martes, 12 de octubre de 2021

150. Cambios e intercambios (2)

No se recataba lo más mínimo el autor de la siguiente rúbrica en cargar tintas contra ‘los tontos y engreídos luchadores del Fomento’. Leamos.

El Imparcial, 26 de julio de 1917, página 2:

“El partido que ayer se jugó entre los diez y seis luchadores de Gran Canaria y otros 16 de la Laguna, variándose, a última hora, el programa anunciado, porque el engreimiento del triunfo del domingo pasado ha puesto tontos a los luchadores del Fomento, de esta capital, como si ellos fueran los únicos e insustituibles luchadores, fué tan interesante como el anterior, y proporcionó una excelente tarde a los luchadores de la Laguna quienes vencieron a sus contrarios de Gran Canaria con seis luchas de ventaja.

Comenzó el partido agarrando José Beatriz, de Gran Canaria, con Manuel Cristo, de la Laguna, quien fué vencido, hasta que su compañero Tomás Rodríguez se deshizo de su contrincante.

Juan Pino, después de acabar con Tomás Rodríguez cayó a los pies de Hilario Alonso, quién asimismo, venció a José Mederos y a Felipe Monzón, que fué quitado del terrero por José Sosa.

José Alvarez, además, terminó con Sebastián Tavío y Juan Ojeda, hasta que el formidable luchador canario Laureano Sosa, venció a su contrario lagunero y dio la misma cuenta de Felipe González y Alvaro Canino (a) AIvarote, compañeros del José Alvarez.

Traban lucha Manuel Marrero y Victoriano Rodríguez (a) Merlo, quien, como sus compañeros Gregorio Correa y Juan Padrón, fué vencido por Manuel Marrero.

(A estas alturas, si la lucha no se nivela, la derrota de los laguneros era casi segura).

Vencido Francisco Marrero por Santiago Cruz, y éste, así como Alfonso Simón, por José García, salta al terrero, como un relámpago, el luchador artista, el inimitable Ángel Alvarez (a) Angelito quien, magistralmente, dio buena cuenta de sus poderosos adversarios José García, Pedro Curbelo y Antonio Rodríguez.

Otro maestro lagunero, Andrés Rosas, agarra con el atleta Laureano Sosa, de Gran Canaria, y tanto éste como Manuel Sosa y el maestro de los maestros, Miguel Cabrera (a) Mandarria, son vencidos por Rosas.

Y acaba este notable partido de luchas, que habrá hecho comprender a los luchadores del Fomento, de esta capital que la formalidad en los tratos es lo primero y principal, con una lucha entre un muchacho a quien conocimos por el hermano del purero y Julián Hernández; quien lo venció.

Nos dicen que, mañana viernes, habrá luchas en la vecina ciudad, y el domingo próximo, en esta capital”.

Y siguieron las críticas, pero ahora por otro hecho. Veámoslo.

Diario de Tenerife, 27 de julio de 1917, página 2:

“Hecho escandaloso

Señor Gobernador civil, señor Alcalde, señores jefes de policía, esto no puede tolerarse, esto es un hecho escandaloso.

Antes de ayer, en la Plaza de Toros, tuvimos ocasión de observar una vez más que nuestra policía solo actúa cuando tiene por conveniente y que olvida con frecuencia que raya en permanente el cumplimiento de los servicios que les está encomendados.

Poco después de comenzadas las luchas del miércoles, llegó un tranvía a los Cuatro Caminos que conducía numerosas personas que iban a presenciar aquellas.

¿Y qué creerán los lectores que les ocurrió? Pues que entraron de milagro, después de haber sufrido empellones y atropellos de una horda de gente salvaje. La puerta de la Plaza permanecía cerrada; frente a ésta más de 20 individuos que no tenían localidades se apiñaban solicitando la benevolencia del portero para introducirse, y mientras tanto los espectadores con sus localidades en la mano y el espectáculo empezaba sin poder entrar.

Al fin, y gracias a un cabo de la guardia municipal que también se dirigía a la Plaza de Toros, pudieron todas aquellas personas disfrutar del derecho que les asistía en virtud de la una veinticinco que habían pagado.

Penetramos en nuestro circo taurino protestando de este escándalo, y nuestra indignación llegó a sus límites cuando nos encontramos que de la abigarrada multitud que llenaba la plaza, se destacaban un sin número de guardias, que tuvimos la paciencia de contar.

Guardia municipal: Un inspector, 3 cabos, 2 guardias distinguidos y once no menos distinguidos. Total 17.

Guardia de seguridad: El jefe del cuerpo, un cabo y 6 números. Total 7.

Vigilancia: Un jefe del cuerpo y 3 vigilantes (amén de los que debido a su indumentaria de paisano no descubrimos). Total 4.

En resumen 28 individuos de la flamante policía que presenciaban nuestro típico deporte, sin que les importase un bledo, que fuera ocurriese lo que ocurría.

¿Acaso ellos van a cumplir un servicio o a presenciar un espectáculo gratis, apoyados en su investidura de autoridad?

¡Pues no faltaba más! ¡El que no pueda entrar y lo atropellen que se fastidie!

Señores gobernador y alcalde: esos 28 buenos señores que van a las luchas, que cumplan sus servicios dentro y  fuera de la Plaza; así se evitaría lo que ha motivado estas líneas y el que unos chicos estén lanzando piedras al interior del circo”.

(continuamos mañana)

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