jueves, 15 de julio de 2021

100. ¿Exclusión de las mujeres?

Concluyamos esta primera serie (dejemos la puerta abierta para futuras entregas con reseñas a partir de 1910) con la transcripción de este último artículo (por ahora) publicado en Las Canarias y nuestras posesiones africanas (con redacción y administración en la madrileña calle de Esparteros, 8 (tercero), del 9 de septiembre de 1909 (jueves), año X, número 819, página 1, firmado por Rafael F. Neda y con el consabido título de “La lucha canaria”

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Es esta especialisima en su género, indígena y tradicional desde los guanches aborígenes, común á todas las islas y apasiona á sus habitantes como los toros en la Península, el box y las carreras en el extranjero. La lucha canaria es más bien un ejercicio gimnástico y de habilidad que atlético y de fuerza; tiene sus reglas, sus combinaciones y su estrategia como los antiguos torneos, pero sin sus peligros. Las grandes luchas se conciertan entre comarcas rivales, acudiendo al palenque los campeones guiados por el alcalde ó el cacique, en medio de los aplausos de la muchedumbre.

Dispuesto está el terrero ligeramente enarenado. A la derecha, la Esperanza y la Punta del Hidalgo, Tegueste y Taganana, ostentan sus mesnadas de robustos campesinos, fortalecidos por el gofio y el trabajo, con sus luchadores famosos. A la izquierda campean los de Orotava, Icod el Alto y Vilaflor, con sus ágiles y temidos campeones. En torno, el público formando extenso círculo y compuesto de todas las clases sociales con exclusión de las mujeres.

Abren la marcha los jovenzuelos, cediendo el terreno los vencidos y reemplazándolos otros de su bando; entran luego progresivamente los granados, aumentando las peripecias y el interés, que llegan á su colmo al final, reservado á los famosos.

Los combatientes visten camisa ceñida y resistente, calzoncillos cortos y sueltos, más estrechos que zaragüellos, en lo demás desnudos, haciendo alarde de las formas varoniles y de la fuerte musculatura.

Acércanse ambos justadores; cada uno agarra con la mano izquierda la parte baja del calzón de su adversario, determinando así un punto de apoyo. En seguida cruzan las cabezas tocándose los cuellos, encorvados los cuerpos formando puente; libres las diestras, palancas que empujan á sierpes que se enroscan; movidas las pierna, huyendo los ataques ó favoreciendo las acometidas.

Quien primero pone en tierra, no ya el cuerpo, sino un dedo siquiera, cuéntase por vencido; y si en el lance hay duda, decide el Jurado del campo. A pesar de la pasión que á todos mueve, tanto combatientes como espectadores, es raro que la lucha degenere en riña; andarán los palos por lo alto, sin que salga jamás el puñal de la cintura: lealmente tiende su mano el vencedor al vencido, y para todos hay aplausos.

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De su lectura se puede concluir que muy canario no era el firmante de esos párrafos, puede que redactados con más voluntad que acierto; al menos en determinados pasajes. No menciono ninguno, pues habrá lectores (esa esperanza me mantiene) más duchos en la materia que un servidor y seguro que los podrán sacar a relucir. La exclusión de las mujeres (de ahí la interrogante del título) en la época de referencia es asunto que desconozco, pero me recuerda la prohibición existente décadas atrás de hacer acto de presencia en las bodegas, no sea que se picara el vino.

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Alcanzado el centenar de entradas en este nuevo blog, creo que me tomaré unos días de descanso. Parece mentira que, incluso con la jubilación, el cuerpo pida unas jornadas (o semanas) de asueto. Lo mismo aprovecho el parón para seguir recopilando boberías. Y si tienes envidia, se te quitará con el tiempo. Cuando llegues a mi edad, lo comprenderás perfectamente.

miércoles, 14 de julio de 2021

99. Observaciones y abusos

Se aludía al final del artículo reproducido en la entrada de ayer que iba a haber un desafío del mítico luchador herreño Ramón Méndez con quien quisiera retarle de esta isla. Y en este de hoy, publicado en El Tiempo, 1 de junio de 1908, página 1, bajo el titular de “Las luchas canarias”, y firmado por un aficionado, se relata que las expectativas despertadas quedaron en agua de borrajas. Lo transcribimos:

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No vamos á hacer reseña detallada del típico sport canario; primero porque no es preciso, y 2º porque no estamos tan sobrados de experiencia para ello. Solo sí hacemos algunas observaciones, con el fin de que no se repitan los abusos en la lucha que se efectuó el jueves en nuestra plaza de toros.

Esta no resultó lo emocionante que rezaba el programa, emoción que se esperaba de los atletas que en ella se disputaban el terrero. Aparte de los notables juegos de habilidad y destreza de que hicieron alarde Padrón y Justo, especialmente este último que es un fino luchador con una acometividad y brios que le hacen sobresaliente en el Arte, demostrando que la Lucha Canaria no es una brutalidad, como los ignorantes creen, sino un sport clásico, típico de la región Canaria, en que la agilidad y flexibilidad de músculos son su principal base; aparte de este periodo de la lucha, repetimos, lo demás, es decir, los desafios, fué una guasa de los luchadores que el público no debió consentir.

Precisamente en los desafíos estaba lo más emocionante, á juzgar por la fama de los atletas que los verificaban; pero fué el disloque. Agarrados el Capitán y el Guerra, al poco tiempo se separaron, para descansar, según decían, y están descansando aún.

Salieron Méndez y el Rosado. Expectación en el público que esperaba algo bueno. Puestos en guardia, Méndez acometió á su contrincante con el golpe de desvío que tan famoso le hizo; pero bien sea porque este luchador ya ha perdido la resistencia tan necesaria para este caso, o bien porque su adversario es un hércules de los de más fuerza del país no pudiendo doblarlo, Rosado le coje el talón y lo lanza al suelo.

Repetida la lucha, después de varios intentos de Méndez consigue tirarlo Rosado. Méndez se retira, sin verificar la 3ª lucha, y sin motivo para ello.

¿Quién le diría al Sr. Méndez que las tres restantes de las 5 del desafío, no pudieron ser suyas perdiendo el Rosado? Esto, por lo que á su fama respecta, que pudo dejarla bien sentada.

En cuanto á la Empresa, ¿cree esta que se puede anunciar un espectáculo con programa, para que los luchadores se retiren cuando les venga en gana?  

¿Porqué no hizo que Méndez luchara la 3ª?

¿Cree la Empresa que así se juega con el público?

¿No cree la Empresa que estos abusos la perjudican en sus intereses, á más de que matan la afición, porque otra vez no irá la gente, aún cuando sufriera contrariedad en sus aficiones teniendo un caso semejante?

¿Porqué no se cumplió el desafío del Vega con Hernández? 

Nuestro público no debe tolerar estos abusos, que concluirán, como hemos dicho, por matar la afición á un sport que hizo á nuestros antepasados fuertes y respetados. ¡Quién duda que la pusilanimidad de nuestra generación actual es debida, en gran parte, á la falta de energía corporal, siendo así que la Lucha Canaria es un ejercicio en que se ponen en juego todos los músculos haciéndolos fuertes y flexibles!

