martes, 10 de agosto de 2021

102. Telde: cuna de luchadores (y 2)

Entre los luchadores hemos conocido muchos famosos y de gran popularidad; pero ninguno de ellos ha llegado en concepto público á la altura de Matías Jiménez, de la pila de Telde. Ahora duerme sobre los laureles conquistados, obligado á ello por los años, pero hubo una época en que su nombre y sus hechos se habían extendido por la provincia y sobre ello se forjaban leyendas. Para los aficionados á la lucha Matías Jiménez era un ídolo, y á pesar del tiempo transcurrido su recuerdo perdura y su nombre sale a relucir siempre que se habla de luchadores de nota.

Entre los extranjeros que nos visitan se suma muchos partidarios de la lucha. Les resulta agradable aquel pugilato en el cual se da frecuentemente el caso de ser un gigante arrollado por un pigmeo.

Una de las luchadas más sobresalientes fué organizada el año 1868 en honor de los generales Serrano, Rodas y Dulce desterrados entonces en Canarias, y en la que fué el héroe el ya mencionado Matías Jiménez.

Telde ha sido la cuna de los atletas de más prestigios. En otros varios pueblos de la isla se han producido también artistas de mérito, pero no con la profusión de la ciudad teldense.

Telde ha luchado multitud de ocasiones contra toda la isla y número suficiente de luchadores ha contado para un campeonato contra toda la provincia.

De Lanzarote y Fuerteventura han salido asimismo famosos luchadores y algunos del Hierro y del Tenerife; pero sin pasión aseguramos que ninguna de las islas los ha producido en la abundancia y en el mérito que la de Gran Canaria.

Ya se ha demostrado así en distintas ocasiones y probablemente volverá á presentarse otras nuevas de confirmarlo.

La pléyade de luchadores de nombradía como Juan Castro, El Rubio, Viera, Mandarrias y tantos otros cargados de laureles han pasado á la reserva, ó están próximos á entrar en ella; pero en las nuevas generaciones, en los jóvenes á quienes hoy les sonríe la fortuna y les retoza la sangre, se encuentran algunos discípulos que honran á sus maestros.

Algunos de ellos han dejado ya bien sentado el pabellón, y otros, en ensayos practicados, han puesto de relieve sus especiales condiciones para la lucha.

La afición subsiste todavía y en gran escala aunque no en los grados de unos cuantos años atrás. Además, en pasadas épocas se luchaba por ganar honra; hoy entra un poquito la honra pero mezclada con otros intereses.

Hoy se organizan las luchas, se encomian con bombos y platillos y se adoptan, en fin, todas las medidas necesarias para que resulte un negocio, no para que luzca el artista y quede satisfecho el público. Antiguamente las luchas se improvisaban, todos los terrenos eran buenos y lo único que se buscaba era el aplauso de la concurrencia, la más acariciada y apetecida recompensa.

Ahora, también el aplauso halaga pero hay un ruido más atrayente, más conmovedor que el de las ovaciones: el del dinero. Así como cambian los tiempos y se modifican las costumbres, altéranse los gustos y las ideas. Por ello quizá que en una parte de los luchadores de hoy haya más apego al metal vil que á la gloria. Y se comprende, por que ya ha pasado la época del romanticismo.

En el público también se observa algún cambio. Se deja arrastrar de simpatías aunque haya que sacrificar la verdad y menospreciar el arte. Y así resulta frecuentemente convertido el circo en plaza de toros. Si hubiera menos pasión y más justicia, el espectáculo sería más atrayente.

A pesar de estos pequeños lunares, las luchas, como decíamos al principio, son entre todos los sport el que más admiradores y partidarios cuenta en Canarias.

Es un espectáculo interesante, cien veces más que el boxeo y mucho más culto que ese deporte que disloca á los flemáticos hijos de Albión.

Y en verdad que no podemos explicarnos cómo dos hombres dándose puñetazos, que suelen terminar en mortal accidente, llegan á despertar los entusiasmos de quiénes alardean de una indiferencia soberana”.

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111 años después, que me corrijan los entendidos, se podría colegir que el asunto del dinero ha trastocado muchos planes. Y, desgraciadamente, no solo en la lucha canaria, sino en la mayoría de los deportes. No creo haga falta recurrir al triste ejemplo del fútbol profesional. Incluyan lo de Messi. En fin, estimados, seguiremos husmeando.

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