jueves, 10 de febrero de 2022

243. Ferrocarril de circunvalación (3)

En cambio, y como compensación fructífera, es raro el Obispo que ha pasado por esta Diócesis que no haya dado la vuelta á esta región; de lo que resulta ─y ya esto es algo─ que por acá todos estamos confirmados. De modo que el contingente con que estas localidades contribuyen para que el Estado cubra sus atenciones, entre las cuales está la de realización de obras públicas para beneficio de los pueblos, nos lo devuelve el Gobierno en bendiciones por conducto del señor Obispo; resarcimiento barato que no nos producirá bienes materiales, pero que nos pone en camino de las bienaventuranzas del Cielo; sin pararse á pensar el Gobierno que esas bendiciones sientan más en la meseta castellana que aquí, que por no tener un camino para descender á la llanura en solicitud del pan que nos falta para redondear nuestro alimento, estamos, por razón de la misma altura en que vivimos, más forzosamente en intimidad con Dios.

II

Que el paso frecuente de autoridades altas y prestigiosas por esta región había de ser muy fructífero, es indudable. El ya citado Sr. Bargés y Pombo, en su jornada militar de Sur á Norte alrededor de la isla, en vez de salvar la distancia entre Adeje y Guía por el camino que llamamos de arriba, que es quizás el más quebrado de Tenerife, nuestro amigo Fernando Jorge, vecino de aquel pueblo, que acompañó al General en el trayecto por esa inclinación nuestra de proporcionar las comodidades posibles á las personas distinguidas que nos visitan, como anteriormente decíamos, rasgo muy caballeroso, pero contraproducente al mejor efecto nos lo condujo por el camino de Aponte, donde mueren con más suavidad los despeñaderos y es menos profundo el cauce de los barrancos.

Los que á caballo tuvimos el honor de avanzar el camino para recibir á tan prestigioso militar, pudimos apreciar en su semblante la fatiga, el vértigo, esa especie de sobresalto que nos produce la vista de una naturaleza caótica, atrevida, soberbia, y al preguntarle qué impresiones traía de su jornada peñas arriba y risco abajo, lanzó una mirada hacia el terreno que tenía enfrente con la que parecía querer medir la enorme distancia que medía entre la altura de nuestras cumbres y la profundidad de los abismos, para contestarnos: Vengo asombrado. Jamás he recorrido un terreno tan accidentado, tan abrupto y apenas franqueable por un pésimo camino de herradura.

Estas impresiones se las llevó el General á Madrid; y he aquí el por qué desde la Capital de España primero, y desde la Capitanía general de Cataluña después, interesó al Gobierno vivamente sobre la necesidad de la construcción de carreteras en el Sur de Tenerife: plausible solicitud que quizás hubiera cristalizado en hechos si la muerte no hubiese tempranamente arrebatado á militar tan distinguido. Nosotros creemos, por otra parte, que la carretera de circunvalación no está terminada por dos causas que vamos á apuntar. Es una el empeño que hemos puesto al objeto de obtener pequeños trozos de carretera que unan á los pueblos con sus puertos respectivos, cuando en realidad lo que al país conviene es unir todas las poblaciones de la isla con el puerto de la Capital. Son pequeñas obras mendigadas, al Gobierno esporádicamente, pues no queremos enojarlo (¡!) pidiéndole la ejecución inmediata y activa de una obra de mayor magnitud: la terminación de la carretera general. Esto es sencillamente cándido, pues, por lo menos en España, los que están en el caso de dispensar mercedes, antes que al lado de los humildes inclinaron á su favor al de los soberbios. Es otra el ahínco, digno de mayor causa, puesto por personas influyentes ó caciquillos en solicitar, hasta obtenerlos, trozos de carretera nuevos ó rectificación de algún kilómetro de las antiguas, que no son de utilidad pública, sino para lujo, para comodidad de este ó el otro pueblo, de esta ó de la otra finca.

Si los trabajos realizados en estas carreteras parciales los hubiésemos invertido en la general, ésta tocaría en la actualidad á su término.

III

Las carreteras no llenan las exigencias de la vida contemporánea; por lo tanto, sería de una gran conveniencia abandonar por ahora pues no contaríamos con obreros suficientes para dar impulso y actividad á ambas obras á la vez la idea de continuar los trabajos de la expresada carretera, dando en su lugar acogida, de un modo apremiante, á la de un tendido de vía férrea general. Ahora bien; entendemos, por razones que iremos exponiendo, que estos trabajos deben de comenzar allí donde se encuentran detenidos los de la carretera de circunvalación por ambos puntos á la vez: es decir; en Icod, con dirección al Sur y en Fasnia no sabemos con precisión el lugar donde están suspendidos dichos trabajos por aquella parte de la isla con la misma dirección.

No se nos esconde que esta clase de obras debe comenzarse en todas partes partiendo de la Capital ó población más importante, porque así lo aconsejan, entre otras razones, las de índole comercial; pero en el caso nuestro resulta que todas las poblaciones que se sitúan desde Güimar á Garachico se hallan enlazadas por la carretera; ventaja de que carecen las muchas é importantes del Sur. Y lo que al país conviene, dejando á un lado egoísmos y vanidades mal entendidos, que pudieran surgir al alegar esta ó la otra población su mejor derecho á que en ella se dé principio á los trabajos, es enlazar en brevísimo tiempo todos los pueblos de Tenerife, siquiera sea en parte por ferrocarril, en parte por carretera la que se halla construida actualmente obtenido lo cual, debemos siempre proseguir, con el mayor ahínco, al objeto de llevar á su más rápida terminación las obras de la vía férrea general.

(continuará)

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