La resistencia de las corvas, la capacidad torácica, la flexibilidad de los brazos y caderas, el desarrollo físico en general ¿quien lo dá con más perfección que la Lucha Canaria?

Por eso los romanos no querían sólo hombres ilustrados, sino hombres que se ajustasen á aquel conocido aforismo: Mens sana in corpore sano.

Así fueron los primitivos Canarios.

Las empresas deben, pues, revestir este Arte de todo aquello que lo haga cada día más sujestivo, no dando lugar á censuras y ridiculas discusiones.

La idea de los pantalones de punto está muy bien. Además deben tener dos juegos de calzones y camisas de diferentes tamaños para que cada luchador lleve pantalón de brega arreglado ó proporcional á sus muslos, y evitar así desarreglos que cansan al público.

Creemos también que, á más de los jueces que pudiéramos llamar de Campo, haya un tercer tribunal de aficionados que sepa luchar y cuyas resoluciones sean inapelables, para no dar lugar á alborotos entre los luchadores y cuyos alborotos cansan y aburren al público.

Pudiéramos hacer algunas consideraciones más respecto de este Arte ó sport Canario que tiene grandes ventajas sobre otros y cuyas actitudes tienen más nobleza y elegancia que la Lucha Romana.

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Y mañana, el último. En el futuro no descartamos volver. Bueno, ya te daré norte.

martes, 13 de julio de 2021

98. Exhaustiva crónica luchística

Un aficionado firma la prolija crónica (Sport canario: luchadas) que inserta El País, diario liberal (dirección, redacción y administración: San José, 18 (bajo), Santa Cruz de Tenerife, 4 de mayo de 1908, en sus páginas 2 y 3. Y como llevo unos días entusiasmado, amén de entrenar a tope, qué menos que dé a conocer a todos ustedes, aficionados o no al deporte vernáculo, el contenido de la información. Que un servidor empezó cuando aún El Atlante no había sido bautizado y participé en dos luchadas, que implicaron cuatro buenos costalazos (un par en Pinolere y otro en La Perdoma) y me dije que a otra cosa. Así ‘pegué’ a enseñar a leer y escribir y no me fue tan mal.

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La tarde de ayer fué una buena tarde para los aficionados al sport canario; con bastante concurrencia dio comienzo el espectáculo á las 3 y media, saliendo al terrero por el bando de esta Isla Eustiquio Valencia y por el del Hierro M. Hernández. Fué vencido el primero por una cogida de muslo, emburrando por fuera.

En defensa de Valencia se presentó en la liza José Rodríguez, quien por una levantada con cadera, venció al Hernández. Sustituyó á este Justo Hernández, el cual derrotó al Rodríguez por lo mismo con que este había vencido á su primer contrincante.

Dueño del terrero quedó en la siguiente lucha Andrés Rosa por medio de una levantada que dio en tierra con el herreño Hernández; y asímismo derrotó á Francisco Padrón, siendo él después derribado al querer coger el muslo á su tercer contrincante Guerrita, por un oportunísimo traspiés.

Sale El Capitán en sustitución de Rosa y después de algunos incidentes se separaron de común acuerdo, y fueron reemplazados por Juan Bello, del partido de esta isla, y Matías Hernández del del Hierro.

Hernández cogió rápidamente el muslo de su adversario y al intentar este defenderse de la levantada, fué tumbado por un desvío del cuerpo del primero.

Seguidamente se presentó el Rubio de Tejina y también lo derribó el Hernández por una cogida de muslo. Salió en defensa del caído el atlético José Pestano quien cayó al devolver una levantada. Igual suerte le cupo á Isidro Dorta, el cual fué vencido por una palmada.

Lucha sensacional fué la que agarraron El Capitán y el Hernández. Este con una fuerte chascona enderezó á aquel, pero como no pudiera llevárselo se encontró por la violencia de la arremetida casi sobre el pecho del Capitán, quien con su habitual elegancia lo desandó sobre la cadera y bajándole la mano derecha á la pierna lo arrojó de espaldas en el suelo.

Vuelven á agarrar de nuevo el Capitán y Guerrita, venciendo este por un traspiés oportunísimo.

Se retira Guerrita y ocupan el terrero Guzmán, de esta isla, y Pascual Hernández, del Hierro, cayó el primero por una cogida de la corva, quedándose sentado.

Manuel García, Rivero, Pancho Melián, Antonio Benítez, Pancho el de San Bernabé, la Verga, Pepe Cruz y Francisco Hernández, fueron sucesivamente derrotados por el propio Pascual, el cual fué el héroe de la tarde, haciendo un verdadero derroche de agilidad y maestría, creyendo el que escribe estas líneas que á pesar de que siempre se dice que tiempos pasados fueron mejores, no es probable que en las históricas luchas del Convento de San Francisco se hubiera presentado nunca ningún luchador que llevara á cabo una tarea tan Iucida como la realizada ayer por Pascual Hernández.

De estas últimas luchas merecen especial mención las que sostuvo con Rivero, la Verga, Pepe Cruz y Pancho Hernández, que cayeron, respectivamente, por cadera, traspiés por fuera, la misma lucha y la peculiar cogida de la corva.

Con la derrota de Pancho Hernández resultó vencido el bando de esta isla, quedándose con el terrero Pascual Hernández que fué objeto do calurosas ovaciones.

El público salió satisfechísimo y seguramente el domingo próximo irá gran concurrencia á la segunda luchada.

Se nos dice que en dicho espectáculo, el célebre luchador, caudillo del partido herreño, Ramón Méndez, agarrará á la ventaja de cinco luchas con cualquiera de los del otro bando que lo desee.

Ayer se recibió por un aficionado de esta Capital un telegrama del afamado Manuel Vera, manifestando que si con ocasión de hallarse aquí los mejores luchadores del Hierro, querían estos y los de nuestra isla celebrar un campeonato, vendrían á disputarlo los renombrados Rubio de Telde, Diego Vera, el Pollo Sosa, Rivero, Tabletas, Trujillo y el propio Manuel Vera.

Tenemos entendido que se trabaja por que se celebre dicho campeonato, espectáculo que con toda seguridad formaría época en los anales de la lucha canaria, dada la calidad de los contendientes.

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Gestas como la del citado Pascual Hernández se han venido sucediendo a través de los tiempos. Pero yo me quedo con el recuerdo de cuando Fanfo tiró a Valencia, porque cuando montaba al contrincante en la barriga, pa´l piso. O pa´ la arena.

lunes, 12 de julio de 2021

97. Resurgir de la lucha

Fue Francisco González Díaz escritor y periodista (1866-1945). Conocido como el amigo de los árboles, se prodigó con numerosos artículos publicados en la prensa isleña durante más de cuatro décadas. De la revista Rincones del Atlántico rescato este párrafo:

“Se le reconocía a González Díaz su implicación, desde las columnas de la prensa y desde la tribuna, en diferentes campañas de las que formó parte o se constituyó en portavoz. Numerosos son sus artículos en apoyo del turismo, apenas incipiente en aquellos años; pero también en favor de la educación y de los maestros; de la mejora de los transportes y las comunicaciones; en apoyo de una corriente regionalista que superara el enfrentamiento "pleitista"; del infortunio de la emigración, lacra de aquellos años; su preocupación por el maltrato hacia los animales, pero sobre todo, la constante propaganda, durante más de cuarenta años, en pro del fomento y conservación del arbolado”.

