¿Qué tiempo dedican, se preguntaba el amigo, a cada una de
las parcelas a cultivar? He utilizado un símil, obviamente. Porque deberemos
colegir que los sembrados estarán de pena, pues si atiendes las berenjenas en
un huerto, se te secan los pepinos en el otro. Y así. Conclusión: el disimulo constante con la verborrea de
rigor. Y como se convencen (se consuelan) de que las cuatro frases hechas que
les sirven de guion, viene a ser una prueba fehaciente de su inteligencia (cómo
se hinchan cuando son aplaudidos por los palmeros de turno en cualquier debate
parlamentario, mero ejemplo), a los ciudadanos –electores, en suma– se nos pone
una cara de tonto para enmarcar. Nos tropezamos en el rebaño (si se usa ya para
el asunto de las vacunas, ¿por qué no puedo yo extrapolar el vocablo?) con
situaciones esperpénticas (si Valle Inclán levantara a cabeza) como la de una
ratita presumida llamando vanidoso a un contrincante, que no pretendiente.
Si husmeas en el Portal de Transparencia del Parlamento de
Canarias, comprobarás que el señor de la foto (aunque esté en blanco y negro
–más adecuada para el presente comentario– me imagino que lo conocerás) figura
en el grupo de los diputados con dedicación exclusiva. Y cuando yo ejercía de
maestro de escuela –y a mucha honra– eso significaba que debías dedicarte,
única y exclusivamente, a ese trabajo. ¿O es que exclusiva significa del tingo
al tango? ¿Entran los cáncamos?
Pero Manolo es también, a día de hoy, alcalde de la muy
noble Villa de Viera. ¿Cuánto tiempo le dedica a gestionar los asuntos de los
realejeros? ¿Cobra, además, por la asistencia a las sesiones plenarias o de la
Comisión de Gobierno? ¿Puede prestarse cualquier otra persona a estos
cambalaches en otro puesto de trabajo, incluyendo la empresa privada de la que
es acérrimo defensor el señor Domínguez?
Estas actitudes solo vienen a demostrar que en la variopinta
casuística de parlamentos (ahora lo escribo con minúscula) solo se va –lo de
currar es asunto diferente– unos días a la semana. En el Congreso de los
Diputados o en el Senado, de martes a jueves. Fíjate cómo los lunes tienen
reuniones de sus partidos y los viernes se hallan de tertulias en diversos
medios de comunicación. ¿De qué se extrañan si escribo que están sudados los
pobrecitos? Ya Radio Club sacó hace unos días una estadística acerca de la
labor de sus señorías. Hay excepciones, por supuesto. Como en todo. Así que no
te enfades conmigo, Manolo Marrero, porque tu entrega solo viene a confirmar la
regla. Ya sabes que el que se pica, ajos come.
Claro que no es solo Domínguez el único saltaperico. También
disfrutan de esa dedicación exclusiva: Patricia Hernández (PSOE), Casimiro
Curbelo (ASG) y Nieves Lady Barreto (CC). ¿Se me escapa alguno? ¿Verdad que les
conoces otro cargo? Y en Madrid, ni te cuento. Ahí están, verbigracia, Pedro Quevedo (NC) y Olivia
Delgado (PSOE). Que sí, hombre (mujer), seguro que hay más, pero la pensión no
me da para tanta investigación.
Lo curioso es que el artículo 73 de los Estatutos del
Partido Socialista expresa que “los afiliados del PSOE no podrán desempeñar
simultáneamente más de un cargo institucional de elección directa”. El quid de
la cuestión debe estar en ese maldito adverbio acabado en mente. Porque a la
par, lo que se dice al mismo tiempo, me da que no.
En tiempos de normalidad casi nada cambia. Ahora con la
pandemia, menos. Para algunos, sobre todo dirigentes, bendita calamidad. El que
sabe, sabe; y el que no…
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