Manifestado lo cual –esa impresión me ronda desde ha
bastante– denuncio, bien alto y claro, que las nuevas tecnologías (benditas
sean) han venido a servir en bandeja el apoltronamiento de mucho político.
Sirva de ejemplo la denominada Línea Verde, aplicación por la que los
concejales se han adocenado tanto (acepción tercera del DRAE) que se limitan a
esperar sentados a que seamos nosotros los que nos dediquemos a observar
anomalías y les remitamos el mensaje, con foto y lugar exacto del deterioro o
desperfecto. Así se las ponían a Felipe II (o a Fernando VII, más tarde;
incluso los salmones que pescaba Franco) suele escucharse con frecuencia. Y ya
que me subí al burro, del alumbrado en la Urbanización Los Príncipes, ni
gobernantes ni oposición. Mutis por el foro. Y en tinieblas. Esta raya, como no
es verde, parece no valer.
Vi, hace unas semanas, que el amigo Germán Rodríguez ponía
de manifiesto en una red social el aparente mal estado de uno de los dos dragos
de Realejo Bajo (los conocidos como dragos gemelos). Hecho del que, días más
tarde, se hace eco El Día. En la información se da cuenta que fue otro vecino,
Rubén Toste, quien había trasladado al ayuntamiento esta incidencia a través,
precisamente, de la aplicación precitada.
Como nunca me he sentido satisfecho con quedarme en el ramaje
e intento sumergirme en el trasfondo, me llama poderosamente la atención el que
la gente del lugar manifieste que esta caída de las hojas del ejemplar botánico
no es algo de hace unos días, sino que se viene constatando desde, como mínimo,
un año atrás. No hice cruces, pero díjeme: manda aquello.
El ayuntamiento comienza, pues, a moverse y ya han acudido
técnicos en la materia para los primeros estudios. Se plantean hipótesis al
respecto, amén de las posibles soluciones para que no se nos pierda este joya
botánica. Pero claro, surgen preguntas ante declaraciones y fotos de postureos.
Manuel Domínguez alega sentir un cariño especial por los
dragos y se entristeció cuando conoció la noticia (¿dónde estaría?) de que uno
podía estar enfermo. Menos mal que no acudió a darle dos besos y entregarle un
ramo de flores. Que es lo habitual en él. Porque estas declaraciones solo
vienen a poner de manifiesto la gravedad de sus ausencias. Alegar ignorancia
cuando vive a unos cientos de metros, indica bien a las claras que sus
preocupaciones orgánicas y parlamentarias eclipsan el principal quehacer en el
que debería volcarse: la defensa a ultranza de la Villa de Viera, mi pueblo.
Adolfo González se alegra de que los ciudadanos tengan
siempre presto el móvil. Y se regocija de que la Línea Verde siga batiendo
récords. Así presumirán una vez más de números. Pero obviando el que cuanto más
colaboremos nosotros, más cachetones les estaremos suministrando por su
inutilidad. Porque, al final, con la cantidad de asuntos pendientes, y de suma
importancia y trascendencia , que quedan pendientes en Los Realejos, tanta
presencia en los medios solo deja patente que la venta de humo va a seguir
siendo la tónica dominante. Muy triste balance. Se suceden demasiadas
incongruencias. Cuentan, además, con la tremenda suerte de que el periodismo
está como está. No en horas bajas, mucho más allá de los cero grados. Y
disponen de todos los canales para proclamas tan vacuas como…
Hasta mañana. Y mis deseos más fervientes de que el drago se
recupere. Y que haga oídos sordos a las sandeces que sueltan los que se van a
sacar la foto junto a él. Que no le pase lo que a uno que hubo en La Gorvorana.
Como otros tantos.