Nuevamente en dos de los periódicos ya citados en anteriores entregas (El Tiempo, 11 de diciembre de 1907, página 1 y Las Canarias, 9 de enero de 1908, páginas 1 y2), nos sorprende González Díaz con este comentario sobre la lucha, un esport canario:

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Yo voto en absoluto por la lucha isleña, aunque no me cuente entre sus apasionados partidarios. Apenas sé lo que es un desvío, una agachadilla, una burra, un cango: sólo advierto y confirmo que los héroes de nuestra arena, aclamados por la multitud frenética, alzados sobre el pavés de los entusiasmos populares como triunfadores cívicos, como hijos beneméritos de la patria, representan el culto del hombre á si mismo, á las cualidades que determinan su dominio sobre la naturaleza. La lucha canaria debería aprenderse en los gimnasios.

Hoy resurge después de un largo período en que estuvo olvidada por causas diversas. Sus devotos la recordaban con ardiente simpatía, pero no pensaban en promover su restauración y ha sido preciso rehabilitarla en parte que se constituyera una falange de luchadores jóvenes, formados por los viejos maestros, quienes han conseguido infundirles su fé militante, debilitada con los años, mas no muerta.

La decadencia de las luchadas debíase principalmente al carácter mercantil, al bajo espíritu de lucro con que algunos las habían explotado degradándolas. Hablábase de conciertos previos para inclinar en un determinado sentido el resultado de las partidas, el éxito de las apuestas: insistíase en que no se jugaba limpio, en que se efectuaba acomodamientos venales á espalda de la autoridad y con escarnio de toda justicia. Algo y aún algos creo que hubo de esto, todavía se asegura que lo hay; pero ya se va en camino de regenerar el espectáculo convirtiéndolo en sistema educativo popular, en magna escuela de energía.

Las luchas forman hombres. La educación física desenvuelve la fuerza cooperadora de la inteligencia, resorte supremo invocado por las sectas materialistas modernas para vencer en los pugilatos del struggle for life. Sin aceptar esta exageración impía, reconocemos que es indispensable vigorizar á los individuos y dar temple titánico á los pueblos. La vida es lucha se ha repetido miles de veces, y toda lucha tiene su aspecto físico.

Nuestro pueblo ha vuelto á tomar rumbo al circo, donde antaño había gozado tanto frente á la exhibición de soberbias siluetas masculinas, de espléndidos torsos, de cuerpos nervudos y aventajados que se enlazaban con flexibles movimientos serpentinos ó con feroces violencias, acusando en imponentes pugnas todo su vigor.

Bandos de atletas de la isla de Hierro y de esta isla de Gran Canaria renuevan el buen tiempo de las luchadas clásicas que conocieron nuestros padres. La pasión crece hasta una temperatura abrasadora, fomentada por incidentes imprevistos. Hace pocos días, en una función emocionante, un jovenzuelo de apariencia débil se dio el lujo de tirar sucesivamente á siete campeones herreños, y quedó el mismo proclamado campeón en una sola tarde. Aquello fué el delirio; el delirio tremendo de una muchedumbre que ruje su entusiasmo y patalea su alegría. Cada vez que sobreviene una sorpresa así, una peripecia inesperada y dramática, vacila el circo sobre sus cimientos, sacudido por las ovaciones tormentosas. Lo propio ocurre en la temporada de las riñas de gallos, el espectáculo que comparte con las luchas el favor de la gente canaria. A los luchadoras maestros también se les denomina gallos de primera.

Una nivelación plebeya confunde á todo el público en manifestaciones idénticas de regocijo ó de descontento... Se grita, se patea, se silba, se aplaude, se agitan manos y pies con un brío monstruoso, lo mismo que en las plazas de toros. La muchedumbre se torna soberana en el tumulto. El héroe triunfador y el atleta favorito suben á su pedestal adoptando gestos imperiales. Las cabezas se doblan como espigas á un viento huracanado que viene de las profundidades de la Historia.

La eterna Roma resucita.

Coincide esta renovación de las luchas isleñas con la inauguración de otros sports novísimos, de otros espectáculos de fuerza, destreza y resistencia. Aquí un grupo de adolescentes ha fundado un Club gimnástico que practica las carreras humanas á la americana y hace cada vez mayores recorridos. En Santa Cruz cultívase el sport de las regatas marítimas en las cuales intervienen distinguidas señoritas de aquella sociedad en competencia con vigorosos y entusiastas. El Club Náutico Tinerfeño es además foco de grandísima cultura donde se centralizan las actividades sociales de Canarias.

Y allí sí que la Belleza le dá la mano á la Fuerza.

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Si me atrevo a manifestar que con el paso del tiempo el periodismo ha perdido, ¿me crucificarán como hicieron con mi tocayo siglos atrás?

viernes, 9 de julio de 2021

96. Adargoma y Guariraygua

Otro interesante relato de principios del siglo pasado, y relacionado con el asunto que nos tiene entretenidos durante estos últimos días, aparece publicado en dos medios: Las Canarias y nuestras posesiones africanas (de la típica visión colonial de estos peñascos desde la capital de la nación, baste con la cabecera), el 27 de marzo de 1907 (miércoles, año VII, número 707, páginas 1 y 2) y en El Tiempo, el periódico de mayor circulación en Tenerife, el 5 de abril de 1907 (viernes, año IV, número 1205, página 1). Firmado por P.P. (?) y bajo el título de “La lucha canaria”, nos permitimos, como siempre, transcribirlo:

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Al ver estos dos atletas disputarse con nobleza y gallardías atávicas la victoria en la lucha de ayer, creímos que resucitaban los clásicos juegos de otros tiempos; los luchadores y pancracistas de Grecia y Roma que el pueblo aclamaba como á sus ídolos, modelando en soberbia escultura sus figuras admirables y sus actitudes de clásica belleza...

El nombre, las actitudes y la arrogante figura del joven luchador Acisclo, que más que nacido en el Hierro debió haber sido fundido en hierro... La nobleza, el poder formidable, el arte y las gallardías de José Navarro, el rubio campeón de las tierras teldeñas; el mismo grupo escultórico que formaban sus dos figuras erguidas, arrogantes, en medio de la arena, mucho nos recordaron las estatuas y relieves que del admirable arte pagano conservan los museos del Vaticano y de Florencia representando el pancracium y el juego hermosísimo de la lucha clásica...

Pero aquí no existió nunca aquel stadium desde donde el refinado pueblo helénico rindiendo culto á la belleza de la forma contemplaba el clásico ejercicio... No tuvimos el Circo donde la Roma de los Césares, aclamaba, aunque idólatra de sus gladiadores vencedores, á los pancracistas griegos...

La lucha canaria, muy semejante á la de Grecia, no es de origen helénico. Nació con la vida sencilla, patriarcal, del pueblo noble y vigoroso que Alcorah puso en el afortunado paraíso perdido en las inmensas soledades del Océano... La lucha canaria que hizo célebres los nombres de Adargoma, Guariraygua y Maninidra, fué más noble y más hermosa que la griega. Este ejercicio corporal, considerado como parte de la educación del pueblo, hizo que el sentimiento artístico de los griegos lo convirtiera en necesidad y lo impusiera por medio de una enseñanza especial. La lucha figuró entre los cinco juegos que con el nombre de péntalo aprendía la juventud en los gimnasios.

