jueves, 25 de marzo de 2021

16. Viajes del Imserso

Los viejitos sabemos que el Imserso (Instituto de Mayores y Servicios Sociales) es un buen invento. Y su programa anual de viajes, mucho más. En este parón, provocado por el virus traicionero, se ha notado que somos capaces de dar un meneo a la economía en aquellos lugares que nos reciben. Porque en torno a ellos se mueven diversos colectivos que nos esperan como agua de mayo. Imagínate que la pensión fuera más generosa. Y es que la inmensa mayoría ha pensado en gastarse los cuartos antes de estirar la pata, no sea que luego se provoque una guerra entre los herederos por un quítame allá veinte euros.

La ministra de Industria, Comercio y Turismo, Reyes Maroto, ha declarado que ya se están redactando los pliegos para un nuevo contrato que, eso estima,  pueda dar lugar al reinicio de una nueva temporada en el próximo mes de septiembre. Digo yo que para ese entonces ya estemos todos vacunados y portando con donaire el documento que lo acredite.

Reyes Maroto indicó que la recuperación de estos viajes marcará un hito como lo fue la vacunación de Araceli. ¿Se acuerdan, no? Y no creo que vaya muy descaminada, porque los efectos negativos de la supresión siguen bien patentes. Aunque había quejas por lo barato que salía la estancia a pensión completa (el todo incluido queda feo a partir de ciertas edades en que las carencias saltan a la vista; ¿te quedó claro o debo explicarlo con todo lujo de detalles?), el bicho ha venido a demostrar que menos es nada. Y como decía mi suegra: barco parado no gana flete.

Ojalá todo se normalice y podamos volver a vivir sin tantos sobresaltos. Como los que parece haber tenido Rocío Carrasco con el tal Antonio David. Leo que ha contado la verdad, toda la verdad y nada más que la verdad. Y me pregunto qué demonios hacía antes. ¿Se la tendría jurada? Y ahí lo dejo.

Como ya los mayores no servimos sino para quejarnos, se me ocurre si eso que llaman la España vaciada no podría subsanarse con la afluencia de inmigrantes. Porque el espectáculo actual de la gestión llevada a cabo no constituye un ejemplo a imitar. Y la muerte de esta pobre criatura (a pesar de las proclamas de drama humanitario, aldabonazo a la conciencia y otros eslóganes varios) me temo que pasará al recuerdo dentro de bien poco. Yo estoy dispuesto a renunciar al viaje que teóricamente me corresponde, si con ese dinero aporto un grano de arena para que estos infelices puedan iniciar una vida con otras perspectivas menos negras.

Y lo que relato seguidamente no guarda relación alguna con el asunto hoy referenciado, pero no me resisto a comentarlo. Estoy convencido de que tú también retratarás situaciones cercanas de indudable parecido. O peores.

El Tribunal Supremo ha ratificado la condena a un policía de Arrecife por atentar contra el honor del exsecretario del ayuntamiento de la capital conejera. El susodicho se dedicó durante un buen tiempo a ponerlo a caer de un burro con expresiones y dichos no recogidos en manual alguno de buena conducta. ¿Vas atando cabos? ¿Verdad que te vienen a la imaginación otros casos similares?

“El derecho a la libertad de expresión no es un derecho ilimitado que puede prevalecer, en este caso (según el TS), sobre el derecho al honor, ya que no comprende el derecho al insulto”. Y si el derecho al insulto no está amparado por precepto legal alguno, ¿cómo es posible que en ciertos cuartos de comunicación siga existiendo carta blanca para desmanes y tropelías? Por cierto, mis observadores me comunican que desde indeterminado cubículo se emiten consignas que abogan por la supresión de las televisiones públicas. Tranquilos, pondrán el freno de mano dentro de poco no sea que la demanda se extienda y se pueda ver salpicado algún puesto de trabajo. Mío y fijo, al decir del ‘funcionario’. ¿Encriptado yo? A ti te lo oigo.

A lo que iba, que casi me pierdo: mucho ánimo, jubilados, que en un suspiro nos vamos de garbeo. A Mallorca (foto) o a donde se tercie.

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