Tres luchas nada más. Lo suficiente para acreditar su
merecido cargo de capitán y de entrenador del equipo de esta Capital y del
sobrenombre de su Majestad Pepe El Sopo.
Le tocaron tres fornidos teguesteros: José Alvarez, Andrés
Hernández y Pedro Rodríguez.
Venció al primero por una contra de la palmada para atrás;
al segundo, por una levantada con remolino y toque por dentro y al último por
una levantada y cango por dentro (Lluvia de aplausos y pesetas).
El Sopo fue
vencido por Pancho el de la Caldera y
Brito por Juan Martín Ramos.
Las demás luchas, por extensa de esta reseña, nos vemos
obligados a no detallar cómo de costumbre.
Baste saber que todas fueron interesantes y que los
aplaudidos luchadores de Tegueste y Tejina, honraron a su viejo maestro Rivero,
demostrando que son de lo mejorcito con que cuenta el deporte regional desde
Gracia para arriba.
Porque desde la ermita para abajo, hay que reconocer que
contamos con una pléyade de luchadores que ya, ya…
La nota final de la tarde fué el encuentro del notable
luchador lagunero Ángel Alvarez (Angelito) y el no menos notable Manuel Mora
(el Indio), que nos obsequiaron con unas preciosas luchas, tal como las exige
el arte en este deporte regional.
Angelito venció a su contrario por 4 magistrales luchas,
contra 3, también monumentales, de El Indio.
La segunda pareja, compuesta por Victoriano Rodríguez y Juan
Mesa, desarrollaron también interesantes luchas, resultando vencido este último
por 3 a 2.
El próximo domingo se verificará un segundo encuentro de los
luchadores de esta capital y los de Tegueste y Tejina, en un amplio local de
este último pueblo.
¡A Tejina, pues, el domingo!
¿Y el Zurdo? ¿Por
qué no luchó el domingo este simpático y famoso luchador.
Firma: El amigo Melquiades”.
Y de la luchada de vuelta, celebrada en Tejina el siguiente
domingo (día 11), el 12 de marzo de 1917 (lunes), estas referencias de las
cabeceras que se indican:
La Prensa, página
2, amparado en el titular: Revistillas, la fiesta regional
“San Bartolomé en Tejina... cada santo en su lugar.
Día memorable el de ayer para nuestra fiesta regional. Lucha
en pleno campo, a la sombra de unos viejos laureles, con buen sol, buen vino, y
buenos luchadores... Y todo esto en medio de una paz geórgica, entre canturías
de capirotes y alegre rumor de aguas en las acequias... ¿Qué más queríais,
ilustres campeones?
No faltaba más que un poeta regional, inflamado de bucólica
inspiración, que a la mitad de la lucha nos hubiese leído unos bellos romances
cantando aquel panorama, aquel sol y aquel sabor a la tierra. Pero nuestros
poetas, que suelen estar en todas partes, no aparecieron ayer por Tejina.
Unicamente se dejó ver Gil Roldán. Pero a Ramón, después que le hicieron
presidente honorario de las luchas ─como
quien dice, el mariscal Joffre─,
le ha dado por tomar demasiado en serio el papel. Y nos quedamos sin poeta y
sin melodía.
Fué una lástima, porque el espectáculo bien merecía un
cantor que estuviese a la altura de las circunstancias. ¿Y Crosita? ¿Dónde
estaba ayer el vate regional, que tampoco se dejó ver por tierra tejinera? En
fin, queridos lectores, a falta de inspirados poetas conformaos con esta
prosaica y deslavazada reseña.
Decir que Tejina se vistió ayer de gala para recibir a los
forasteros que la visitaron, sería hablar de lo que ya se sabe, tratándose de
pueblo tan rumboso y hospitalario como aquel. Hubo hasta cohetes voladores,
surcando los espacios. Y si no hubo repique de campanas, fué porque la crisis
del tomate, tan aguda y tan ruinosa en Tejina, le ha quitado el humor hasta al
sacristán de la Parroquia. ¡Oh, los empaquetados, las charcas, los tomateros y
las tomateras!... ¡Cuánta alegría y cuánta abundancia ayer! ¡Cuánta soledad y
cuánta desolación hoy!
El pueblo, sin embargo, no ha perdido todos sus atractivos.
Y te quedan sus mujeres. Una morena y una rubia vimos ayer, presenciando la
lucha, que ya las quisiera Castalia para su concurso de beldades.
Pero, ¿a qué seguir hablando del panorama? Ya hemos dicho
que era digno del estro de un poeta. Y de la concurrencia ¿qué decir también de
la concurrencia? Que era de lo más selecto de Las Canteras abajo, aumentada y
realzada por centenares de touristas
santacruceros. Y claro es que no faltaron ni el presidente del turismo, ni
algún miembro de la antigua X, ni el señor cura del lugar, para hacer honor a
tanto huésped.
En una sola frase compendió Antonio Recco, qué es un
espíritu bastante observador, la impresión que todo aquello causara al
visitante, en presencia de tan lucida romería:
¡Ni la coronación de la virgen de Candelaria!...
(finalizamos mañana)
No hay comentarios:
Publicar un comentario