Guhl y Koner escriben, que ningún ejercicio gimnástico exigía una instrucción más clásica que la lucha, pues no bastaba para ella la fuerza bruta, sino que era necesario la presteza y la oportunidad para aprovechar todos los descuidos del adversario, sin faltar á las reglas establecidas en el juego. Pero esas reglas dicen que no eran siempre dulces y humanitarias. Era prohibido pegar al adversario, pero se permitía el topetazo, aprisionar los dedos ó los pulgares de los pies; pegarse en la frente…

Ninguno de esos recursos fué consentido á los canarios. La lucha era, si, un ejercicio de poder, de agilidad y de fuerza; pero la nobleza debía inspirar todos los movimientos de los jugadores. El luchador que se valiera de cualquier medio artero para derribar á su adversario, era descalificado y sufría penas severísimas...

Eran tan grandes el pundonor y la lealtad de estos hombres, que aun tratándose de enemigos, se empeñaban más, por ello, en probar sus sentimientos nobles y generosos.

El caso de Adargoma y Guariraygua es verdaderamente admirable. Adargoma, que en la lengua canaria significa espaldas de risco, y Guariraygua, poseían unas fuerzas extraordinarias.

Adargoma, tirando á una palmera, cortaba á cercen una hoja de una pedrada, por muy alto que el árbol fuese... Los dos canarios tenían fama de ser grandes luchadores. Citáronse a una entrevista á causa de que sus ganados se hacían mutuamente daño, para hacer una equitativa división de los pastos, pero no aviniéndose, ajustaron un desafío cuyo resultado sería que el vencido se los cediese todos al vencedor. El desafío se verificó en un paraje solitario de Tenoya. Quitáronse sus tamarcos y empezaron la lucha. Disponía Adargoma de unas fuerzas extraordinarias, pero Guariraygua las equilibraba con su agilidad. Después de largo tiempo, éste logró derribar á Adargoma; mas; espaldas de risco, apoyando los pies en el suelo, volvió á levantarse y oprimió fuertemente con sus brazos á su adversario, que se dio por vencido diciéndole: Haz de mi lo que sea tu voluntad. Soltóle Adargoma y los dos contrarios se abrazaron, y, sin resentimiento, dividieron como hermanos los pastos objeto de la discordia. Al tener noticia el Guanarteme de aquel desafío, preguntó á Guariraygua cual había sido el vencedor: Adargoma, contestó.

Y Adargoma, preguntado a su vez, dijo:

Guariraygua me ha vencido, señor.

Tal era el pundonor de aquellos hombres. Jamás se hubiera sabido la verdad, si ellos no hubiesen referido mucho tiempo después el hecho á los cristianos.

Aún, para gloria de aquella noble raza desaparecida para siempre, surgen en nuestro terreno figuras como las de Acisclo y el Rubio, ennobleciendo la lucha canaria que no solo sirve para revelar el poder, el arte y la nobleza de dos jugadores, sino la cultura y los sentimientos de un pueblo fuerte y vigoroso.

Pero ¡ay! el espectáculo de nuestras luchas de hoy no se parece al que presenciaba en los estadios el pueblo griego, enamorado del arte clásico; al que Roma admiraba en el circo, presidido por la fastuosa corte de los Césares; al que se verificaba en las apacibles aldeas canarias, frente al almogáren ante un guayere sencillo, silencioso, que saludaba al luchador, vencido ó vencedor, con la misma frase de paz: Almene Coran.

Nosotros nos hemos tapado muchas veces los oídos ante la algazara de mil bocas que silban, que gritan, que insultan... y hemos salido del Circo con desconsuelo, con pena...

El guayere, el público canario, del tiempo de Andamana, no perdonaba nunca á sus luchadores una falta, pero jamás profería un grito que les mortificase. En sus juegos, el fallo del jurado formado por los guaires, que á veces, en las grandes solemnidades, presidía el Guanarteme, era acatado con un respeto profundo por los jugadores y por el público.

Y todos debiéramos contribuir á no matar un juego que el pueblo canario de ayer nos dejó para que el de hoy sepa demostrar su cultura, su vigor y su nobleza.

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Lo pude haber titulado de varias maneras, pero qué mejor que honrar el gesto de los dos personajes. La nobleza impone, desde luego.

jueves, 8 de julio de 2021

95. Las luchas en Canarias (y 2)

Hay luchas relámpagos; hay luchas que se prolongan por gran espacio de tiempo; pero sin cansar al público, porque, como es airosa, como es toda en alto, no se pierde un detalle; y los concurrentes, emocionados, siguen con verdadera ansiedad los desvios, las palmadas, los garabatos las medias caderas, las zancadillas, las levantadas, los mil incidentes, en fin, de la lucha.

El vencedor, (después de ayudar á levantar al vencido y del brazo con él, bebe, pasea, habla y espera en el terrero al nuevo rival de momento, que no tarda en mandarle el partido contrario, y no abandona la arena más que vencido, en cuyo caso no toma ya parte en las restantes luchas de la tarde, ó vencedor de cinco, en cuyo caso tiene derecho á descansar, si quiere, y á seguir tomando parte en las restantes luchas, hasta quedarse con el campo.

En la lucha canaria la fuerza es, á no dudarlo factor importante; pero la agilidad, la rapidez en conocer el ataque del contrario para oponerle el juego conveniente, el arte, en fin, es el factor predominante. Es un jiu jitsu primitivo sin refinamientos, sin conocimiento de la anatomía y con una dosis muy grande de nobleza.

Rara vez se aplaude, y cuando, por excepción, se hace, el aplauso comprende por igual á vencedor y vencido. Las muestras de desagrado son tan raras y tan justas que, hay que descontarlas.

En nuestro concepto, la lucha en Canarias es superior, por su gallardía y por su mayor arte á la que hemos presenciado en nuestros teatros, y estamos seguros de que el empresario que se decida á importarla hará un buen negocio si sabe darle la publicidad que merece.

Los gastos de la indumentaria son pequeños; respetando en la esencia lo que en el país se usa, pueden adornarse algo el calzón y la blusa para darles apariencia artística.

La frugalidad de los canarios es de todos conocida, y el traer 30 ó 40 luchadores de cartel puede hacerse por muy poco dinero.

¿Habrá alguno que lo intente?

De desear sería, y los aficionados se lo agradeceriamos seguramente.

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Esta última parte del artículo en cuestión, me condujo a otro publicado en El Tiempo*, diario de asuntos generales é información, defensor de los intereses del país, que en su número 933 (año III), correspondiente al 15 de mayo de 1906 (es decir, un mes antes), había publicado, en su página 1, un sugerente “Canarias en La Coruña”, y que, por su indudable relación con la posibilidad de llevar la lucha canaria a la Península, transcribo igualmente:

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Por cartas que hemos recibido, sabemos que en La Coruña, importante capital gallega, se está organizando un espectáculo brillante, por el estilo de los clásicos del circo romano: ejercicios de inteligencia, de fuerza y de habilidad.

