Juan Padrón repitió la palmada con Manuel García; fué un
toque limpio, enérgico que pone en el suelo al popular luchador del Fomento,
mientras el público, pasado el momento del asombro, aplaude al vencedor.
Agarran después Juan Padrón y el Hijo de Hipólito.
Julián no cede a las palmadas y con la energía que le
caracteriza se apodera dos o tres veces del muslo de su adversario; este se tambalea
pero se salva del naufragio y con una embestida desesperada gana su tercera
lucha.
5º. Tenerife. Se retira Juan Padrón Pérez y sale Graciano
Hernández que forma una bella pareja con su adversario Angelito; Graciano
Hernández ataca rápido, seguro... es decir, seguro no, porque cuando tiene el
triunfo en las manos, pone éstas en el suelo mientras Angelito se escabulle con
uno de sus habilidosos movimientos.
6º. Hierro. Con un toque para atrás, Wifredo Mérida gana la
lucha con Ángel Alvarez.
7 y 8. Tenerife. Ganadas por Aureliano Albertos; después de
vencer a Wifredo, agarra con el herreño Ramón Hernández con el que pone en
práctica la lucha que tantos éxitos le ha proporcionado.
9 y 10. Hierro. Hace entonces su aparición Pascual
Hernández, nótase en el famoso luchador la huella de los años, pero en sus
luchas sigue dominando el sello de una especialidad; vence a Aureliano y a
Melián Rivero. ¿Como, con qué luchas les venció?
Vienen después momentos de expectación. El encuentro de
Pascual y José Martín.
Y a los pocos momentos de la lucha quedó justificado el
interés del público; agarraron ambos luchadores como si se conocieran de toda
la vida; atacaba magistralmente Pascual y se defendía mejor El Sopo; una de las
veces el golpe del herreño fué certero, volvió, la cabeza para levantar al que
creía caído, pero se encontró de pie y sonriente el caudillo del Fomento; al
agarrar de nuevo fué José Martín quien realizaba el trabajo de ataque y
correspondió entonces al veterano Pascual defenderse con la seguridad de un
luchador maestro.
Esta lucha quedó en tabla.
11. Tenerife. Mariano Cabrera, luchador de ayer puede
decirse, y que ha recorrido ya la escala de los éxitos; venció el domingo a
Justo Hernández con una lucha elegante: una levantada limpia rematada con un
cango por fuera.
12. Hierro. Si bien estuvo Mariano en la lucha que ganó,
mejor estuvo al agarrar su segunda lucha; con extraordinario dominio levantó y
jugó con su adversario; pero no perdió éste el tino, y con una maestría
admirable, Manuel González, que este era el nombre del herreño, venció a
Mariano Cabrera.
13, 14 y 15. Tenerife. Una levantada de Eusebio García da en
tierra con Manuel González.
Y hace su aparición el hombre cuyo nombre está rodando desde
hace más de una semana en boca de todos los entusiastas de la lucha o sea medio
Santa Cruz.
Su presencia parece dar fe de su fama. Agarran los
luchadores y en menos tiempo del que se emplea en decirlo, queda formado el
interesante grupo de dos hombres poderosos que emplean todo su fuerza en una
combinación encontrada difícil que en el argot de la lucha se llama la burra.
Trabóla Acisclo en malas condiciones, y se encontró además con la resistencia
formidable de Eusebio, y así unos segundos, hasta que impotente Acisclo para
arrastrar a su adversario, fue arrastrado por su propio impulso, y se hundió
derrotado en la tierra.
El coloso había sido vencido, y el entusiasmo del publicó
desbordóse en una lluvia de aplausos y pesetas para el vencedor. La gloria de
Eusebio fue sin embargo más completa. Volvió al terreno Juan Padrón Pérez y es
entonces cuando se muestra en todo su desarrollo el poder de Eusebio; levanta y
sostiene a Padrón Pérez, qué se defendió durante un buen rato, y logra
derribarle.
16 y 17. Tenerife. Se retira Eusebio y ocupa su lugar en el
terrero Rafael Déniz. Como adversarios tuvo los dos luchadores que quedaban del
Hierro: Miguel Padrón y Pascual Hernández; ninguno de los dos pudo resistir un
minuto la cadera oportunamente aplicada de Déniz: y fueron vencidos por este
con gran facilidad.
Tenerife, diez luchas contra siete que ganó el Hierro.
Pero la lucha del domingo por la forma en que se desarrolló
no puede considerarse definitiva.
Continúa pendiente la expectación del público para las
próximas luchas.
Allá veremos”.
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Con este despliegue informativo, a más de un seguidor del
noble deporte se le deberán poner los dientes largos. Y a más de uno de los que
presume de periodista, se le debería caer la cara de vergüenza. Seguiremos
hurgando.
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