si ustedes se fijaron bien en cualquiera de las dos fotos con las que ilustro el post de hoy (y el de ayer), podrán observar que en la pantalla que se encuentra a las espaldas de nuestro alcalde, y con un recuadro en rojo, se puede leer: La resolución del Cabildo adolece de incompetencia… Vaya con la justicia y su manera de redactar. Se enrollan tanto que diera la impresión de que se busca intencionadamente la excusa para que dos magistrados, verbigracia, ante un mismo supuesto delictivo, puedan dictar sentencias contradictorias, con argumentaciones jurídicas tan distantes como pueden ser los colores blanco y negro. Y que, para más inri, haya un tercero que lo deje en gris. Sin que ninguno se ponga colorado cuando exponen sus prolijos considerandos. O falla el legislador al aprobar textos ambiguos (con lo que se nos resulta harto complicado justificar los generosos sueldos de 350 diputados y más de doscientos senadores) o nos resignamos a que los que componen los tribunales se hayan levantado ese día sin jaquecas inoportunas.

Si el Cabildo es incompetente (no tiene competencia) y sus informes se los pudo haber pasado el ayuntamiento por cierto sitio (creo que eso ya lo dije antes; bueno, tirarlos a la papelera), aclárense y no se anden con rodeos. Lo manifiesto en el convencimiento de que se haya utilizado el verbo adolecer en la tercera acepción del DRAE: tener o padecer algún defecto. Y jamás como sinónimo de carecer. Porque si así fuera en la frase de marras (subrayada por un servidor), más embrollo a la hora de interpretar.

En fin, Manolo, si algún responsable del Cabildo de Tenerife informa de algo al respecto ya me las ingeniaré yo para llevarle la contraria. Y es que doy por hecho mi vuelta al ayuntamiento. Esta vez como asesor, mi gran ilusión y mi sueño frustrado. Si tengo que manifestarme en el supuesto de que sigan con su cabezonería, cuenta conmigo. Yo tengo tiempo y puedo hacer acto de presencia mañana y tarde; déjame las noches para dormir (además, no me verían). Estoy contigo cuando sostienes que “existen políticos que anteponen beneficios personales a los de la ciudadanía”. Cuánta verdad, se pasan todo el día, por ejemplo, sacándose fotos.

Mañana más. Si la justicia no se opone y mientras no consiga el nuevo empleo, en algo deberé entretenerme.

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