Uno de los números de la fiesta lo constituirá una luchada, con luchadores de Tenerife, á cuyo efecto se han iniciado las gestiones para conseguirlo.

Organiza este espectáculo la Liga de Amigos de la Coruña, cuya sociedad, por el estilo del Club Tinerfeño entre nosotros, dá gran brillo á las tradicionales fiestas de Agosto.

La idea de presentar el típico sport canario en el espectáculo referido, ha partido de nuestro distinguido amigo D. Joaquín Santos y Ecay, pariente muy próximo del presidente de la Liga de Amigos y encargado por éste de llevar á cabo las necesarias gestiones.

A ese fin, el exgobernador de Canarias se ha dirigido á nuestro querido amigo D. Santiago de la Rosa para conocer las condiciones en que los luchadores de Tenerife quisieran ir á la Coruña.

De la carta podemos reproducir este párrafo:

“A usted, amigo La Rosa, encomiendo yo á mi vez este asunto; que he acogido con gran interés por el que tengo de que se conozca por acá la tierra canaria. Vamos á hacer una obra de propaganda y quien sabe si logramos que se generalice la afición á la lucha canaria, como han logrado los vascongados divulgar el gusto por el pelotarismo”.

De más esta decir que D. Santiago de la Rosa ha tomado también este asunto con interés y que ya ha comenzado las gestiones que le encomienda su buen amigo el Sr. Santos y Ecay, á quien hay que agradecer esta nueva muestra de su afecto por Canarias.

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Y me acordé de cuando fuimos unos cuantos noveleros en una lancha desde Alcalá hasta la Villa de San Sebastián de La Gomera a ver una luchada del Atlante allá por 1968. Tiempos de juventud.

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* Periódico que, asimismo, publica el texto de Las Canarias y nuestras posesiones africanas, tomado, a su vez de El Heraldo de Madrid, el 27 de junio de 1906, número 969, año III, página 1.

miércoles, 7 de julio de 2021

94. Las luchas en Canarias (1)

En Las Canarias y nuestras posesiones africanas, periódico semanario, propagandista de sus intereses, de sus aspiraciones y de su progreso intelectual, el 13 de junio de 1906, año VI, número 669, y en sus páginas 2 y 3, nos tropezamos con una prolijo artículo, “Las luchas en Canarias”, que bajo la firma de Quijón, nos pormenoriza los siguientes apartados: La educación física, señales de los tiempos, en las Islas Canarias, cómo se verifican allí las luchas y comparaciones. Va su íntegra transcripción:

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En los programas pedagógicos de todas las naciones cultas figuran en lugar preferente y formando parte del plan educativo los ejercicios gimnásticos y deportivos.

Hay frases que se manosean hasta vulgarizarlas, sin que la masa general se penetre de su importancia. El mens sana in corpore sano, es una de ellas. En nuestro concepto, debiera escribirse junto al número de cada casa y sobre todo, en el cerebro de padres y maestros.

El excesivo predominio del espíritu, con desprecio absoluto de la carne, que informa nuestros planes escolares, ha caído ya en el descrédito, y si es cierto que por la fruta se conoce el árbol, debe ser muy malo el de nuestra educación nacional, á juzgar por lo enteco de las generaciones que ha producido.

Hoy, con un concepto más exacto de la realidad de la vida, la opinión pública parece que reacciona y sin que se hayan traducido aún en hechos las tendencias de los hombres cultos, que abundan cada vez más en nuestra patria, se dirigen á considerar los ejercicios corporales, no como un complemento, sino formando parte integrante muy principal de la educación de nuestra infancia, y no es aventurado suponer que, andando el tiempo, llegue á restablecerse el turbado equilibrio: y la ley de armonía que preside el Universo deje en esa materia de ser una aspiración de los que ansían la grandeza de su país.

Aparte de la pelota, la barra, los bolos y de los mil y mil deportes nacionales, la introducción del foot ball, del polo, de la aerostación y el creciente interés que han despertado las carreras organizadas por el Heraldo de Madrid y las luchas griegas verificadas en el teatro de la Zarzuela y en el frontón Central son, evidentemente, señales de los tiempos.

Refiriéndonos á estas últimas, no tenemos que salir de nuestra patria para encontrar precedentes que inclinen el ánimo de los tradicionalistas.

En la más apartada y desconocida de nuestras provincias, en Canarias, existe, heredada de los guanches, una lucha muy digna de que cruce el mar y tome carta de naturaleza en nuestras costumbres.

La indumentaria de los luchadores es sencilla por demás. Un calzoncillo que llega á medio muslo y una blusa ó camisa, ambos holgados, de lienzo grosero del país, muy parecido por su aspecto y consistencia á la lona; eso es todo.

Desnudos de pies y piernas; al aire la fuerte musculatura de brazos y pecho, vista esta última por el ancho y abierto escote de la blusa; con el aire modesto, sencillo y algo indolente, el luchador canario es un tipo interesante y simpático por demás, que evoca la idílica sencillez y rústica caballerosidad del pueblo guanche, cuya arcádica vida y costumbres truncamos en nombre de una civilización que alejó para siempre la felicidad de aquellos hermosos peñones que el Atlántico besa y azota.

El orden de la lucha es el siguiente: divididos los luchadores en dos bandos, Norte y Sur, Tenerife contra Lanzarote y Hierro, Gran Canaria contra Lanzarote y Fuerteventura, etc., en número ilimitado de luchadores; nombrados los jueces de campo, uno ó dos por cada partido y un tercero en discordia, sale á la arena ó al terreno, el primer campeón, que se pasea, se sienta ó recuesta indolentemente en espera del que el bando enemigo mande en su contra. Por regla general, rompen la marcha los débiles (relativamente) y los luchadores nuevos, quedando de reserva para defender el campo los maestros y los atletas.

Presentado el contrincante, y después de saludarse (todos son amigos y es muy raro el caso de que las luchas engendren odios) con la mano izquierda, agarra cada uno á su contrario por el borde inferior del calzoncillo derecho, y apoyándose hombro contra hombro esperan la voz del juez de campo para agarrar con el brazo derecho la espalda de su contrario, y, á partir de este momento comienza la verdadera lucha, que termina cuando uno de los contrincantes toca el suelo con cualquiera parte de su cuerpo que no sea el pie. Todos los medios de ataque y defensa son permitidos, menos los que envuelvan artería, los que puedan lastimar al contrario, los que no lleven aparejada la nobleza.

(finalizamos mañana)

martes, 6 de julio de 2021

93. La lucha canaria

En Diario de Tenerife, periódico de intereses generales, noticias y anuncios, el 14 de septiembre de 1897 (año XI, número 3245), se inserta, páginas 2 y 3, un interesante artículo, firmado en Madrid (agosto de 1897) por un tal Juan de Anaga, bajo el título de “La lucha canaria”. Seguro que si lo transcribo, a Domingo Donate, que lleva meses ‘luchando’ para que los responsables de turno muevan ficha y al vernáculo deporte le alcance una bocanada de aire puro en este parón provocado por la maldita pandemia, le va a servir su lectura de consuelo, siquiera por unos minutos. Vamos allá:

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Entre los gratísimos recuerdos de nuestra tierra ocupa preferente lugar el de las animadas y peculiares fiestas conocidas con el nombre de luchas, que se celebraban periódicamente en ciudades  aldeas; ó bien en demostración de público regocijo por algún venturoso acontecimiento, ó el día del patrono del pueblo.

