La ministra de Industria, Comercio y Turismo, Reyes Maroto,
ha declarado que ya se están redactando los pliegos para un nuevo contrato que,
eso estima, pueda dar lugar al reinicio
de una nueva temporada en el próximo mes de septiembre. Digo yo que para ese
entonces ya estemos todos vacunados y portando con donaire el documento que lo
acredite.
Reyes Maroto indicó que la recuperación de estos viajes
marcará un hito como lo fue la vacunación de Araceli. ¿Se acuerdan, no? Y no
creo que vaya muy descaminada, porque los efectos negativos de la supresión siguen
bien patentes. Aunque había quejas por lo barato que salía la estancia a pensión
completa (el todo incluido queda feo a partir de ciertas edades en que las
carencias saltan a la vista; ¿te quedó claro o debo explicarlo con todo lujo de
detalles?), el bicho ha venido a demostrar que menos es nada. Y como decía mi
suegra: barco parado no gana flete.
Ojalá todo se normalice y podamos volver a vivir sin tantos
sobresaltos. Como los que parece haber tenido Rocío Carrasco con el tal Antonio
David. Leo que ha contado la verdad, toda la verdad y nada más que la verdad. Y
me pregunto qué demonios hacía antes. ¿Se la tendría jurada? Y ahí lo dejo.
Como ya los mayores no servimos sino para quejarnos, se me
ocurre si eso que llaman la España vaciada no podría subsanarse con la
afluencia de inmigrantes. Porque el espectáculo actual de la gestión llevada a
cabo no constituye un ejemplo a imitar. Y la muerte de esta pobre criatura (a
pesar de las proclamas de drama humanitario, aldabonazo a la conciencia y otros
eslóganes varios) me temo que pasará al recuerdo dentro de bien poco. Yo estoy
dispuesto a renunciar al viaje que teóricamente me corresponde, si con ese
dinero aporto un grano de arena para que estos infelices puedan iniciar una
vida con otras perspectivas menos negras.
Y lo que relato seguidamente no guarda relación alguna con
el asunto hoy referenciado, pero no me resisto a comentarlo. Estoy convencido de
que tú también retratarás situaciones cercanas de indudable parecido. O peores.
El Tribunal Supremo ha ratificado la condena a un policía de
Arrecife por atentar contra el honor del exsecretario del ayuntamiento de la
capital conejera. El susodicho se dedicó durante un buen tiempo a ponerlo a
caer de un burro con expresiones y dichos no recogidos en manual alguno de
buena conducta. ¿Vas atando cabos? ¿Verdad que te vienen a la imaginación otros
casos similares?
“El derecho a la libertad de expresión no es un derecho
ilimitado que puede prevalecer, en este caso (según el TS), sobre el derecho al
honor, ya que no comprende el derecho al insulto”. Y si el derecho al insulto
no está amparado por precepto legal alguno, ¿cómo es posible que en ciertos
cuartos de comunicación siga existiendo carta blanca para desmanes y tropelías?
Por cierto, mis observadores me comunican que desde indeterminado cubículo se
emiten consignas que abogan por la supresión de las televisiones públicas.
Tranquilos, pondrán el freno de mano dentro de poco no sea que la demanda se
extienda y se pueda ver salpicado algún puesto de trabajo. Mío y fijo, al decir
del ‘funcionario’. ¿Encriptado yo? A ti te lo oigo.
A lo que iba, que casi me pierdo: mucho ánimo, jubilados,
que en un suspiro nos vamos de garbeo. A Mallorca (foto) o a donde se tercie.
No hay comentarios:
Publicar un comentario