Según el DRAE, picotear tiene dos acepciones coloquiales del
tenor literal siguiente: a) Hablar mucho de cosas inútiles o insustanciales y
b) Ocuparse de varias cosas distintas de manera sucesiva y sin profundizar en
ninguna de ellas.
Picoteemos, pues:
Algo falla, a mi modesto modo de entender los intríngulis
del mundo actual, cuando una mujer debe desnudarse para protestar o recomendar
lo que sea. La última que vislumbré en traje de Eva, portaba un cartel en el
que podía leerse que sin cultura no hay futuro. Verdad como un templo, por
supuesto, pero no creo sea necesario mostrarse de tal guisa. ¿Se gana credibilidad
con ello?
Voy al DRAE nuevamente, por culpa de Ciudadanos, y me dirijo
en busca de tránsfuga: a) Persona que pasa de una ideología o colectividad a
otra. b) Persona que con un cargo público no abandona este al separarse del
partido que lo presentó como candidato. Con lo de ideología no estoy de acuerdo.
Porque siempre el que se va alega en su descargo que él no ha cambiado, sino
todos los demás, a saber, los que se quedan. Y son tantos los cambios a lo
largo de la trayectoria de cualquier político, que me atrevería a manifestar
que más del 90% lo son (tránsfugas). ¿Solo en Cs? Me da que no. Hasta en mi
pueblo, tú.
Al partido de Rivera, y luego de Arrimadas (la pobre se nos
va a quemar), le ocurre lo que a todos los que se empeñan en centrarse (temen
el que se les catalogue de izquierdas o derechas). Acaban en desbandada. Su pensamiento
consiste en no tener ideología, en no decantarse y al final le pueden las
tentaciones de un lado y del otro. Remóntense a la UCD, sigan por el CDS. Qué
decir del experimento de Roca. O el de Rosa Díez. Tranquilos, no obstante, que
sigue habiendo acomodo. En Canarias, por ejemplo, las puertas de Román o
Casimiro siguen abiertas de par en par.
Todo este maremágnum me recuerda lo de Las Inviernas, un
pequeño pueblo de Guadalajara donde solo se eligen tres concejales. Y en las últimas
elecciones el PP obtuvo 2 y el PSOE, 1 (concejala). Pues esta última es la
actual alcaldesa, porque uno de los concejales populares votó por ella. Razón:
era –y es– su marido, quien decidió romper la disciplina de partido no solo por
razones domésticas fácilmente comprensibles (lo de dormir en el sofá es plato
de mal gusto), sino porque entendió que al ser socialista el gobierno
autonómico podría existir mayor colaboración y ayudas económicas. ¿Política de
conveniencia? Puede, pero no muy diferente a la observada en otros lugares.
Me habían dicho que Podemos era una organización política
diferente. Que llegaron al escenario para atacar ferozmente las malas praxis de
los otros. Que eran asamblearios, por lo que las decisiones eran adoptadas por
las bases. Hasta que llegó Pablo Iglesias y se mudó al chalé. Y contrató a una
doncella. Y puso de ministra a su pareja. Y ahora se autoproclama candidato al
gobierno de la Comunidad de Madrid. Pero lo deja todo atado y bien atado. Porque
designa a Yolanda Díaz como sucesora en la vicepresidencia que abandona. Y a
Ione Belarra para que asuma las competencias que tenía él atribuidas. Muy
democrático el proceder unipersonal. Y en otra prueba de su generosidad
infinita le va a proponer a Errejón (Más Madrid) que vayan juntos en una única
candidatura. Pelillos a la mar, Íñigo. Aunque tú tengas actualmente 20
diputados y yo solo 7, si vamos unidos es probable que ya no sufra otro
descalabro y tal y cual. ¿Y por qué no, añade un servidor, no puede el pretendido
Íñigo coaligarse con Gabilondo? Y las bases, me imagino, estarán aplaudiendo
con las orejas por el acto heroico. No, todos no son iguales; algunos son
peores. Porque cuando se llega con la vitola (traza o facha de una persona) de
la honradez y el cambio y te tropiezas con más de lo mismo, toca cuestionarse
demasiados fundamentos. Pero no solo los que vemos la película desde fuera,
sino que en Izquierda Unida quedan muchos haciendo cruces, a pesar de su ateísmo convicto y confeso.
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