Aquella liza en la que el espectador demostraba su entusiasmo de manera digna y mesurada, sin que jamás llegara á ofenderse al amor propio del vencido; aquellos atléticos muchachos que salían al terrero orgullosos de su fama justamente adquirida por su habilidad; aquellos bandos que discutían con la vehemencia propia de nuestro carácter, pero siempre contenidos en los límites de la cortesía impuesta por las leyes del varonil espectáculo; las cualidades en los luchadores de uno y otro partido, los del Norte en contra de los del Sur, los de la Montaña en contra de los del Llano; aquellos comentarios que duraban días y semanas, allá en la era, á la sombra de la retama, ó en los días festivos, á la salida de la misa, y á la caída de la tarde, bajo la verde higuera de sabroso fruto, más dulce que la miel de la caña, á la vera de la blanca casita, entre los requiebros á las mozas frescotas y coloradas como las amapolas, que tomaban parte muy principal en la discusión alentando á los tumbados para la revancha: todo eso constituía un cuadro tradicional, genuinamente canario, originado de los días dichosos en que el pueblo guanche, arrogante y viril, se solazaba en la loma del agreste valle, teniendo por docel la azulada bóveda del purísimo cielo de Tenerife, por tribunas las enormes piedras con que defendieron su independencia y por espectadores los pastores de toda la comarca, dando á los aires en señal de alegría los sonidos de sus rústicas flautas, y presidiendo el noble juego los Menceyes y los venerables ancianos que prefirieron despeñarse desde las imponentes alturas de los riscos de la abrupta isla á sufrir el yugo de sus enemigos.

¡Hermoso espectáculo éste de las luchas canarias!

Allí no hay sangre que enrojece el circo, allí no va á morir nadie, el vencido tiende su callosa mano al vencedor y le estrecha entre sus brazos en señal de que no guarda en su pecho generoso ningún rencor.

Los combates de los gladiadores romanos armados de la rodela y del retiari, cual se representan en las pinturas y en los relieves de algunos sepulcros de Pompeya, eran la orgía de un pueblo envilecido, ebrio de sangre, gritando hasta enronquecer, como aullidos de hambrientas fieras el consabido pollice verso, pollice verso, cuando el vencido, revolcándose en la humeante sangre que empapaba la caldeante arena, imploraba gracia, jamás concedida por los espectadores.

La lucha canaria es torneo donde se admiran las fuerzas y se aprecia la agilidad de los movimientos, y la asombrosa flexibilidad de los músculos de acero de una gente vigorosa, sobria como los árabes del desierto, trepadores de montañas como los paciegos é infatigables para los más duros trabajos.

Cuando aun suenan en los oídos del vencedor afortunado las halagadoras enhorabuenas y los plácemes de amigos y adversarios que reconocen lealmente su superioridad, sin envanecerse por el triunfo, vuelve satisfecho y tranquilo á su labor cotidiana, empuñando la azada y el arado, tornando alegre al obscurecer, al tranquilo hogar, idilio de su vida, donde lo esperan para restaurar sus fuerzas el sabroso pescado de que le provee el rudo marinero de la vecina costa, y las olorosas cocidas patatas, dignas por lo bien sazonadas de la mesa de un magnate.

No nos explicamos, cómo siendo canarios los organizadores de los festejos últimamente celebrados en Santa Cruz de Tenerife, fué relegado á lamentable olvido el espectáculo verdaderamente provincial.

Las luchas fueron en todos tiempos un estímulo para los ejercicios físicos, luchadores fueron sin duda aquellos valerosos campesinos que empuñaron las armas y los palos en el pasado siglo para defender su patria amenazada, y luchadores serán si la fiesta popular se fomentase por las clases directoras los que en el porvenir protegerán sus hogares de los desmanes de los extraños, peleando en los desfiladeros de las alturas con el potente empuje de sus nervudos brazos.

¿Pero será que la presente generación ha perdido el gusto por la fiesta canaria?

¿Será que obedeciendo á esta funesta ley que nos arrastra al enervamiento moral y físico, va desapareciendo aquella raza vigorosa de luchadores?

¿O será triste es decirlo que ha prevalecido la afición á las sangrientas corridas de toros?

No lo creemos, nos cuesta trabajo siquiera suponer que un pueblo como el de Tenerife, de superior cultura al de otras provincias, en el que la mujer cristiana tanta influencia ejerce en el hogar, haya preferido á su antigua diversión, la mal llamada fiesta nacional, de la que, pese á mi querido amigo, el brillante escritor Luis Carmena abominan no pocos españoles.

Deseamos por respeto á la tradición qué vuelvan las luchas á ocupar lugar predilecto en nuestros regocijos, y que las corridas de toros tan impremeditadamente introducidas en Tenerife, no consigan despertar la afición de nuestros paisanos, cuyas morigeradas costumbres se avienen mal con tales escenas.

Pero si así no fuese, si por desgracia arraigasen, entonces, pronto se notarán sus consecuencias perniciosas; la estadística criminal aumentará considerablemente, la rufianesca navaja dirimirá las contiendas del repugnante flamenquismo, plaga social debida á la influencia letal del toreo, y se enriquecerá con nuevas palabrotas, él ya largo vocabulario de nuestros deshonestos improperios.

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Transcurridos casi 124 años, en Canarias ya no hay corridas de toros y seguimos sin saber qué hacer con la plaza santacrucera. Las estadísticas criminales, auguradas en el párrafo final del artículo, no creo hayan sido debidas a las causas allí esgrimidas. Y si la lucha canaria sigue teniendo sus altibajos, habrá que buscar los motivos en otras razones. No obstante, ojalá que este bicho, que tanto daño ha causado, desaparezca y la normalidad se restablezca. También la del deporte vernáculo, por supuesto. Del meneo, por el estilo periodístico esgrimido en la composición escrita, de aquellos redactores a los de ahora, hablaremos otro día, porque me avergüenzo.

lunes, 5 de julio de 2021

92. Crónica de una luchada

El Liberal de Tenerife, diario de la mañana, editado en Santa Cruz de Tenerife (Redacción en C/ San Francisco, nº 35 y Administración en C/ San Lucas, nº 9), y en su ejemplar (precio de venta: 10 céntimos, es decir, una perra gorda) de 30 de septiembre de 1891, año I, número 60, página 2, se inserta una prolija crónica, firmada por Ismael Ruester, de las fiestas celebradas en La Laguna durante los días 28 y 29 de septiembre de ese año (1891) en honor a San Miguel Arcángel, de la que transcribo literalmente la referencia a la luchada habida en la misma.

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La lucha

A pesar de que estaba anunciada en el programa de festejos para las 2 de la tarde del dia de hoy, la comisión encargada para organizarla no se cuidó de semejante cosa; dándose lo situación desairada de que viéramos á muchos aficionados de diferentes pueblos vagar por esas calles preguntando por el terrero, sin encontrar una persona que los sacara de dudas. Poco antes de las 3 circuló de pronto la noticia de que la lucha se verificaba en la plaza de toros, y allá nos encaminamos con los pocos que la supieron.

