Allá por 2016 anunciaba el alcalde que la salida directa
hacia la TF-5, vía subterránea a la altura de la concesionaria Opel, cuyo
proyecto se hallaba redactado desde una década antes, era cuestión de un simple
soplo. Se le ha debido acabar el aire. Y el dinero que debían aportar las
empresas, ya se lo habrán gastado en gel hidroalcohólico. Lo mismo –no te
extrañe lo más mínimo– culpamos del retraso al actual equipo de gobierno del
Cabildo y mete en la saca de los olvidos a Carlos Alonso, Ricardo Melchior y
otros compañeros de viaje en la guagua ática. Me imagino que a estas alturas de
la película, a Paulino Rivero, que ahora viaja en Armas, este particular ya no
le marea. Total, una mentira piadosa más no creo que le afecte sobremanera.
Cuando habilitaron, con la supresión de un ceda el paso y el
pintado de una línea continua, por el costado del Naciente, me dije que el
pretendido acceso directo antes mencionado iba a dormir el sueño de los justos
para siempre jamás. Esperaré otros cinco o seis años y después te cuento. Y ya
que me hallo por la Plaza Interpueblos (o algo así), donde se ubica la Mano de
la Amistad, rogarles a las autoridades pertinentes que vigilen la vaca, y mucho
más al ternero, porque la vegetación se la va a comer. Cuando debería ser al
revés. ¿No sería mejor poner unas cabras?
La calle Carpintería, tramo desde la instalación de la ITV
hasta la rotonda donde se coloca el (o la) que vende naranjas (así, con todo
lujo de detalles, no sea que se me pierdan), el aparcamiento es sobre la acera.
Todo petado, tú. Y el que camina, que se fastidie, por no escribir que se joda.
Es casi normal, porque como los concesionarios automovilísticos –bastantes por
los alrededores– utilizan los susodichos aparcamientos para exponer a los
vehículos en venta (todos muy bien situados con su enorme cartel de ocasión u
oferta en el techo), qué otra opción le queda al hipotético cliente. Y del agua
usada para su limpieza, ya se “cría mujo” (así se mentaba años ha) en la
aceras. Si te das un partigazo, allá tú por rebenque.
Los conos de tráfico, o de señalización, deben salir
baratos. Hay empresas –una de plásticos se lleva la palma– que ponen su
material en la calle y tú debes caminar por la calzada, no solo huyendo de los
coches, sino con el peligro evidente de que desaparezcas en uno de los “socabrones”
precitados. Es un sinvivir. De verdad.
No me he olvidado de la explicación. Cuando se inauguró el
Centro Comercial Alcampo, fui con la Agrupación Folclórica de Higa a deleitar a
la concurrencia con unas perras de música. Hubo palabras de Isaac Valencia (la
condena por El Trompo vino más tarde) para cantar maravillas de todo el
Polígono y de cómo se había acabado para el villero eso de “jociquiar” tierra.
Vamos, que la agricultura ya estaba mal vista. Como los castañeros en la
carretera a Las Cañadas. Tantos fueron los efluvios amorosos hacia el promotor Ambrosio
Jiménez, que el Padre Antonio (q.e.p.d.), después del riego oportuno con el agua
bendita, aprovechó la ocasión para pedir a ambos unas inyecciones económicas
para su obra de Santa Rita. Y es que Ambrosio había declarado que el coste de
la rotonda del poniente, con su fuente luminosa y resto de aditamentos varios,
le había costado (de su bolsillo, recalcó) un millón de euros. Ya han pasado
unos años, ¿no? ¿Tú has visto cómo está aquel adefesio? ¿Te has fijado en las
tuberías? ¿Sigo o lloramos un fisquito?
El grupo de gobierno del consistorio villero no sabe ni
contesta. Si alguna vez bajan a La Vera, deben venir por Las Arenas. Y luego
regresan por La Montaña y La Luz. Pero tampoco atisbo demasiado entusiasmo
fiscalizador en la oposición. O a lo peor son cosas mías por ir a caminar, por
confianzudo.
Esto sí que es un artículo de denuncia bien escrito. Que te lean, profe!
ResponderEliminarCon esa intención lo hacemos. Gracias, maestro.
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