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La lucha
A pesar de que estaba anunciada en el programa de festejos
para las 2 de la tarde del dia de hoy, la comisión encargada para organizarla
no se cuidó de semejante cosa; dándose lo situación desairada de que viéramos á
muchos aficionados de diferentes pueblos vagar por esas calles preguntando por
el terrero, sin encontrar una persona que los sacara de dudas. Poco antes de
las 3 circuló de pronto la noticia de que la lucha se verificaba en la plaza de
toros, y allá nos encaminamos con los pocos que la supieron.
Desde nuestra llegada echamos de ver que la diversión
favorita y legendaria de nuestro pueblo adolecía de todo lo improvisado á
última hora; tal era el desconcierto y falta de dirección.
A las 3 y cuarto comenzó la lucha.
Los bandos: el Norte contra el Sur.
Jueces de campo: Por el Norte, Domingo Rodríguez; por el
Sur, Manuel Figueredo.
1ª luchada.
Saltaron al terrero Domingo Alvarez (del bando Norte) y
Segundo Padrón, herreño.
Aunque jovenes pegaron con alma, cayendo derribado el del
Sur por una contralevantada.
2ª
El vencedor y Manuel Medina, del Llano del Moro.
Después de varias suertes sin importancia, consiguió el
Medina tumbar á su contrario por un desvío bajo, dejándolo tendido de barriga.
3ª
Salió por caída con el que quedó en el terrero Francisco
Correa, de la Cantera; hombre de pulso y de empuje. Apenas se agarraron, cayó
el del Sur por un desvío con palmada por dentro.
4ª
El vencedor y Feliciano de la Rosa, de Geneto, tumbado con
poca defensa por una media cadera.
5ª
El que tenía el terrero con Martin Hernández, del Hierro,
famoso luchador. Es de estatura regular, rejechudo y bien formado.
Varias veces se desagarraron, hasta que después de mucho
armarse el uno al otro cayó el del Norte por un violento cango por fuera.
Al vencedor le arrojaron algunas pesetas.
6ª
Salió al terrero Ezequiel Diaz, de las Mercedes, que fué al instante
volteado por una palmada por dentro.
7ª
Brincó á la arena José Rodríguez (Pepe el de la Cortada),
mozo de grandes fuerzas y propio pá parar.
Los retiraron por no conseguir tumbarse.
8ª
Domingo Alfonso (por los del Sur) y Félix González de la
Cantera.
El primero al ir á echar una agachadilla se quedó sentado.
9ª
Salió con el vencedor un tal David, de Sta. Cruz, que
consiguió derribar al del Norte por una burra en contra.
10ª
Se tiró al terrero el joven Juan del Castillo, muy amoroso y
vivo, anulándose dos luchadas dudosas por agachadilla llamada con mano á la espalda
que le echó el David, y cayendo éste á la tercera, por una palmada metida
adentro.
11ª
En defensa del Sur apareció Francisco Padrón, herreño, que
midió el suelo por una destorcida atravesada con mano atrás.
12ª
Se presentó Patricio Pérez, del Hierro que lo tumbaron por
mano al tobillo y retorcida.
13ª
Por caída salió Ángel Arteaga, también herreño, derribado por mano al tobillo con chascona baja á la izquierda.
14ª
Voluntariamente retirado Castillo, sostuvo la palestra por
el Norte Marcos Rojas, de las Mercedes, y por el Sur Antonio Pérez, de la
Esperanza.
No se pudieron tumbar.
15ª
Sustituyeron á los anteriores Eusebio Rojas, de las Mercedes
y Juan Bello, buen luchador, del Sobradillo. Cayó el primero por un remolino
encaderado.
16ª
Se echó al terrero por los del Norte José Felipe del
Castillo, de las Mercedes, que tumbó á su contrario por una rápida palmada para
atras.
El caído protestó porque al tenderse, su rival le armó antes
de haberle tirado la mano á la espalda.
Los Jueses dieron por buena la luchada.
17ª
Salió por los del Sur Juan Pérez Bacallao, de la Esperanza,
que fué tumbado por un garabato por dentro.
18ª
Al momento se presentó Antonio Pérez, joven esperancero, que
echó debajo al del Norte por mano á las bocas piernas.
19ª
En el acto acudió Manuel Felipe del Castillo, de las
Mercedes, que no consiguiendo derribar ni ser derribado, fueron despedidos.
20ª
Salió por los del Norte Juan Galban, del Rodeo alto, hombre
de gran fibra, y por el Sur Miguel Bacallao, de la Esperanza.
No bien se agarraron, le echó el Galban al Bacallao tan
terrible levantada, que lo sacó por la espalda; cayendo el vencido con tan mala
fortuna que se fracturó el brazo izquierdo por el tercio inferior.
Este accidente ─que
hace unos 30 años ocurrió otro igual tal dia como hoy en la plaza de Santo
Domingo─ impresionó desagradablemente
al público, que abandonó la plaza.
Sin contar esta sensible desgracia, podemos asegurar que
pocas veces hemos tenido ocasión de asistir á una lucha tan deslucida bajo
todos conceptos.
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La crónica concluye con un detallado análisis del paseo en
la Plaza del Adelantado, del que, valga para finalizar el recuerdo de años
idos, este fragmento:
“Nada diremos, por consiguiente, de la selecta concurrencia que circulaba por el paseo propiamente dicho, ni de los animados y pintorescos grupos de magos, unos bailando y cantando, otros en parrandas y entonando canciones al son de rústicos instrumentos, y muchos acercándose á los improvisados ventorrillos, que circundaban la plaza”.
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