Desde nuestra llegada echamos de ver que la diversión favorita y legendaria de nuestro pueblo adolecía de todo lo improvisado á última hora; tal era el desconcierto y falta de dirección.

A las 3 y cuarto comenzó la lucha.

Los bandos: el Norte contra el Sur.

Jueces de campo: Por el Norte, Domingo Rodríguez; por el Sur, Manuel Figueredo.

1ª luchada.

Saltaron al terrero Domingo Alvarez (del bando Norte) y Segundo Padrón, herreño.

Aunque jovenes pegaron con alma, cayendo derribado el del Sur por una contralevantada.

El vencedor y Manuel Medina, del Llano del Moro.

Después de varias suertes sin importancia, consiguió el Medina tumbar á su contrario por un desvío bajo, dejándolo tendido de barriga.

Salió por caída con el que quedó en el terrero Francisco Correa, de la Cantera; hombre de pulso y de empuje. Apenas se agarraron, cayó el del Sur por un desvío con palmada por dentro.

El vencedor y Feliciano de la Rosa, de Geneto, tumbado con poca defensa por una media cadera.

El que tenía el terrero con Martin Hernández, del Hierro, famoso luchador. Es de estatura regular, rejechudo y bien formado.

Varias veces se desagarraron, hasta que después de mucho armarse el uno al otro cayó el del Norte por un violento cango por fuera.

Al vencedor le arrojaron algunas pesetas.

Salió al terrero Ezequiel Diaz, de las Mercedes, que fué al instante volteado por una palmada por dentro.

Brincó á la arena José Rodríguez (Pepe el de la Cortada), mozo de grandes fuerzas y propio pá parar.

Los retiraron por no conseguir tumbarse.

Domingo Alfonso (por los del Sur) y Félix González de la Cantera.

El primero al ir á echar una agachadilla se quedó sentado.

Salió con el vencedor un tal David, de Sta. Cruz, que consiguió derribar al del Norte por una burra en contra.

10ª

Se tiró al terrero el joven Juan del Castillo, muy amoroso y vivo, anulándose dos luchadas dudosas por agachadilla llamada con mano á la espalda que le echó el David, y cayendo éste á la tercera, por una palmada metida adentro.

11ª

En defensa del Sur apareció Francisco Padrón, herreño, que midió el suelo por una destorcida atravesada con mano atrás.

12ª

Se presentó Patricio Pérez, del Hierro que lo tumbaron por mano al tobillo y retorcida.

13ª


Por caída salió Ángel Arteaga, también herreño, derribado por mano al tobillo con chascona baja á la izquierda.

14ª

Voluntariamente retirado Castillo, sostuvo la palestra por el Norte Marcos Rojas, de las Mercedes, y por el Sur Antonio Pérez, de la Esperanza.

No se pudieron tumbar.

15ª

Sustituyeron á los anteriores Eusebio Rojas, de las Mercedes y Juan Bello, buen luchador, del Sobradillo. Cayó el primero por un remolino encaderado.

16ª

Se echó al terrero por los del Norte José Felipe del Castillo, de las Mercedes, que tumbó á su contrario por una rápida palmada para atras.

El caído protestó porque al tenderse, su rival le armó antes de haberle tirado la mano á la espalda.

Los Jueses dieron por buena la luchada.

17ª

Salió por los del Sur Juan Pérez Bacallao, de la Esperanza, que fué tumbado por un garabato por dentro.

18ª

Al momento se presentó Antonio Pérez, joven esperancero, que echó debajo al del Norte por mano á las bocas piernas.

19ª

En el acto acudió Manuel Felipe del Castillo, de las Mercedes, que no consiguiendo derribar ni ser derribado, fueron despedidos.

20ª

Salió por los del Norte Juan Galban, del Rodeo alto, hombre de gran fibra, y por el Sur Miguel Bacallao, de la Esperanza.

No bien se agarraron, le echó el Galban al Bacallao tan terrible levantada, que lo sacó por la espalda; cayendo el vencido con tan mala fortuna que se fracturó el brazo izquierdo por el tercio inferior.

Este accidente ─que hace unos 30 años ocurrió otro igual tal dia como hoy en la plaza de Santo Domingo─ impresionó desagradablemente al público, que abandonó la plaza.

Sin contar esta sensible desgracia, podemos asegurar que pocas veces hemos tenido ocasión de asistir á una lucha tan deslucida bajo todos conceptos.

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La crónica concluye con un detallado análisis del paseo en la Plaza del Adelantado, del que, valga para finalizar el recuerdo de años idos, este fragmento:

“Nada diremos, por consiguiente, de la selecta concurrencia que circulaba por el paseo propiamente dicho, ni de los animados y pintorescos grupos de magos, unos bailando y cantando, otros en parrandas y entonando canciones al son de rústicos instrumentos, y muchos acercándose á los improvisados ventorrillos, que circundaban la plaza”. 

viernes, 2 de julio de 2021

91. Envenenamiento con arsénico

Tengo un buen amigo que no pudo conocer a su padre porque a los pocos meses de su nacimiento falleció en este terrible suceso que paso a reseñar. Era el conductor del camión, Santiago Rodríguez, que se dirigía al pueblo (aún Realejo Alto), tras aquella fatídica parada en El Sauzal. Va el relato de la Agencia Cifra (Crónicas, Informaciones, Fotografías y Reportajes de Actualidad), creada por Vicente Gallego en plena Guerra (in)Civil, como una sección de la Agencia Efe, donde finalmente se integró en 1978.

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La Vanguardia, 23-marzo-1950, página 6: Capítulo de sucesos. Siete personas muertas por injerir gofio que contenía arsénico. El fatal error se produjo en una casa de comidas del Sauzal, y hay otras personas gravísimas.

Santa Cruz de Tenerife, 22. Tres personas han resultado muertas y otras se encuentran en grave estado, por intoxicación producida al comer pescado, con queso y gofio que contenía arsénico. Este gofio se destinaba a matar las ratas y sólo era conocido por el dueño de la casa de comida donde se produjo el desgraciado suceso, y que se hallaba ausente. En la carretera general al norte de Sauzal, se encuentra una casa de comidas, muy frecuentada por los habitantes del contorno y transeúntes. Los propietarios son el matrimonio Juan Acosta Díaz, de 48 años, y Aurea Avila, de 34. Al mediodía de ayer almorzaron los hermanos Domingo, Carlos y Juan Figueroa Barroso, de 21, 19 y 17 años, respectivamente.

También lo hicieron la dueña, Aurea Avila, con su hermana Angela y los sobrinos del propietario, así como los ocupantes de un camión que se detuvo en dicho lugar, que eran el chófer, con su mujer, dos hijos y otra persona. Transcurrida una hora comenzaron a sentir molestias, con vómitos, que tomaron características alarmantes, al no ceder a los auxilios prestados por los médicos de Tacoronte y La Victoria, quienes diagnosticaron se trataba de casos graves de intoxicación. La gravedad se acentuó en algunos y fallecieron en las primeras horas de la noche los hermanos Domingo y Carlos Figueroa, así como la dueña de la casa, Aurea Avila, siendo sumamente grave el estado de los otros dos familiares de los dueños.

