miércoles, 19 de mayo de 2021

58. Intrahistoria de El Legado (y 2)

Cuánta pena siento. Qué se creen estos falsos corderos (así se muestran normalmente, aunque, como en esta ocasión, les sale el rejo y se les acaba el disimulo mostrándose como lo que realmente son). Absolutismo pleno. Dictadura de una mayoría mal entendida. El falso (y ausente) crea escuela. Porque no puede calificarse el suceso como un simple acto de mala educación. Ojalá fuera solo un pequeño desliz.

Ya está bien. Y me gustaría que la oposición, y todo aquel que no comparta estas conductas, no se quedara en las medias tintas consabidas y diera un paso al frente en defensa de unos principios democráticos. Porque estos sesgos comienzan a ser peligrosos. Y no surjan lamentos a destiempo. Las derivas de tal índole no pueden tener cabida en nuestras instituciones. Que, repito, nos pertenecen. Ustedes están de prestados para tramitar con diligencia nuestros dineros. No les pido que difundan el presente en las redes sociales porque sé que no lo harán. Algún amigo, que ahora mismo se estará haciendo cruces al conocer esta ¿salida de tono?, me acompañará en el sentimiento.

Yo no puedo ponerme en lugar de Juan José. Le aplaudo su aplomo y el no montar el pollo (lío, escándalo) ante un evento ya programado. Pero a buen seguro que ya, una vez pasado, y mamado, el mal trago (manera suave de disimular un tic dictatorial en toda regla), se seguirá preguntando si por unos malditos 400 euros merita la pena seguir escribiendo. Claro que lo merece, faltaría más. Otros representantes vendrán si los actuales se siguen retratando. Además, aún quedan empresas generosas por esos mundos. A seguir en la brecha.

Para ti, especialmente, amigo Juan José, aunque otros podrán sentirse, asimismo identificados, otras décimas, porque hace unos días (desde que me enteré de la movida y esperaba a que llegara el día 17) me sentí inspirado. ¿Petulancia? Sí, a mis años, qué ilusión. Y a ti, Fidela, mi ánimo, consideración y afecto. Si algunos creen que con desprecios e insultos van a lograr que torzamos el rumbo en nuestra bien merecida jubilación, aviados van. Ladran, luego cabalgamos. Chacho, van las espinelas prometidas:

Algún día escribiré / de libros que se presentan, / pues concejalas no cuentan / lo que yo sí te diré. / Bien alto denunciaré / a la que echó mucha jeta: / una valiente que veta / a quien la obra prologa, / porque ella poder se arroga / y a la jefa nadie objeta.

Dispongo por mis ovarios / el derecho de admisión, / entrando solo al salón / acólitos y gregarios. / Comportamientos sectarios / definen a un personaje, / que merienda igual forraje / que sus carcas superiores / y se traduce en rencores / la ingesta de tal potaje.

Se equivocó un servidor / al pensar que era distinta, / mas debió quedar encinta / del sentir de su prior. / Con la cultura, qué horror, / y el noble trabajo ajeno, / no se inocula veneno / de la gente intolerante: / yo te hubiera dado el plante / porque si no me gangreno.

Nade usted en su porquería / y con salud la disfrute; / añada este nuevo chute / al quehacer de cada día. / Entiendo que convendría, / siquiera de vez en cuando, / irse los humos bajando / o mirarse el interior, / no sea que tu Señor / el fuego te esté guardando.

Todo en la vida se pega / y el jefe ha creado escuela, / siendo esta la secuela / de una observancia ciega. / La iniquidad que doblega / y obnubila la razón, / mostrando una educación / de lo más barriobajera, / no escribiendo verdulera / pues no quiero ser faltón.

Al autor, este consejo: / a seguir con la escritura, / que la bendita locura / mantenga vivo ese rejo. / Y que no llegue un pendejo* / un mucho corto de miras / a desatarnos las iras / de graves incompetencias, / disimulando solvencias / con auxilio [o socorro] de mentiras. (*Por la rima, que podría ser pendeja).

Ya está. Había (tenía) que escribirlo. Y ponerlo en conocimiento de mucho ingenuo (e ingenua). A los que ayuden a difundirlo, agradecido. A los que no, también.

Apostilla final: Visto lo visto, harían bien en coger el martillo de los discos duros, que ha demostrado, y con creces, tremenda eficacia, y hacer añicos la placa que se halla en la entrada de la Casa de la Cultura. Nadie que no sea el actual, merece tal honor, porque los ineptos anteriores no deben figurar en lugar alguno. Desde 1496, en esta Villa Histórica, un único regidor. Sin sombras ni penumbras. Ya que mencioné a Unamuno al principio, qué mejor que este colofón: San Manuel Bueno, mártir. Así sea. O amén.

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