Saben ustedes,
estimados, a la par que escasos, lectores, que el pluriempleado Curbelo nos dedica
cada domingo una homilía, en la que suele silbar sus logros y su inestimable
aportación al resurgir glorioso de estas minúsculas peñas atlánticas perdidas
en la inmensidad del océano. Son varios los periódicos que se hacen eco de los
pensamientos curbelianos, por lo que,
muy a mi pesar, me he convertido en un seguidor más. Como lo fui hace tiempo de
Wladimiro Rodríguez Brito, quien también expresa por escrito –amén de sus
excursiones radiofónicas– sus grandes conocimientos de todo lo relacionado con
el agro isleño.
A ellos (ambos
dos, que diría un amigo) debo reconocerles que no suelen ir descaminados en sus
respectivos enfoques. Y del palmero no tengo la menor duda de que se curra sus
artículos y que sus planteamientos no admiten objeción. Si acaso, y no es poco,
el que olvide, con más frecuencia de la estrictamente necesaria, su paso por la
política activa, ostentando cargos públicos, cuya responsabilidad y dedicación,
durante bastantes años, bien merecieron la atención hacia lo que ahora demanda.
Del gomero me asalta
la duda de si es el redactor de las líneas que suscribe. Me temo que no le
queden minutos para la tarea. Por lo que (consejo gratuito de quien fue por
primera vez a La Gomera cuando él aún no iba a la escuela) debería leer con más
detenimiento antes de estampar su firma, no vaya a resultar que incurra en
alguna que otra contradicción. Diseccionemos:
“Estamos a más de
dos mil kilómetros de distancia geográfica del resto de españoles, pero ello no
debe ser óbice para que los representantes políticos nos vean bajo un ojo miope
que difumina nuestra realidad, convirtiéndonos en una nebulosa en medio del
Atlántico”. Qué literario en medio de la neblina. ¿O era calima? Más que
miopía, debería ser astigmatismo.
“Esta semana los
presidentes de los siete cabildos insulares hemos comparecido en la Comisión de
Despoblación y Reto Demográfico, lo que nos permitió alzar nuestra voz para que
los senadores tomaran buena nota de las reivindicaciones de todos los canarios”.
Hombre, ya que se estila, pudieron denominarla
Comisión de la España Vaciada. Menos mal que se te vio el detalle de ir a
Madrid y abrir la boca para algo práctico. Creo que la anterior ocasión que lo
hiciste, tuviste que llegar a un acuerdo con el fiscal para que no te
endilgaran una buena. Me chiva la wikipedia que fuiste senador desde el 6 de
junio de 1993 hasta el 18 de julio de 2011. Dieciocho años bien contados. Y las
crónicas señalan que en ese espacio tan largo no te destacaste por presentar
esas iniciativas que ahora demandas. Más bien todo lo contrario. Pasaste a la
historia por ser uno de los senadores más gandules que ha transitado por el
antiguo convento agustiniano. Pero como no soy rencoroso, me alegro infinitamente
de que, por fin, hayas viajado a la capital a desempeñar el cometido que los
ciudadanos presuponemos a todos aquellos que votamos. Nunca es tarde.
“Hay canarios que
son más pobres que el resto, algo que ocurre en La Palma, La Gomera y El
Hierro, carentes de grandes infraestructuras, y de una menor actividad
comercial y turística, lo que conlleva a una población que permanece estancada
y se envejece cada día más”. Empecemos por el final. Cualquier población,
independientemente de donde se halle y de las condiciones de habitabilidad que
disfrute, envejecerá cada día más. Es ley de vida y basta con mirarse al
espejo. Con lo de las infraestructuras discrepamos de manera tajante. ¿Te vuelvo
a citar las que existen en La Gomera muertas de risa? ¿Cuántos millones de
euros se han despilfarrado por aquello de la validez de unos pocos miles de
votos? ¿Comparamos, por ejemplo, el estado de las carreteras gomeras con la de
esta isla capitalina? ¿No crees que ya no cuela el discurso victimista cuando
llevas desde 1983 en coche oficial? ¿No lo fuiste todo en el PSOE hasta el año
2015 y fabricaste otro chiringuito a tu imagen y semejanza por turbios asuntos
judiciales, pero que estás rentabilizando espléndidamente? En casi cuarenta
años en la cosa pública, ¿son acaso los gomeros más pobres que los de mi pueblo?
Hay más preguntas, pero basta con la muestra. Y tranquilo, puede que yo mismo
te responda allá por 2039, cuando Manuel Domínguez se equipare contigo con otras
cuatro décadas en la Avenida de Canarias y la Villa de Viera adolezca de
idénticas vicisitudes a las que tú enuncias cada domingo a modo de evangelio.
Amén.