Los ocupantes del camión abandonaron el local, una vez terminado el almuerzo y según noticias del Puerto de la Cruz y la Vera, se hallan en grave estado, temiéndose que fallezcan. Domingo Figueroa se salvó de la muerte por no haber comido gofio.

Noticias posteriores, no confirmadas, indican a primera hora de la tarde de hoy, que habían fallecido ocho personas más. (Cifra)

Nuevos detalles del envenenamiento

Santa Cruz de Tenerife, 22. Se conocen los nombres de cuatro nuevas víctimas del envenenamiento ocurrido en una casa de comidas en el Sauzal, que son; Rosario Martín Hernández, de 21 años, soltera; Ramón Martín Hernández, de 23, soltero; Miguel Pérez Pérez de 19 años y Secundino González Martín, de 28. Todos ellos experimentaron los efectos de la intoxicación cuando regresaban en un camión al Puerto de la Cruz, de donde eran vecinos y dejaron de existir al llegar a su domicilio.

Asimismo, el conductor de otro camión; que se dirigía a Realejo Alto, llamado  Santiago Rodríguez, que había participado en la comida, sintió malestar de envenenamiento durante el viaje, por lo que tuvo que dejar el volante a un amigo que le acompañaba, llegando a su domicilio en estado preagónico.

El alcalde del Puerto de la Cruz presidió el sepelio de las víctimas que constituyó una gran manifestación de duelo.

Se ha establecido que la causa del envenenamiento fue gofio preparado con arsénico para matar ratas, propiedad del padre de les dos hermanos fallecidos en el Sauzal, el cual había entregado dicho gofio al dueño del establecimiento donde se sirvió la comida, para que lo guardara a fin de evitar confundirlo con el resto de la harina que despachaba en un molino de su propiedad.

La dueña de la casa de comidas, que asimismo falleció y que tenía conocimiento de tal paquete, parece que no lo tuvo presente cuando mandó a su hermana que trajese gofio de la cocina para preparar el almuerzo. Esta última continúa en gravísimo estado, así como un sobrino suyo. (Cifra)

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En esa misma fecha (23-marzo-1950), se publica idéntica información (recibida, claro, de la Agencia precitada) en el diario de la mañana, editado en Las Palmas de Gran Canaria, Falange (órgano de Falange Española Tradicionalista y de las JONS). Se correspondía el ejemplar número 6112, año XIII y se vendía a 50 céntimos (media peseta). Si un euro vale 166,386 pesetas, de no haberme equivocado, hoy hubiese costado 0,003 euros.

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Vaya, pues, esta entrada de hoy, con mis cordiales saludos a José Manuel Rodríguez García, aquel crío en 1950, al principio mencionado, así como a sus hermanos Sigfredo y Carmela (Santiago, el mayor, falleció hace años en Venezuela). La foto se corresponde con una exposición de vehículos antiguos en Los Sauces (La Palma).

jueves, 1 de julio de 2021

90. Y también los jueces

Si en la entrada del pasado martes confesé estar altamente confundido con la problemática de esta pandemia, te juro que hoy jueves he superado con creces aquella situación y el enredo ha ido en aumento. A este paso, vete tú a saber qué demonios me depara el futuro de aquí al domingo. Ya no me pongo plazos más largos porque la realidad es tan cambiante que de un rato para otro la versatilidad me provoca graves dolores de cabeza.

Nada voy a repetir acerca de la cantidad de peritos que pululan por las redes sociales. Amén de algunos medios de comunicación (tradicionales) que se suben al carro de los despropósitos y echan cada día un poco más de leña a esta hoguera… de las vanidades.

Cuando redacto estás líneas, en Canarias hemos vuelto a superar los 3000 contagiados. Estuvimos no ha tanto en casi la mitad. Unos 2000 se contabilizan en la zona metropolitana (Santa Cruz-La Laguna) tinerfeña. Que es donde más se elevaron las voces contra la implantación del nivel 3. Y el sector más perjudicado por las severas medidas adoptadas, el de hostelería y restauración, solicitó ante el Tribunal Superior de Justicia de Canarias, la suspensión cautelar de las medidas establecidas por el Gobierno de Canarias. En su derecho estaban, y están, faltaría más.

La Sala de lo Contencioso Administrativo entendió que no procedía siquiera dar trámite de audiencia a la parte demandada y sostiene que el cierre del interior de los locales, así como la limitación del aforo en las terrazas, “ni se ha demostrado como las causas de los contagios ni se prevén como las soluciones”. Y, en consecuencia, barra libre de nuevo.

Se supone que uno debe acatar las resoluciones judiciales. Que pudieron ser, en este particular caso, otras completamente diferentes. Porque si los jueces hubiesen argumentado a contrario sensu, como aquí se trata, al parecer, de sostener meras apreciaciones (no se ha demostrado que…, no se prevé como…) cualquier dictamen sería pertinente.

Si graves, entiendo, son los botellones de aquellos jóvenes faltos de perras, no menos, a mi modesto entender, esta suspensión judicial. Porque si se me argumenta que hubo una incorrecta aplicación de cualquier norma legislativa, habría que aceptar el fallo sin rechistar. Pero la tesis esgrimida tiene menos consistencia que la incertidumbre social ante la propagación del virus. Un servidor invitaría, igualmente, a que no se carguen tintas contra la juventud. Y los invitaría a que recurran las denuncias por estar hasta las tantas de tenderete en espacios públicos, porque, y al dictamen judicial me remito, no queda meridianamente claro que sean ‘la causa de los contagios ni se prevé que ponerles una multa sea una buena solución’.

Nos quejamos amargamente de que el turismo británico continúe vetado. Mientras, la variante Delta (la india) mantiene en vilo a los responsables sanitarios de Reino Unido. Porque sigue afectando, y de manera notable, incluso a los completamente vacunados. Con una incidencia de mortalidad notoria en el sector de los de más de cincuenta años. Lo que implica, ineluctablemente, que a más edad, más riesgo. Por lo que, independientemente de los palpables avances, las medidas de salud pública tan conocidas –mascarillas, distancia física e higiene de manos– deberán permanecer en nuestro ideario sanitario durante un buen tiempo.

Y en Tenerife, recalco, sus señorías conciben que como no está clara la relación causa-efecto, aceptan a pie juntillas que los contagios son imprevisibles. Las causas deben ser indeterminadas. Y los efectos, pensaba yo, que eran bien patentes.  Y los unos y las otras tienen que ser tratados desde la más estricta objetividad. Aunque me da que la carga de subjetividad de los jueces de esta película es tan grande, que dentro de mi libertad de pensamiento, opinión y expresión bien podría especular que se están cobrando aquella redada policial en Lanzarote en la que fue descubierto un magistrado incumpliendo las normas. Y si me van a contrarrestar este parecer con aquello de que también son humanos, te devuelvo la moneda espetándote que mis argumentos “nunca fueron tan fáciles de justificar”.

Termino con “ahora cierro, mañana abro y pasado el gobierno dirá”. Que lo manifieste yo, o el dueño de un bar, vale. Pero que sea un fundamento de derecho, me da que el virus podrá seguir mutando y riéndose de nosotros hasta que las ranas tengan pelos. Deduzco, en lógica consecuencia, que cada vez son –somos– más los del paso cambiado.

Mañana, si el gobierno y la justicia no me ponen pegas, volvemos.