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“Venta: En la barbería del Maestro Cristóbal Pérez, calle de
la Cruz Verde, se espenden sanguijuelas acabadas de llegar de la Península”.
(Boletín Oficial de la Provincia de Canarias, de 26-mayo-1851)
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“Parece cosa resuelta por la empresa de estos Teatros, la
traslación de la Compañía lirico-dramática a la Orotava para veranear allí,
durante los meses de Junio y Julio. La favorable acogida que ha merecido en
aquella agradable Villa, el actual empresario, cuando se ha trasladado allí con
sus Compañías y el carácter y circunstancia que reúnen aquellos vecinos, y los
de los pueblos comarcanos, nos hacen augurar desde luego los mejores resultados
para los intereses de la Empresa. El cuerpo de coros ha ejecutado en la noche
del 22 la función de su beneficio. Entre las piezas puestas en escena, fue la
zarzuela en un acto El Cocinero, cuyo desempeño no dejó nada que desear:
hallándose el principal papel á cargo del señor Caballero, que supo
demostrarnos una vez más sus relevantes dotes cómicas”. (El Guanche,
26-mayo-1861)
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“Tuertos. He aquí algunos célebres en compensación de otros
que no lo son, y de que hay por ahí gran cosecha. Felipo de Macedonia, perdió
un ojo en la guerra: no dio después batalla que no ganase. Annibal, quedó
tuerto pasando Los Alpes: Roma tembló al oír su nombre por espacio de diez y
seis años. Sartorio, no tenía más que un ojo: triunfó tres veces de Porapeyo,
que tenía los dos sanos y buenos. Zisca, terror del imperio romano, era tuerto
también. Horacio Cocles, tuerto asimismo, defendió él solo un puente contra el
egército pórcena. Camoens, eminente poeta portugués, era tuerto también. En
España, hoy honra las letras españolas Bretón de los Herreros, falto de un ojo
también, y el autor dramático más profundo en nuestros días”. (El Guanche,
26-mayo-1861)
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“Anuncios preferentes. Sucursal de Doña Juliana Riquelme á
cargo de D. Abraham Morales, Orotava. En este establecimiento se acaba de
recibir variado surtido de trajes para hombres, corsés, medias de hilo de
Escocia, ídem de algodón blancas, de color y rudas, con costura y sin ella,
colchas blancas y de color para catres cameros, tela para sábanas de un solo
ancho, diagonales negros para vestir, crehuela fina para calzoncillos, gaza
batista, primaveras, piqué y pañuelos de seda negros y de color y otros varios
artículos. Orotava, Carrera, 12”. (El Valle de Orotava, 26-mayo-1891)
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“Hemos leído un artículo, inserto en el número 1364 de
nuestro estimado colega El Diario de Tenerife, y suscrito por el Sr. D. Ramón
Gómez, en el cual dicho señor se queja amargamente de la incuria y abandono de
las autoridades y de la indiferencia del público como causas de la propagación
de la viruela entre nosotros, y aunque el Sr. Gómez puede tener razón tratando
de censurar la conduela de ciertas autoridades y de ciertos pueblos, no la
tiene con respecto á esta Villa, tocándonos á nosotros rectificar la general
aseveración del articulista haciendo constar que desde los primeros momentos en
que se tuvo noticia de la proximidad del enemigo, y, mucho más, después que un
pobre sirviente contrajo la viruela en el cercano Puerto, de la cual sucumbió
en el periodo de supuración, no se ha omitido medio por nuestra celosa
autoridad local y por los médicos que residen entre nosotros, para extender la
vacuna como único medio de extirpar la terrible epidemia variolosa.
Más de mil niños y adultos se han vacunado y revacunado
durante los dos últimos meses en los estudios de los Sres. Zerolo y Espinosa,
llevando la Junta de Sanidad su celo hasta el extremo de disponer la vacunación
á domicilio para evitar las consecuencias de la apatía ó de la indiferencia de
alguno, de la que con razón sobrada se queja el Sr. Gómez.
Desde que se dio el primer caso desgraciado de viruela en
esta Villa, se han tomado todas las medidas de precaución que aconseja la
ciencia en estos casos, y la incomunicación más rigurosa, y la desinfección más
constante y hasta la quema de objetos que estuvieron en contacto con el
enfermo, nos han puesto á cubierto, en lo posible, de nuevas y lamentables
infecciones.
Después de ese primer caso, sólo hemos tenido cuatro
atacados, dos adultos y dos niños, los cuales, sometidos también á una completa
incomunicación y visitados á todas horas por el facultativo titular de esta
Villa, han pasado con felicidad los diversos periodos de la enfermedad variolosa,
creyendo nosotros que las medidas adoptadas, en unión de la suavidad y demás
condiciones salutíferas de nuestra privilegiada comarca, nos librarán en
término breve, de la zozobra que actualmente vivimos.
Otra de las pruebas que hablan muy alto en pro del celo
desplegado en esta ocasión por nuestra autoridad local y por la Junta encargada
de la salud pública, es la acertada prohibición de la popular fiesta de San
Isidro, y de la no menos popular, si bien más pacífica, de la Octava del
Corpus, fiestas que atraen á esta Villa gran número de forasteros, y reúnen en
determinado espacio á miles de personas. Pues bien; como es sabido que toda
aglomeración de individuos es causa abonada para el desarrollo de las
enfermedades epidémicas, el Sr. Alcalde, de acuerdo con la Junta de Sanidad, ha
dispuesto que dejen de celebrarse ambas festividades (en su parte civil, se
entiende) prestando con esta medida de precaución un verdadero servicio á la
salubridad del pueblo que administra. Conste, pues, que en la Villa de Orotava
se presta el debido homenaje á los dictados de la ciencia, y que si no podemos
librarnos de la viruela, no será por faltas cometidas por los encargados de la
salud pública, sino porque causas superiores á su voluntad así desgraciadamente
lo han permitido”. (El Valle de Orotava, 26-mayo-1891)
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