Insisto en que la foto podría ser el retrato de mi calle
porque llevamos dos semanas en que una de la dos farolas existentes (deberá
ser, si las matemáticas siguen funcionando igual que cuando yo estudié, el 50%)
está más negra que los sobacos de un grillo. Y seguro que tú, que ahora mismo
estás leyendo estas líneas, habrás pensando por qué no utilizo la denominada
Línea Verde. Que consiste en una aplicación que te permite poner en
conocimiento de una cohorte de liberados, a través del móvil, las incidencias
con las que te tropiezas en las vías públicas y que todos los concejales, más
liberados y enchufados, más la plantilla de la policía municipal (incluyan a
Marrón), más todo el personal laboral y funcionarios que trabajan en la casa de
todos, más todos los familiares directos (e indirectos) de los anteriormente
implicados, más militantes y simpatizantes de las formaciones políticas
presentes en la corporación municipal (y voy a poner un etcétera o no acabo),
no lo ven. Además, la empresa soriana (Effico: Eficiencia y Servicios
Integrales, manda trillos) debe revisar el funcionamiento por el día y con toda
la razón del mundo colegirán que estando todas apagadas, vete a saber si existe
alguna dañada. ¿Por la noche? A la cama, simplón.
Hace unos meses –el 19 de enero de este año– y en la
oportuna nota de prensa, pudimos contemplar cómo el alcalde y el concejal de
servicios presumían de contabilizar 2.690 incidencias comunicadas por la
ciudadanía a través de la app
precitada, que se habilitó a finales de mayo de 2020. Esta es la manera de
entender la participación ciudadana que tiene el grupo de gobierno. Sáquennos
las castañas del fuego, muévanse ustedes, pongan en nuestro conocimiento las
anomalías detectadas, que luego nosotros no solo sacamos provecho de los
esfuerzos ajenos sino que seguimos cobrando lo mismo. Y arriba presumimos de
logros. Yo creo que a mayor número de lances, mayor deberá ser el desprestigio
de quienes perciben un salario por ser concejal. Entonces, ¿de qué presumes?
¿De tus carencias, quizás?
Por todo ello me niego a participar en la movida. Muévanse,
carajo que arriba les pagamos la
gasolina y ponemos a su disposición unos elegantes vehículos oficiales. Qué
bueno es pasar el día de brazos cruzados a la espera de que nos comuniquen que
en el paraje tal una tubería se rompió o un contenedor de la basura se echó a
correr calle abajo. Y no olvides de remitirle la foto. Menos mal que no piden,
por ahora, un billete de cincuenta euros para el cortadito. O para el medio
güisqui.
Como suelo dar un
pateo de cuando en vez, me percato de otras deficiencias. Por ejemplo,
en el pavimento (piche) de muchas calles. Pero como no he descargado la app (jolines, cómo progreso, si no lo
escribo, reviento), ni pienso hacerlo, se van a quedar con las ganas. No voy a
decir ni mu. Bueno, sí, después del día 17 lo mismo me animo y les cuento que
se ha vuelto a implantar la censura. Como lo oyes. O como lo lees. ¿Increíble?
Eso pensaba yo.
Mañana me daré un salto hasta La Guancha. A bañarme en la piscina.
Si encuentro socavones por el camino (hasta el Barranco de Ruiz), me pienso
callar porque en la zona de Icod el Alto hay varios concejales que deberán
tener descargada en sus respectivos móviles la famosa Línea Verde. Con mis
respetos, que muevan el culo.
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