Gaceta de Tenerife,
28 de agosto de 1917, página 1
Nuestro colaboradores. Luchas canarias, Firmado: Ángel Pérez
“Si estudiamos la historia de la Humanidad, observaremos que
todos los pueblos civilizados, se han dedicado con mayor o menor asiduidad al
ejercicio de sus fuerzas corporales.
La culta Grecia, imperio de las ciencias y de las artes tuvo
por divisa este sabio lema Mens sana in
corpore sano. Al por que el entendimiento de los griegos daba preferencia
al estudio de las Matemáticas, su cuerpo en los departamentos de la Palestra
adquiría suma agilidad y belleza de formas. Si del pueblo griego pasamos al
Romano, presenciamos en su Circo los terribles efectos de los sangrientos
instintos de la fiera humana no reprimidos por la razón. Aquel pueblo
embrutecido hallaba ameno solaz en la lucha a muerte de los gladiadores. A tal
extremo conducía el mal aprecio que de los esclavos tenían... Más que como
hombres considerábanlos como fieras. Vino al fin la civilización cristiana y
cayeron rotas las cadenas de la esclavitud.
Las justas y torneos reemplazaron los primitivos juegos
según el carácter caballeresco de la Edad Media... También ejercitáronse los
hombres en los juegos de pelota, de barra y últimamente en todos los que llevan
el nombre común de sports.
Entre todos los juegos gimnásticos el más inocente,
simpático y más conforme con el ideal de los griegos es la lucha canaria.
Como en los juegos píticos, útinicos, nemeos y olímpicos de
la antigua Grecia, adquieren los jóvenes en la lucha canaria agilidad, destreza
y robustez en la musculatura, valor sereno y precisión en los movimientos... La
lucha no hace colosos, pero si evita la morbidez adquirida en la inercia,
dotando al cuerpo de graciosa esbeltez y finura en los contornos. Otra
conveniencia de la lucha es que sirve de estímulo para conservar la pureza de
costumbres.
Nuestra muelle sociedad ávida de placeres hállase muy
degradada y esta degradación cuando no extingue debilita la energía de las
fuerzas físicas tan imprescindible en la lucha.
Proseguid en buena hora, jóvenes canarios, con vuestros
ejercicios gimnásticos que ellos no solamente os preservarán del afeminamiento
(¿porque no decirlo?) que corroe nuestra sociedad, sino también seréis la
esperanza del porvenir (que tan sombrío se nos presenta) y padres de una raza de
atletas regeneradores de la familia y por lo tanto también de nuestra querida
Patria”.
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Lo de la pureza de nuestras costumbres, la laxitud social
(ávida de placeres) e invocar a la práctica de la lucha para salvaguardarnos
del afeminamiento, amén de otras casuísticas, no me causa sorpresa mayúscula.
Uno de los que vio la luz a finales de la década de los cuarenta del pasado
siglo –me retrato– y que mamó de aquella educación (¿adoctrinamiento?) de la
España Única, Grande y Libre (con mayúscula), que tuvo la oportunidad –pasadas
unas cuantas décadas– de estudiar el reflejo en la prensa del entonces de la
casuística de la instrucción primaria, ya viene curado del susto, prácticamente
inmunizado (varias dosis).
Dejo a la consideración de los amables lectores (algunos
hay) el resto de apreciaciones. Agradecido y hasta el lunes.
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