lunes, 9 de agosto de 2021

101. Telde: cuna de luchadores (1)

Regresamos tras unos días de asueto. Y no me saltes con la cantinela del jubilado. ¿Qué sabes tú de mis múltiples ocupaciones y de las especiales circunstancias que concurren en una persona mayor? Ya que te empeñas, tuve la oportunidad de visitar algunas islas en el pasado mes de julio y poder comprobar, in situ, cómo se cumplían las normas establecidas para el control de la pandemia. Esas mismas que unos señores magistrados… Cállate, ignorante. Dedícate a consultar en periódicos de años idos y deja los asuntos enjundiosos para los entendidos. Y cuando vayas a caminar, agacha la cabeza y mira solo al suelo por si antes pasó algún perro. Así no verás cómo en cierto lugar del pueblo (¿relacionado con una luchada?), empleados del ayuntamiento (y hasta algún concejal) pasan olímpicamente de reglas y demás zarandajas. Eso, predican con el ejemplo. Y luego se hartan de comunicados y notas de prensa. Con foto incluida.

Me olvido, pues, de los menesteres caseros, que dejo en manos de cabezas mejor equilibradas (o amuebladas), y retomo pasajes de nuestro vernáculo deporte (se reinicia su actividad, según fuentes gubernamentales, en los próximos meses), que los periódicos del entonces reflejaron en sus páginas. A las que puedes acceder con suma facilidad desde la comodidad del sillón ante el ordenador, sumergiéndote en las hemerotecas digitales de las dos universidades públicas canarias. Dejo las privadas y las academias consorciadas con las americanas (por ejemplo, la del estado número 44 de USA, cuya capital es Cheyenne) para lumbreras de mayor porte (verbigracia, indeterminado político que no aporta documento acreditativo de la supuesta titulación y de la que cuestiono su convalidación académica).

Como nos habíamos quedado (ver entradas anteriores en el blog) en el año 1909, hemos comenzado la búsqueda a partir de 1910. Será nuestro criterio de selección exclusivo. Y en Las Canarias (y nuestras posesiones africanas), periódico semanario propagandista de sus intereses y de su progreso intelectual (editado en Madrid), y en su ejemplar número 854 (año X), correspondiente al 10 de julio de 1910 (miércoles), nos tropezamos con un artículo que, sin firma que identifique su autoría, lleva el título genérico de La lucha canaria y cuyo tenor literal (incido siempre en ello por el tema ortográfico) es el siguiente:

“Es tema de las conversaciones en Madrid la agilidad y clase de lucha de Raku, y, la verdad, no tiene la novedad, ni es tan variada en su forma como la lucha canaria.

Así como en la península privan los toros dice Canarias turista el sport favorito en Canarias es la lucha. Allá los chicos improvisan plazas en las calles y organizan sus corridas, funcionando unos de toreros y otros de toros; y aquí se emplaza un terrero en cualquier parte, se constituyen dos bandos y á luchar denodadamente. Y aquí como allá se agrupan los grandes hasta formar numeroso corro alrededor de los actores; y allá como aquí se vende, si es preciso, la camisa para asistir al espectáculo que tan vehementemente apasiona.

Una sola diferencia notamos entre una y otra fiesta; que á los toros asiste el bello sexo y á las luchas no por costumbre, ciertamente, no porque haya en ella nada de particular que establezca la prohibición.

El anuncio de una luchada con afamados atletas, es siempre un acontecimiento, á pesar de la frecuencia con que se suceden; y cualquiera sea el punto que se señale allí acuden los aficionados en falanjes, sin preocuparse del tiempo ni la distancia ni de los medios de locomoción para abreviar y facilitar aquélla.

La lucha canaria es verdaderamente un espectáculo entretenido, que ofrece variados atractivos al espectador y llega á despertar grandes entusiasmos. En el luchador la fuerza se sustituye por la habilidad, y en aquél que concurren esos elementos se convierte en un adversario temible.

La acción se libra cuerpo á cuerpo, sin emplearse más armas ofensivas y defensivas que las que facilita el poder personal. Los factores únicos son las manos y las piernas, ayudados por la destreza, mejor dicho por el arte, pues en la mayoría de los luchadores se hace necesario reconocer al artista.

Se agarra mano arriba ó mano abajo, según se convenga, y dada la voz por uno de los dos combatientes comienza la brega, en la que se producen incidentes y detalles que sostienen la espectación del público, que arrancan explosiones de entusiasmo y provocan aplausos y protestas, discusiones acaloradas y lios qué siempre tienen solución pacífica, y en los que por regla general triunfan los que más chillan.

La lucha termina por la caída de uno de Ios atletas. Cuando el final produce duda justificada se declara revuelta y se lucha nuevamente…

(concluimos mañana)

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