Estos cuatro de la composición fotográfica son solo un botón
de muestra de un más amplio muestrario. Todos ellos parlamentarios en Teobaldo
Power. Y, además, amén de sus responsabilidades orgánicas en las formaciones
políticas a las que pertenecen, ocupan otro cargo institucional en cabildos o
ayuntamientos. ¿Superdotados? Diría, más bien, aprovechados. Estaban allí en el
momento oportuno, cayeron simpáticos, movieron sus fichas, disimularon
carencias y se subieron a la guagua. Ahora, con la aquiescencia del resto de
pasajeros, ni saben dónde queda el timbre ni han comprobado si el vehículo
tiene puerta (de salida).
Estaba este pasado domingo leyendo un fisco de la prensa
digital –para culturizarme– y entretenido en asimilar (me da que vano intento) la
reorganización del centro-derecha que Pablo Casado ha emprendido con la
inestimable colaboración de Vox y esperando que a Ciudadanos le desaparezcan
las abundantes ronchas surgidas en los días pasados, cuando me tropiezo con dos
entrevistas. Una a Gustavo Matos, presidente de la Cámara Autonómica, y la otra
a Fernando Fernández, expresidente del Gobierno de Canarias.
A tenor de las respuestas del primero de ellos, colijo que
nuestro Parlamento (caben todos en un Binter) constituye un modelo a imitar por
el resto de autonomías. El trabajo del parlamentario canario es un dechado de
virtudes. No me extraña lo más mínimo. La última vez que pasé por allí, observé
que la calle estaba mojada. Ahora caigo en que se trataba del sudor de sus
señorías.
Claro, cuando luego Juan Manuel García Ramos (contempla unos
minutos de cualquier sesión y lo verás muy atento… a su móvil y pensando en el
argumento de su próxima novela; tranquilo, Secundino, que los tiempos cambian)
sostiene que todo el mundo escurre el bulto, pego unos patinazos
impresionantes.
Me quedo, no obstante, con lo expresado por Fernando
Fernández. Y me alegro de que alguien mucho más importante que este rebenque de
la platanera, venga a ratificar algunas de las consideraciones que he expresado
a través del tiempo en las diferentes plataformas a las que me he alongado con
esto de la escritura.
Destaca el médico palmero la enorme falta de preparación de
los cargos públicos, algo que no debe extrañar porque nunca han trabajado en
nada. Se han dedicado a lo público toda su vida. Añade: ni uno, ni dos, ni
tres; una inmensa mayoría.
¿Te acuerdas de mi planteamiento acerca de cargos de confianza,
liberados y enchufados varios? Insiste Fernández: “Siendo presidente contaba
con 4 asesores y un gabinete de prensa para todo el Ejecutivo”. Igualito que
ahora. Y remata con respecto a los parlamentarios: “Trabajan 7 u 8 días al mes,
los que más”.
Se nota que aquellos que ya no debemos nada ni nos debemos a
nadie y, también, fuimos cocineros antes
que frailes (o algo así), hemos sido capaces de quitarnos la venda –o las
orejeras– que nos impedía no solo ver en todas direcciones, sino, y es lo más
importante, discernir, interpretar, valorar, calibrar…
No te dejes llevar, pues, por las apariencias y piensa que
en todas las facetas de la vida no siempre el currito y echadito pa´lante es
quien más vale. Todo lo contrario, seguramente es la manifestación –por aquello
del disimulo– de un evidente complejo de inferioridad. Un pecado ajeno a las
ideologías. En el supuesto caso de que estas no sean, asimismo, otro barniz.
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