Me olvido, pues, de los menesteres caseros, que dejo en
manos de cabezas mejor equilibradas (o amuebladas), y retomo pasajes de nuestro
vernáculo deporte (se reinicia su actividad, según fuentes gubernamentales, en
los próximos meses), que los periódicos del entonces reflejaron en sus páginas.
A las que puedes acceder con suma facilidad desde la comodidad del sillón ante
el ordenador, sumergiéndote en las hemerotecas digitales de las dos
universidades públicas canarias. Dejo las privadas y las academias consorciadas
con las americanas (por ejemplo, la del estado número 44 de USA, cuya capital
es Cheyenne) para lumbreras de mayor porte (verbigracia, indeterminado político
que no aporta documento acreditativo de la supuesta titulación y de la que
cuestiono su convalidación académica).
Como nos habíamos quedado (ver entradas anteriores en el
blog) en el año 1909, hemos comenzado la búsqueda a partir de 1910. Será
nuestro criterio de selección exclusivo. Y en Las Canarias (y nuestras posesiones africanas), periódico semanario
propagandista de sus intereses y de su progreso intelectual (editado en
Madrid), y en su ejemplar número 854 (año X), correspondiente al 10 de julio de
1910 (miércoles), nos tropezamos con un artículo que, sin firma que identifique
su autoría, lleva el título genérico de La lucha canaria y cuyo tenor literal (incido
siempre en ello por el tema ortográfico) es el siguiente:
“Es tema de las conversaciones en Madrid la agilidad y clase
de lucha de Raku, y, la verdad, no tiene la novedad, ni es tan variada en su
forma como la lucha canaria.
Así como en la península privan los toros ─dice Canarias turista─
el sport favorito en Canarias es la
lucha. Allá los chicos improvisan plazas en las calles y organizan sus corridas,
funcionando unos de toreros y otros de toros; y aquí se emplaza un terrero en cualquier parte, se
constituyen dos bandos y á luchar denodadamente. Y aquí como allá se agrupan
los grandes hasta formar numeroso corro alrededor de los actores; y allá como
aquí se vende, si es preciso, la camisa para asistir al espectáculo que tan
vehementemente apasiona.
Una sola diferencia notamos entre una y otra fiesta; que á
los toros asiste el bello sexo y á las luchas no por costumbre, ciertamente, no
porque haya en ella nada de particular que establezca la prohibición.
El anuncio de una luchada
con afamados atletas, es siempre un acontecimiento, á pesar de la frecuencia
con que se suceden; y cualquiera sea el punto que se señale allí acuden los
aficionados en falanjes, sin preocuparse del tiempo ni la distancia ni de los
medios de locomoción para abreviar y facilitar aquélla.
La lucha canaria es verdaderamente un espectáculo
entretenido, que ofrece variados atractivos al espectador y llega á despertar
grandes entusiasmos. En el luchador la fuerza se sustituye por la habilidad, y
en aquél que concurren esos elementos se convierte en un adversario temible.
La acción se libra cuerpo á cuerpo, sin emplearse más armas
ofensivas y defensivas que las que facilita el poder personal. Los factores
únicos son las manos y las piernas, ayudados por la destreza, mejor dicho por
el arte, pues en la mayoría de los luchadores se hace necesario reconocer al
artista.
Se agarra mano arriba
ó mano abajo, según se convenga, y dada la voz por uno de los dos
combatientes comienza la brega, en la que se producen incidentes y detalles que
sostienen la espectación del público, que arrancan explosiones de entusiasmo y
provocan aplausos y protestas, discusiones acaloradas y lios qué siempre tienen
solución pacífica, y en los que por regla general triunfan los que más chillan.
La lucha termina por la caída de uno de Ios atletas. Cuando
el final produce duda justificada se declara revuelta y se lucha nuevamente…
(concluimos mañana)
No hay comentarios:
Publicar un comentario