miércoles, 18 de agosto de 2021

108. Los canarios en la Argentina

Corresponde en el día de hoy dar cuenta de un comunicado de la colonia canaria en Argentina, del que se hizo eco La Prensa, diario republicano, el 28 de agosto de 1913 (jueves), número 953, año III, en sus páginas 1 y 2: En 2ª plana. El acto de ayer. Los canarios en la Argentina. No solo lo transcribimos, sino que nos hemos permitido la licencia de resaltar en negrita el último párrafo, donde se condensan los propósitos de la asociación y entre los que destaca el fomento de la lucha canaria, verdadero rasgo distintivo de nuestro pueblo.

“Suscrito por estimados paisanos residentes en la Argentina, hemos recibido un ejemplar del Manifiesto que han publicado y que tenemos mucho gusto en insertar en nuestras columnas.

Dice así:

Un movimiento espontáneo de Asociación se ha despertado brioso y entusiasta entre los hijos de esta tierra residentes en la Argentina. Ya era tiempo; vivir separados, aislados, desconociéndose y ocultándose los unos á los otros, como si las llanuras inmensas de esta tierra hospitalaria y noble nos hubiera hecho olvidar aquellas, montañas nuestras que se levantan en el Atlántico, como vigías cuidadosas de la paz encantadora de nuestros valles y de la dulce tranquilidad de nuestros caseríos blancos y alegres, donde viven los canarios como hermanos, en familia; vivir así lejos de la tierra nativa, haciendo girones el ajuar sagrado de la cuna que nos meció á todos, cual si se tratara de huérfanos infortunados, sin madre que nos inspire recuerdos ni afecciones ni cariños, vivir así, era imperdonable.

Una necesidad grande, imperiosa, nos llama á unirnos, nos obliga á formar una colectividad respetable, que se mueva á impulsos de sentimientos y aspiraciones comunes, no solo para avivar en el corazón el fuego del amor á la tierra lejana, sino para mejor incorporarnos á la labor intensa de este pueblo, que lucha afanosamente por su engrandecimiento y prosperidad.

Todas las regiones de los distintos pueblos que en la Argentina viven cuentan Sociedades de protección mutua y de instrucción y recreo. Todas menos nosotros los Canarios; que formamos en este sentido una triste y dolorosa excepción. Y no se explica en nosotros ese espíritu díscolo, rebeldes a tales movimientos colectivos. Somos nosotros los Canarios por carácter, por temperamento, por una suprema razón geográfica eminentemente regionalistas, enamorados de nuestro suelo, hermoso cual ninguno; apegados á nuestras costumbres, sanas y buenas; orgullosos de nuestras tradiciones, de nuestras virtudes, de nuestra historia. Donde quiera que se hallen los Canarios, viven unidos con lazos fraternales, como si las montañas que allá nos estrechan y los mares que nos rodean, nos rodeasen y nos estrechasen por donde quiera que vamos.

En Cuba, la Asociación Canaria sirve de modelo en esta clase de agrupaciones regionales. Nadie ignora la importancia y los prestigios de que goza el Centro allá formado por nuestros hermanos. Sabemos que aquí se ha intentado distintas veces hacer lo mismo, pero sin éxito. No pretendemos saber las causas, pero cualesquiera que ellas sean, nada dicen, ni nada pesan, para que en estos momentos dejemos, de una vez por todas, resuelto el problema. La Asociación Canaria en la Argentina es ya un hecho, una hermosa realidad.

El día seis de Julio, del año actual, y en los salones del diario La Prensa quedó definitivamente constituida, entre las aclamaciones de centenares de paisanos. En pocos días contamos ya con más de ochocientos socios. De todas partes recibimos adhesiones, cartas llenas de estímulos y de alientos. Nos proponemos agrupar á todos nuestros hermanos que en esta República viven. A todos llamamos, á todos nos dirigimos seguros de que habrán de responder con la voz del patriotismo á nuestro llamamiento, y seguro también de que está cercano el día en que quince mil  canarios en la República Argentina formaremos todos una colectividad grande y fuerte por la unión, poderosa y respetada por todos.

El programa de nuestra Asociación contiene las más justas y legítimas aspiraciones de la Colonia Canaria. Propónese, en primer lugar, prestar auxilio á los compatriotas necesitados. En sus enfermedades tendrán médico, farmacia y pensión en metálico. Más tarde, quizás pronto y es ese nuestro ideal, contaremos con un Sanatorio, que será nuestro, de todos los Canarios, donde una mano fraternal, la mano del compatriota, mitigue cariñosa las amarguras de la enfermedades, que agobian más y desconciertan más lejos de la tierra, ausentes del hogar.

Y si la que todo lo arrastra, y todo lo destruye llevase á descansar á alguno de los nuestros, ¡qué hermoso es tener un sitio reservado en la tierra santa, donde manos piadosas sembrarán flores y labios hermanos elevarán preces!

La emigración canaria aumenta cada día hacia estas orillas, y la necesidad de unirnos es por ello más imperiosa. Los que lleguen encontrarán aquí una casa que les espera, y brazos amables que se abrirán para recibirles. Conocemos el calvario que muchos de nuestros compatriotas recién venidos suelen recorrer, acudiendo aquí y allá, en busca de auxilio ú orientación; llamando á puertas privadas que no siempre se abren.

Nuestra Asociación, en adelante, se encargará de ellos, en la medida de sus fuerzas.

Haremos también, oportunamente, obra de Instrucción, creando escuelas, dando conferencias; y celebraremos fiestas de cultura en que domine la nota de nuestras costumbres y campee nuestra sana jovialidad; fiestas donde escucharemos nuestros cantares, nuestras Isas enérgicas, valientes, dulces y tiernas; nuestras Folias cadenciosas, rítmicas, subyugadoras; y sobre la arena, en el Terreno, nuestros atletas harán honor á la lucha Canaria, nuestro juego; tradicional, lleno de peripecias audaces, de valor, de nobleza; sobre todo de nobleza, que es el rasgo distintivo de nuestra raza. Y así disfrutaremos algunas horas abiertas como paréntesis en el diario bregar de la vida, disfrutaremos de lo nuestro; templando el espíritu con recuerdos y afecciones imborrables. Y ahora, Canarios, la casa está hecha, y abiertos quedan los anchos portales solariegos: entrad”.

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